En el transcurso de estod tres días, hemos tenido la oportunidad de intercambiar ideas en torno a uno de los temas más importantes para la democracia: las relaciones cívico-militares. Cada uno de nosotros ha expresado sus ideas libremente, con franqueza. Compartimos nuestras coincidencias, aclaramos nuestras discrepancias y, sobre todo, reafirmamos la convicción de que, no importa cuán complejos o esipnosos sean los problemas, el diálogo es siempre el mejor medio para buscarles solución.
Todos hemos sido testigos de que, en ocasiones, la misma moticación ética conduce, en personas diferentes, a diferentes interpretaciones de la realidad. En nuestro caso, nos hemos reunido porque creemos que, necesarias o no, justificadas o no, las fuerzas armadas deben desempeñar su papel sin interferir con los procesos democráticos, sin atantar contra el bienestar de las personas y en estricta subordinación a la autoridad civil. Es a partir de esa coincidencia que nuestro debate tiene que resultar productivo, por mucho que nuestras propuestas sobre el futuro de las fuerzas armadas, y su relación con la sociedad civil, difieran en aspectos medulares.
De hecho, el haber tenido la oportunidad de poner en claro nuestras opiniones es un resultado positivo. Pero ojalá hayamos llegado más lejos todavía. En ese sentido, quiero tomarme la libertad de proponerles que incorporemos a las premisas de futuras reuniones como ésta, un nuevo elemento de coincidencia: que todos deseamos, para nuestros descendientes, un mundo de paz, un mundo en el que la violencia y las amenazas de violencia sean cosas del pasado.
Por mi parte, mi sueño es un mundo de paz, un mundo sin armas, sin pobreza y sin desigualdad. Acepto, desde luego, que ese no es el mundo de nuestra época, ni de la siguiente, y que a lo mejor ese mundo de mis sueños sólo podrá ser disfrutado por mis descendientes de la sexta o la sétima generación.
Permítame agregar que los horrores y los errores de nuestra época han sido tan grandes que de ninguna manera qerríamos que alcancen a nuestros descendientes.
Lo que propongo es que pongamos al día nustros utopías. Y que estemos dispuestos a no soprendernos si parte de ellas se cumplen con una celeridad que no esperamos.
Pese a las casandras que trataron de poner pesas de plomo en las alas de nuestros sueños, nuestros sueños levantaron vuelo y, gracias a ello, en este momento los centroamericanos estamos aprendiendo a vivir juntos y sin miedo al futuro, dijo Arias al recordar las críticas en Costa Rica a sus empeños por lograr la paz en Centroamérica.
Estoy convencido de que también en otras regiones del mundo será posible convencer a los pueblos y a sus dirigentes de dar pasos hacia la desmilitarización y hacia la eventual abolición de las fuerzas armadas.
El ex presidente Arias criticó el recorte de gastos sociales por parte de la Administración del presidente Bill Clinton, mientras se mantienen los elevados gastos militares.
"No deja de ser muy triste el que Estados Unidos dedique a la ayuda externa, en términos porcentuales, una octava o una novena parte de lo que dedican países como Holanda, Suecia, Noruega y Dinamarca," dijo Arias. "Es lamentable la falta de liderazgo de los políticos estadounidenses para convencer a sus conciudadanos de que, no solo es una obligación moral ayudar a los más pobres del planeta, sino también que hacerlo va en su propio interés," afirmó.
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Diálogo Centroamericano: dialogo@arias.or.cr