Diálogo Centroamericano para la Paz y la Desmilitarización

Diálogo Centro-
americano

San José, Costa Rica
No. 25
Octubre, 1997

"El papel de las Policías en países en proceso de Democratización"

General Víctor Delgado Mallarino. Ex-Director de la Policía Nacional de Colombia


9710es03.jpg (21810 bytes)El problema de la inseguridad es el problema que preocupa a todas las comunidades del mundo. Estamos inmersos en una cultura de la violencia.

Sin embargo, las medidas que se toman, cuando no existe una política integral de seguridad, pueden agravar el problema. La respuesta de los Estados muchas veces es aumentar las penas de prisión, concentrándose en la represión, en vez de trabajar en la prevención.

Pero a medida que se aumenta la represión, se pierde la confianza en la autoridad. Se debe, pues, desarrollar políticas coherentes de prevención.

Hay seguridad cuando personas, naturales y jurídicas, pueden realizar con plena libertad, tanto física como sicológica, sus actividades lícitas. En este sentido, la razón de ser de la policía es la protección de los derechos y libertades ciudadanos. El orden público se apoya en instituciones que han sido creadas para la protección de los derechos ciudadanos. El orden público, sin embargo, no es un objetivo, sino el resultado que se da cuando los ciudadanos están protegidos, cuando la libertad se ejerce responsablemente. El orden público es para las personas, no para los Estados.

Dos de los problemas vitales que han llevado a nuestro continente al estado de inseguridad en que vivimos, están ligados a la educación y a la justicia, entre muchos.

La comunidad cree que la seguridad e inseguridad son problemas exclusivos de la policía, pero primero hay que advertir todo el entorno de inseguridad que existe por encima de la policía, y ésta no es más que un instrumento del Estado para poder materializar el cumplimiento de la ley. Los policías ni somos exclusivamente los responsables, ni de ninguna manera somos los exclusivos generadores del problema.

Asuntos como la resistencia al cambio, las respuestas cortoplacistas o las legislaciones que no resuelven problemas integrales, aumentan la desconfianza de la sociedad hacia las instituciones.

Se hace uso de la improvisación o de la represión. Todavía hay quienes creen que la policía debe ser la mano dura, que las cosas no se arreglan con blandenguerías, pero la mano exclusivamente dura no sirve para nada.

La política acertada debe ser de seguridad integral, en donde la noción de orden público tiene que ser asumida por todos los servicios públicos, y debe ser incorporada a su filosofía y a su acción.

Por ejemplo en Bogotá se cayó un túnel por el cual se transportaba agua potable, por lo que actualmente hay racionamiento de agua en una ciudad de 8 millones de habitantes. Esto sin duda es un problema de orden público.

No se puede hablar de salud, educación, recreación, etc, si todos estos servicios no incorporan a su filosofía el concepto claro del orden público. Existe la creencia de que el orden público solamente corresponde a la policía. Pero no se trata sólo de una política antidelictual: lo fundamental es poner en práctica una política de seguridad integral, que involucre a todos los servicios públicos que conforman una nación. Que quien tiene que ver con la educación no genere factores criminológicos, lo mismo quien tiene que ver con economía. Es posible que una apertura económica en determinado momento genere y afecte a campesinos o a los comerciantes.

La policía en una sociedad democrática

La policía, como toda institución de servicio público, tiene que someterse al Estado de Derecho, y debe tener una serie de limitaciones fundamentales en su accionar.

La policía no puede dejar de cumplir lo que la ley ordena ni hacer lo que la ley prohibe; la policía no puede violar la ley so pretexto de defenderla, ni puede atropellar derechos y libertades con la excusa de protegerla.

La policía necesita de un marco constitucional, de una legislación clara, completa, coherente; el policía esta obligado a conocer cuáles son sus limitaciones en su trabajo.

Por su parte, la comunidad requiere también de claridad absoluta en la legislación que va a regular la actividad social. Hay doctrinas de policía como la alemana donde el ciudadano tiene la obligación de no aportar ningún acto de oposición que ponga en peligro la convivencia social. Aquí el peso de la responsabilidad del orden y la seguridad reside en la comunidad, y es ésta la que debe trabajar para impedir que haya desorden.

El Estado de Derecho implica obviamente que tenemos que desarrollar el derecho de policía, el cual tradicionalmente en nuestros países estaba ligado con el Derecho Administrativo y el Derecho Constitucional, y en las facultades de Derecho se enseñaba simplemente como un apéndice del Derecho Administrativo. Esto no debe ser así, el Derecho de Policía debe ser autónomo e implica una serie de elementos tipificadores del poder de la policía. Y no estoy hablando de policía uniformada, estoy hablando de policía en términos generales, que incluye al señor Presidente de la República, al Ministro del Interior, a los Gobernadores, a los Alcaldes, a todos aquellos que ejercen el poder de policía.

