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"Experiencia de la Seguridad Comunitaria en El Salvador" Jaime Martínez Director del Centro de Estudios Penales - CEPES - de FESPAD El esfuerzo por brindar de una manera distinta el servicio de seguridad a la población por medio del modelo comunitario se inició luego de haber experimentado con muchas otras modalidades. La última expresión de estas fue el modelo profesional, el cual pretendía mejorar el servicio de seguridad pública mediante más tecnología, más personal y otros recursos, y llevarlos a las diferentes ciudades o localidades donde no se estaba cumpliendo con la misión principal de brindar seguridad a la población. También se experimentó dotando a la policía de mayores facultades legales. Y como nada de esto funcionaba, se llegó a entender que algo fundamental estaba fallando y era que no se estaba considerando la necesidad específica de cada localidad. La policía tenía que insertarse dentro de las necesidades de la comunidad: no era suficiente tratar una política de seguridad pública nacional, sino que era necesario identificar cuáles eran los problemas cotidianos de cada localidad que pueden diferir de un sitio a otro. Por ejemplo, para determinar dónde se va a llevar a cabo una experiencia inicial del programa de seguridad comunitaria, se deben tomar en cuenta algunos factores esenciales, como la densidad poblacional. Además, idealmente deben ser lugares que no estén sobrecargados de conflictividad delictiva, es decir, que no tengan un índice delincuencial extremadamente alto, pero que tampoco estén completamente exentos de problemas de seguridad o la incidencia de estos sea extremadamente baja. Hay que considerar la realidad que vivimos, y es que el mayor costo de la inseguridad lo sufren más las clases menos protegidas, que tienen menos posibilidades de comprar su seguridad privada. En consecuencia, una experiencia de seguridad comunitaria no estaría bien hacerla en un sitio donde de antemano sabemos que la conflictividad delictiva es muy elevada, ni tampoco en un lugar donde todos tienen sus casas amuralladas y tienen seguridad privada, porque el problema en esos lugares está resuelto. Partiendo de esta premisa, otra cuestión que se debe establecer como marco conceptual es que cuando se habla de una forma distinta de seguridad, como es la seguridad comunitaria, hay que entender que esto está relacionado directamente con, o se deriva de lo que los presidentes de Centroamérica definieron hace algunos años como el nuevo concepto de "seguridad democrática", que tiene como punto de partida sustraer completamente las funciones de seguridad pública del ejercicio de las funciones de las fuerzas armadas. A partir de ahí se toma conciencia plena de que una cosa es la defensa de la soberanía de los países y la defensa de sus territorios como facultad exclusiva de los ejércitos, y la seguridad pública que, ante todo, debe ser una función específica de un cuerpo civil. Pero la seguridad pública democrática no se reduce al hecho único de que la seguridad sea ejercida por parte de un grupo de civiles: no es solo porque el ejército no está ejerciendo esta función que automáticamente tenemos seguridad democrática. El perfil de la policía democrática Una policía democrática sería aquella que reúne ciertas cualidades. En primer lugar, un carácter esencialmente civil, y no sólo en el sentido de que no dependa de las fuerzas armadas, sino que su organización, su comportamiento, sus usos y lenguaje, su forma de relacionarse con la población sean totalmente ajenos a las modalidades castrenses. La máxima transparencia también es esencial para una institución que quiere contribuir con una sociedad totalmente democrática. La policía tiene en sus manos el monopolio del uso de la fuerza, y el agente de policía es depositario del poder directo que los ciudadanos le hemos dado al Estado para que proteja nuestros derechos. Por lo tanto, debe estar sometido a la mayor claridad posible y en consecuencia sus funciones, actitudes y actividades deben estar sujetas al control público. Además está el profesionalismo de la policía, que es más que cursar una carrera, asistir a una academia y luego obtener un título. El profesionalismo tiene que ser entendido como una condición subjetiva: que el policía se sienta un profesional, que se vea inmerso en una sociedad en la cual él no es diferente de un médico o de un abogado. Ser policía es nada más tener una función específica. Si bien es cierto que a veces es vista como una misión heroica que requiere de ciertas condiciones especiales, es un trabajo más. Al policía se le hace muy mal exigiéndole que todo el tiempo piense y actúe como policía, aún fuera de horas de servicio. Sería como exigirle a cualquier otro profesional no poder desligarse ni un momento de su carga de trabajo, especialmente al policía cuyas condiciones laborales son, por lo general, especialmente duras. En este sentido, el policía tiene también derecho al ocio, como cualquier otro ciudadano. No se le debería reprochar al policía que de vez en cuando salga a divertirse, siempre y cuando su conducta no dañe los bienes jurídicos de otras personas. La vocación de servicio a la comunidad es un carácter esencial también y esto está establecido en el artículo 25, inciso 1 de la Ley Orgánica de la Policía Nacional Civil, que establece que el policía siempre debe estar al servicio de la comunidad. Otro rasgo de la policía en una sociedad democrática es que el orden público debe estar sometido a una conceptualización permanentemente crítica, porque el orden público es la misión esencial que motiva la labor de un cuerpo policial. El