Diálogo Centroamericano para la Paz y la Desmilitarización

Diálogo Centro-
americano

San José, Costa Rica
No. 38
Marzo-Abril 1999

HONDURAS

Civiles y Militares: Una Década de Fortalecimiento Democrático

Leticia Salomón

Profesora de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH)


El reciente nombramiento, el pasado 27 de enero, del primer Ministro de Defensa Civil en la historia de Honduras culminó el proceso de reforma militar y confirma el fortalecimiento de la reconstrucción democrática en este país. Atrás quedaron los dolorosos recuerdos de la represión masiva y selecta, la intervención descarada en el proceso político, la negación sistemática de la democracia, del Estado de Derecho y de las garantías individuales.

Muchas cosas tuvieron que suceder para que los militares salieran del ámbito arrebatado a los civiles, y retornaran a los cuarteles, entre el lamento por los errores, la supuesta traición de sus aliados, el desprecio por la clase política y el acentuado rechazo a la naturaleza civil de la democracia. Ese tránsito fue duro, conflictivo y lleno de resistencias. No fue fácil para los militares despojarse de la impunidad que les concedía el uniforme, del poder que emanaba de sus fusiles, de la imponente presencia en la sociedad, y de la beligerancia política que les concedía la guerra fría. Para muchos civiles --dirigentes políticos, sociales y religiosos-- que crecieron bajo la sombra protectora de los militares y disfrutaron de la bonanza que confería su condición de socios menores, tampoco fue fácil.

Balance

Entre los principales avances de una década respecto del balance entre civiles y militares, se pueden mencionar los siguientes:

  1. En los noventas, los militares pasaron de una dinámica ofensiva a una defensa beligerante, finalizando con una discreta visibilidad y una concentración interna de los conflictos que antes se manifestaban en el ámbito político.
  2. La sociedad civil evidenció un salto cualitativo de la pasividad al dinamismo en el tema militar, pese a la concentración coyuntural de sus acciones y a la tradición de delegar estas iniciativas a la clase política.
  3. Los partidos políticos se vieron obligados a despojarse de su prudente silencio con respecto del tema militar y convertirlo, parcialmente, en un componente del discurso electoral. Propiciaron cambios substanciales en torno al mismo, empujados por circunstancias y el cálculo político más que convencidos de la necesidad política y social de los mismos.
  4. Los medios de comunicación jugaron un papel determinante en la transición cultural hacia la democracia, en materia de relaciones civiles-militares.
  5. Los funcionarios de los poderes del Estado oscilaron entre la satisfacción del interés nacional y la negociación político-partidaria, retardando a veces la culminación del proceso, o pasando desapercibidos algunos aspectos centrales de la transición.
  6. Se experimentaron muchos e importantes cambios en la cultura política, de los valores, actitudes y creencias, expresados en torno al tema militar. De manera gradual y creciente se fue recuperando cierto sentido de la "civilidad" y cierta sensación de primacía sobre los militares, lo que permitió acelerar los cambios que propiciaba la democracia.
  7. Los empresarios, preocupados por el ajuste estructural, la modernización del Estado y el incremento de la inseguridad pública, clamaron con entusiasmo por sustitución de militares por policías y pidieron la reducción presupuestaria de los gastos militares.
  8. El contexto internacional propició la distensión, la paz y la democracia. Se fue desmilitarizando el concepto de democracia y las ideas de participación, pluralismo, tolerancia y debate fueron desplazando las viejas ideas de exclusión, intolerancia y represión.
  9. Los organismos de derechos humanos desarrollaron una intensa labor hasta lograr modificar la conciencia ciudadana en la redefinición de las relaciones civiles-militares. A ellos corresponde, en mucho, el avance logrado hasta ahora.
  10. Los elementos anteriores permiten comprender el giro substancial en materia de construcción democrática. La idea de democracia, asociada con una mayor apertura del sistema y más oportunidad para la crítica y el debate fue abriéndose paso y facilitó el protagonismo civil en la redefinición de sus relaciones con los militares. La década de los noventas se ha encargado de validar la afirmación de que a mayor fortalecimiento de la democracia, menor protagonismo de los militares.