Derechos Humanos:

Los derechos humanos es un tema un tanto politizado, pero no en este medio. Los derechos humanos son el eje sobre el cual giran hoy todos los gobiernos democráticos que respetan el Estado de Derecho. Hace unos años, ya muy superados, la ley legitimaba los derechos; hoy los derechos humanos le dan vida y legalidad a la ley.

Tenemos que reconocer que la razón de ser de la policía es la defensa, garantía y protección de los derechos humanos. Cuando el policía adopta metodologías iguales a las de los delincuentes se desvía y transforma la acción de la policía. Aquí se puede aplicar el aforismo que dice que cuando el criado se parece al caballero, o el caballero es criado, o el criado es caballero.

El Estado le confia a la policía algo que es sumamente importante: la coerción; una de las facultades vitales del Estado. En otras palabras, la facultad de utilizar la fuerza cuando sea necesario, pero en la medida y dosis que sea suficiente para resolver el problema que se tiene entre manos. Los medios para combatir el crimen tienen que ser los adecuados; no por excederse el problema se va a solucionar mejor. El francés León Duguit advirtió en una famosa frase que "la ley sin fuerza es la impotencia, pero la fuerza sin ley es la tiranía".

Luego, tenemos el problema de la civilidad y la apoliticidad. La policía, por su naturaleza y su carácter, debe ser una institución eminentemente civil. El hecho de que tengamos un uniforme, o un arma, no significa de ninguna manera que seamos militares; el uniforme es un medio de identificación social, y se tiene un arma porque representa la delegación de coerción del Estado.

Pero algo debe quedar muy claro: hay que insistir en la sumisión de la institución a las autoridades civiles. Si eso no es así, se desnaturaliza su función y se rompe su unidad al Estado de Derecho.

Es vital fortalecer el carácter civil de los cuerpos de policía, pues su fortaleza no está en su capacidad represiva sino en organizar, manejar y vivir con la comunidad. Es indudablemente importante que a la policía le corresponda el mantenimiento del orden público interno, mientras, en una clara delimitación de funciones, al ejército le corresponde la seguridad externa, ligada con la soberanía y la defensa del territorio.

Consecuentemente, quedan absolutamente claras las actividades a la que deben dirigirse cada una de las instituciones. Por ejemplo, la policía no tiene "enemigos"; hablar del enemigo es una palabra desconocida para el policía. Esta tiene frente a sí personas, individuos, ciudadanos, a los cuales en un momento dado tiene que someter al imperio de la ley, para ponerlos a las órdenes de la justicia.

La "orden" en la policía tiene un sentido completamente diferente a la orden en el ejército, pues es una orden reflexiva. Si una orden conlleva la comisión de un delito, o la comisión de una contravención, debe ser rechazada por el subalterno que la recibe. El policía trabaja en la calle; es un profesional que tiene que decidir, asumir responsabilidades.

Riesgos

Tenemos que aceptar que la policía tiene muchas vulnerabilidades, como el contacto con el delito y el delincuente, el manejo de organizaciones criminales, etc., lo cual coloca a la institución en un estado tremendo de vulnerabilidad, que se materializa a veces en el abuso del poder, de la fuerza, o también en la corrupción. Por eso, debemos prevenir esta vulnerabilidad a través de sistemas estrictos de control, vigilancia, supervisión y evaluación.

La policía tiene que estar evaluándose permanentemente, hacerse autocrática, y los errores que se cometan deben ser humanos, sin llegar a convertirse en errores institucionales.

También es importante que el policía esté rodeado de una serie de beneficios, que eviten en buena parte esta vulnerabilidad, como un estupendo servicio social, salarios adecuados que le permitan vivir decente y obligadamente, un buen régimen prestacional. No podemos de ninguna manera pensar que lo que se destina a la policía, a los cuerpos de seguridad, es simplemente un gasto. Tenemos que pensar que es una de las mejores inversiones que se puede hacer.

Para el siglo XXI, necesitamos una policía moderna y profesional. Indudablemente lo primero que tenemos que hacer es entender que la policía es un servicio público. Un gran presidente nuestro, y quién fuera el Primer Secretario de la O.E.A., Alberto Lleras, dijo en una ocasión que "indudablemente la policía es la institución más importante que existe, porque el común de los ciudadanos no tienen otro contacto con el Estado que el policía. Para el ciudadano de las últimas y remotas regiones del país, que nunca conocerá al Presidente de la República, que jamás se codeará con los Ministros, su contacto con la autoridad es el policía, y estimará siempre que hay gobierno bueno o malo, recto o arbitrario, si hay buena o mala policía, recta o arbitraria policía."