orden público puede ser entendido de forma distinta por diferentes personas o sectores sociales, y puede cambiar con el transcurso del tiempo así como variar de un lugar a otro. Por esto es necesario realizar una revisión critica de las necesidades del orden público en cada momento y en cada lugar. Asimismo, la labor de la policía debe ser entendida fundamentalmente como parte de un sistema. Por ejemplo, en el caso de la policía de investigación, se trata de un órgano auxiliar de la administración de justicia, y es un elemento más de un sistema y como tal se debe entender que su trabajo tiene repercusiones en el resto del sistema. Si por ejemplo la policía recaba indicios de prueba de manera ilícita, esto tendrá repercusiones negativas en la presentación de esas evidencias en el proceso, así como en su valoración judicial, y esto podría llevar a la anulación de los indicios que bien recogidos hubiesen servido como pruebas. Principios de la seguridad comunitaria Se debe tomar en cuenta que en estas experiencias no se dan resultados a corto plazo, sino que los primeros frutos tal vez se verán en un año. Por esto es importante establecer algunos principios esenciales para distinguir aquellos ejercicios de policía orientada a la comunidad que pueden ser efectivos y pueden estar llevando a una práctica distinta de hacer seguridad pública, de aquellos otros que no dejan de ser relaciones públicas. Para distinguir si realmente estamos por el camino adecuado de un proyecto de Policía o Seguridad Comunitaria, con base en experiencias que se han estado construyendo en diversos lugares y que han coincidido en algunos aspectos, podemos tomar como guía cinco puntos fundamentales:
La seguridad comunitaria en El Salvador En El Salvador, tal vez se podría caracterizar la situación actual de la experiencia de la policía orientada hacia la comunidad como una corriente minoritaria, pero que cada vez tiene mayor importancia. A nivel público hay un compromiso de las principales autoridades con esta orientación. En todo este proceso hemos sido acompañados siempre por las máximas autoridades de la policía, y en esto ha habido un respaldo notorio; pero también se está nadando contra corriente, en el sentido de que se ha tendido a mantener la forma tradicional de hacer las cosas dentro de la policía. También hay una condición conceptual: hay diversas maneras de entender la Policía Comunitaria y para algunos esto se reduce a buenas relaciones con la población; por ejemplo participar en las fiestas patronales de cada población, brindar charlas de "buen ciudadano" a los jóvenes y niños o abrir una unidad de relaciones públicas. No hay que perder de vista que el propósito no es la buena relación con la comunidad, sino brindar un buen servicio de seguridad al ciudadano. En este sentido, la relación policía-comunidad es más un medio que un fin. Existe el problema de la dispersión de esfuerzos y experiencias. Hay dispersión incluso en el interior de la policía, porque hay jefes policiales que realizan empeños con resultados de diferente naturaleza. Sin embargo, el esfuerzo de la policía comunitaria requiere la participación de diferentes entes. La Academia de Seguridad Pública hace su aporte desde el punto de vista de la formación; la Inspectoría General tiene sus ideas de como orientar la policía hacia la comunidad; la cooperación internacional realiza sus esfuerzos y programas, y las ONGs también cooperamos en la implementación de los mismos. Afortunadamente, se está tomando conciencia de esta dispersión y es así como a partir de julio de 1998, después de un esfuerzo de intercambio con organismos de cooperación internacional (como la cooperación sueca, la fundación Radda Barnen), la cooperación técnica especializada (como el programa de los Estados Unidos para la capacitación en técnicas de investigación, ICITAP), instituciones públicas que no tienen que ver con la seguridad sino con servicios sociales como el Ministerio de Educación y algunas ONGs tanto locales como internacionales, llegamos a la conclusión de que no podíamos seguir en esto. A raíz de esta convicción, el Consejo de Seguridad Pública que es la entidad oficial encargada de asesorar a la Presidencia de la República en materia de seguridadcon quien los organismos antes mencionados veníamos sosteniendo diversas relaciones, convocó a participar en un grupo de discusión permanente que compartimos con la policía, la Academia de Seguridad Pública, otras instituciones gubernamentales de servicios sociales como el Ministerio de Educación, el Instituto Salvadoreño de Protección al Menor, algunos representantes de la cooperación internacional y la Procuraduría de Derechos Humanos. Todos aquellos que tenemos un interés común estamos tratando de canalizar este esfuerzo. Es importante destacar que desde la propia policía podemos construir la experiencia en diferentes sitios en forma simultánea, como de hecho ya se está haciendo en algunos lugares de San Salvador, como Soyapango, Ilopango y el Centro Urbano "Zacamil", así como en otros departamentos entre los que destacan las experiencias de Sonsonate y Ahuachapán para que los esfuerzos de la cooperación internacional y los esfuerzos gubernamentales y de la sociedad civil, se unan en un solo programa que garantice mejores resultados y se garantice una efectiva participación e intercambio de los ciudadanos y ciudadanas en la búsqueda de soluciones a sus problemas de inseguridad. Diálogo Centroamericano es producido por el Centro para la Paz y la Reconciliación de la Fundación Arias para la Paz y e1 Progreso Humano con el apoyo de la Fundación Ford. Apartado 8-6410-1000, San José,
Costa Rica. |