Diálogo Centroamericano para la Paz y la Desmilitarización

Diálogo Centro-
americano

San José, Costa Rica
No. 27
Enero 1998
 

EL SALVADOR

Las relaciones civiles y militares

Un enfoque desde la óptica civil

Antonio Martínez (*)


¿Fue la Fuerza Armada de El Salvador defensora de la democracia? Esta interrogante se responde afirmativamente en un artículo reciente de Mauricio E. Vargas, general retirado y firmante de los Acuerdos de Paz, persona con quien compartimos en nuestra juventud las aulas y ahora terminada la guerra nos hemos vuelto a encontrar en este nuevo escenario de tolerancia. El sostiene, además, que entre otras cosas interesantes que no abordaré en esta ocasión, que en ese entonces, el corazón del poder político estaba en la Fuerza Armada. Para analizar tan complicados temas primero, al menos, hay que apuntar cual es nuestra concepción de democracia.

La conceptualización o reconceptualización es fundamental. ¿Qué es la democracia ? Inquieta que destacados líderes políticos del país entiendan de manera diferente este concepto. Unos sostienen que antes del conflicto armado aquí vivíamos en democracia y lo que se trató fue de defenderla. Otros postulan lo contrario. Se dice que democracia es el sucesivo relevo de gobiernos civiles por la vía electoral. Y más de alguno la ha definido como una forma de mantener determinados privilegios. Hay más definiciones en el ambiente. Pero, parece que algunos quieren ver en ella sólo lo que les conviene.

Primer aspecto medular acerca de la de democracia, claro está, frente a la monarquía - gobierno de uno -, la aristocracia - gobierno de pocos-, es que se distingue porque el soberano es el pueblo. Es por eso que también se define como el gobierno del número, de los muchos o de la multitud. Segundo, también reconocido por la academia, es que es un método, una forma de dirimir las diferencias sin tener que recurrir al uso de la violencia y la fuerza se convive de una manera tal que los conflictos se resuelven de acuerdo a normas y regulaciones establecidas y reconocidas, para eso existe el Estado de Derecho. Esto es lo que, en efecto, está plasmado en nuestra y en cualquier constitución de un país que se jacte de ser democrático. Si deseamos consolidar nuestra democracia ambos aspectos nunca deben ser olvidados y sí puestos en práctica.

Uso de la fuerza

Ahora bien, ¿porqué el corazón del poder lo detentaban los militares ? Aunque es claro que se trata de un fenómeno muy complejo sobre el cual hay que profundizar, yo afirmo de un modo sencillo y contundente que porque ese concepto de poder y democracia se basaba en el extremo uso y abuso de la fuerza para mantener el orden interno.

Las fuerzas armadas eran el corazón del poder y el instrumento principal para la defensa de la democracia. Aquel régimen se defendía no por medio del respeto a la voluntad soberana del pueblo y al Estado de Derecho, sino que con la fuerza militar y policial. Ergo: se trataba de un régimen antidemocrático.

Hemos realmente superado en El Salvador esta situación (causa del) origen conflicto abierto entre fuerzas armadas altamente beligerantes enfrentadas? Los Acuerdos de Paz establecieron sobre todo reformas muy profundas sobre el papel y el uso de la fuerza en nuestro país. La guerrilla del FMLN optó por cesar el fuego y pasar a crear espacios diferentes en el que dominara la democracia como método para continuar con su lucha por el bienestar popular y hacerlo sin tener que recurrir a la fuerza.

Gobierno democrático

Ahora parece que sí tenemos un esquema de gobierno democrático y lo es porque del uso de la fuerza para gobernar y regular intereses y pugnas es y debe ser cada vez menos necesario. Esto exige una altísima voluntad e inteligencia para concertar de los líderes institucionales civiles.

No tener que recurrir a la coerción, la violencia y muy en particular, no apelar al uso de la fuerza, ya sea ésta en forma de policía o de fuerzas armadas, estará y debe de estar en dependencia de la capacidad que tengamos para construir instituciones que sean altamente eficaces y eficientes para responder a la demanda de la mayoría que es lo que está en el centro de la democracia. Desde esta perspectiva, en lugar de hablar de fortalecer los institutos armados habría más bien que preocuparse por robustecer la capacidad de las instituciones a fin de que cumplan muy bien su rol de responder a la agenda nacional, regional e internacional.

Seguridad y democracia

La vieja concepción de seguridad subyugaba a la mayoría de la nación. En la nueva situación, las amenazas provienen de la insatisfacción de las necesidades económicas, sociales, políticas y culturales de amplios sectores. La pobreza constituye una grave amenaza pero es aún más grave la amenaza que representa la incapacidad institucional para resolverla.

Ahora deberíamos ver con meridiana claridad: el desarrollo debe ser el objetivo estratégico global y la seguridad, al igual que el derecho, la tecnología, la privatización e incluso la democracia, en tanto ella es un medio que no un fin, sirve si y sólo si sirve para el desarrollo social.

La guerra produjo la conquista de una democracia, nuestro más preciado logro del siglo. Y si bien para ello fue necesario el esfuerzo de muchos, constatamos la actuación protagónica de dos actores armados: las FAES (Fuerzas Armadas de El Salvador) y la guerrilla del FMLN (Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional). Los dos se transformaron a fondo a cambio de la democracia del país. Désmosle verdadero contenido a lo ganado. Las relaciones civiles y militares y aún más allá: toda actuación al interior de y entre grupos, sectores e instituciones públicas y privadas deberían tener el bienestar y la libertad de la persona humana en armonía con la naturaleza, como origen y fin de toda actividad. Así podríamos aspirar a una sociedad segura o todavía mejor, en desarrollo.

(*) Sociólogo, Ex-jefe académico y asesor del Colegio de Altos Estudios Estratégicos. Consultor en materia de seguridad y desarrollo. Miembro del Diálogo Centroamericano, Capítulo El Salvador.


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