Retos

No obstante, la reforma militar quedó inconclusa y los faltantes aseguran la permanencia de un serio peligro para la institucionalidad militar, y un punto de tensión ante el espíritu contralor de la sociedad civil. Entre los retos pendientes se pueden citar los siguientes:

  1. La redefinición del papel de los militares en la democracia. Se relaciona con la capacidad de los militares para elaborar un perfil profesional más acorde con el proceso político que se vive y también con la capacidad de los civiles para decidir el tipo de institución y la cuantía necesaria para asegurar un mínimo de requerimientos de seguridad. El reto más importante es asegurar el apego irrestricto del Estado de Derecho.
  2. La construcción de una nueva identidad para las Fuerzas Armadas. La institución armada debe superar la crisis de identidad, provocada por la transición política y cultural del autoritarismo a la democracia, y establecer con claridad su identidad como institución del Estado, subordinada a la institucionalidad civil y con una presencia más profesional en el escenario público.
  3. La legitimación de las Fuerzas Armadas ante la sociedad. Ello es fundamental para impulsar cualquier proyecto de redefinición institucional y les permitirá motivar una mayor afluencia de aspirantes a soldados, a través del servicio militar voluntario. La institución militar fue la más perjudicada con su involucramiento político e ideológico en un ámbito de preferencia civil. Si esos errores sirven de lección, las Fuerzas Armadas podrán reencontrarse con la sociedad en condiciones más ventajosas para ambos.
  4. La capacitación civil en temas de defensa. Los miembros de la sociedad civil deben superar debilidades en falta de conocimiento y habilidades respecto de los temas militares. Esto obedece tanto al monopolio castrense sobre estos temas, como al desentendimiento de los civiles, y atenta contra la supremacía civil ante los militares.
  5. El fortalecimiento del Ministerio de Defensa. Las funciones de la Jefatura de las Fuerzas Armadas, cargo que fue suprimido luego de 41 años de vigencia, fueron trasladadas en la reciente reforma constitucional al Ministerio de Defensa. El reto más importante, por lo tanto, es el montaje de una institución estatal que ejerza su papel ante los militares y que le imprima el dinamismo del que ha carecido. De ello dependerá la transcendencia del primer civil nombrado al frente del cargo.
  6. La revisión de la reforma militar. La reforma adoleció de dejar en poder de las Fuerzas Armadas el manejo directo de la Pagaduría, con lo cual debilita el control del manejo presupuestario, y además mantiene inalterable el funcionamiento del Instituto de Previsión Militar, fuente ambos de corrupción y deformación. El Congreso deberá enmendar el error cometido y modificar una situación irregular que es rechazada desde dentro y fuera de la institución.
  7. La necesidad de acentuar la condición civil en los políticos y en los funcionarios públicos. La militarización de la cultura política tiene sus raíces en el proceso político hondureño. Asumir la condición civil significa desechar la tentación autoritaria, resistir la inclinación obsesiva por el poder y rechazar la sutil imposición de la lógica castrense.
  8. La urgencia de desmilitarizar la conciencia ciudadana. La creciente indefensión de los ciudadanos ante el incremento de la inseguridad los hace ver con nostalgia el empeño represivo de los militares. Este fenómeno evidencia un fuerte rezago autoritario que puede trasladarse sutilmente al ámbito político, constituyendo un serio peligro de involución.
  9. El fortalecimiento del espíritu colectivo de vigilancia sobre las Fuerzas Armadas. La sociedad civil debe vigilar y controlar el avance institucional en la redefinición de las relaciones civiles-militares para evitar una recomposición del poderío militar en el ámbito político. Se debe impedir la militarización de lo político, pero también la partidización de lo militar, que se manifiesta por ejemplo en la concentración de poder en el Presidente, situación que se acepta muy bien en las democracias más consolidadas, pero que se mira con recelo y desconfianza en las sociedades que comienzan a erradicar los vestigios autoritarios.
  10. La separación funcional, cultural e institucional entre las Fuerzas Armadas y la Policía. Una delimitación clara entre los ámbitos de seguridad interna y externa ayuda a evitar la confusión funcional del pasado que tanto daño le hizo a ambas instituciones. Esto conducirá a las Fuerzas Armadas a circunscribirse en su papel, a profesionalizarse en el mismo y a desideologizar la seguridad interna.

Avances

La finalización del siglo XX deja un saldo positivo en las relaciones civiles-militares en Honduras, y la llegada del nuevo siglo permite ver con optimismo esas relaciones y sentir que el pasado autoritario está llegando a su fin. Esto sugiere que el fortalecimiento de la democracia trae consigo el fortalecimiento de la institucionalidad civil, lo que supone una percepción diferente de los militares. La voluntad política para enfrentar los retos, y la disposición ciudadana para vigilar los procesos, se convierten en requisitos fundamentales para la culminación del proceso. Los riesgos de la militarización de lo político y de partidización de los militar pueden llegar a constituir el inicio de un círculo vicioso más devastador que el que hemos vivido. De nosotros, la sociedad civil, depende que esto no ocurra.


Diálogo Centroamericano es producido por el Centro para la Paz y la Reconciliación de la Fundación Arias para la Paz y e1 Progreso Humano con el apoyo de la Fundación Ford.

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