Profesionalismo

El servicio de policía es uno profesional y debe tener las siguientes características: a) es directo, porque es absolutamente indelegable, ¿en quién se puede delegar la función del policía?

Los celadores, las empresas de seguridad, son eso, celadores, pero no son policías; b) es general, porque no se le puede negar a nadie, ni nadie se puede sentir excluido de la acción de la policía; c) está monopolizado, porque únicamente lo puede prestar el Estado, es un servicio público, sin ánimo de lucro; d) es un servicio primario, porque satisface las necesidades esenciales; e) es un servicio obligatorio, porque no se consigue organización social sin servicio de policía; f) es permanente porque no puede interrumpirse; g) es inmediato, se presta cuando se necesita; y, h) es indeclinable, nadie puede rehusarse a obedecer a la policía, ni la policía se puede rehusar a intervenir.

Policía se escribe con "P" de prevención. La mentalidad del policía debe ser predominantemente preventiva: cuando se comete el delito ya hemos fracasado, cuando vamos a perseguir al delincuente que mató a una persona, ya fracasamos, porque hemos debido evitar que la matara.

En cuanto a la profesionalidad, actualmente la sociedad demanda cada vez más una policía altamente profesional, lo que implica una con carrera, donde los ascensos sean por capacidad académica, profesional, y por méritos. Que la gente desee ser policía, que sea un motivo de orgullo y honor.

El perfil del policía debe estar de acuerdo con lo que la comunidad quiere, lo que incluye la personalidad, carácter, condiciones y cualidades del aspirante. No todo el mundo tiene la personalidad para ser policía; un hombre violento o poco reflexivo no sirve para policía. Se necesita ser honesto, probo, tener una buena organización familiar.

El perfil académico debe ser bien exigente. No hay nada más importante para la profesionalización que la academia de policía. A la academia deben ir los mejores hombres, y desde luego, el perfil ocupacional implica una especialización. No basta hacer una carrera, se debe hacer una especialización. Se necesita un policía que luche contra las drogas, un policía judicial, un policía de aduanas, un policía de vigilancia, de fronteras; etc.

Policía y Comunidad

El policía no es una cosa aparte de la comunidad, sino parte tremendamente importante de ésta. Por lo tanto, debe trabajar por su comunidad, que es lo mismo que trabajar para sí mismo. La participación activa y permanente de la comunidad es importante para su acercamiento a los servicios policiales, judiciales y penitenciarios, para que la policía no se convierta en ghettos, es decir, que no nos encerremos en nosotros mismos y nos consideremos un grupo aparte, cuando la comunidad es la razón de ser de la policía.

Una cosa es la divulgación que aparece en el periódico y otra muy diferente es establecer la comunicación activa con la comunidad. La comunicación implica el retorno de lo que se ha hecho. Las formas de participación comunitaria son necesarias, por ejemplo, las oficinas de quejas y reclamos, donde la comunidad pueda llegar a quejarse contra la policía y que reciban una respuesta inmediata.

Para que se solucionen algunos problemas se puede hacer uso de la participación de la comunidad, no para que nos reemplace, sino porque necesitamos el apoyo de un grupo de personas de buena voluntad y de espíritu cívico, en la realización de labores educativas, ecológicas, de organización, de participación, y crear redes de comunicación de apoyo que pudieran enlazarse con las nuestras para aumentar nuestras fuentes de información, y enriquecernos con datos oportunos que nos permitirían actuar de manera rápida. También existen los comités de prevención, vigilancia y seguridad.

Por ejemplo en Colombia existen 5.700 Comités de Seguridad locales y aspiramos a tener 20.000.

Con esta estrecha y permanente colaboración vamos a lograr, indudablemente, mejorar la imagen de la policía en la comunidad. La imagen no se mejora con la propaganda, se mejora con hechos, aumentando la credibilidad en la institución, haciendo más eficiente la labor operativa, y profesionalizando a la policía.


Diálogo Centroamericano es producido por el Centro para la Paz y la Reconciliación de la Fundación Arias para la Paz y e1 Progreso Humano con el apoyo de la Fundación Ford.

Apartado 8-6410-1000, San José, Costa Rica.
Teléfono: (506) 255 29 55, 255 28 85
Fax: 255 22 44.
Correo electrónico: info@arias.or..cr

Regresar a la página principal