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LA DESMILITARIZACIÓN TOTAL COMO UN NUEVO PARADIGMA DE SEGURIDAD EN CENTROAMERICA Arnoldo Brenes Coordinador del Diálogo Centroamericano Un breve repaso de la situación actual de la seguridad en Centroamérica puede llevar a la conclusión de que la discusión sobre si la abolición de los ejércitos es o no conveniente debe ser reemplazada más bien por un análisis de si el momento es el propicio o no, y sobre cuáles serían las medidas que habría que tomar para que este proceso se realice en forma exitosa. En efecto, las circunstancias actuales parecen ser las adecuadas:
¿Nuevas funciones para los ejércitos? El que los ejércitos realicen ahora otras tareas ajenas a su función típica, cual es la protección del territorio, la soberanía o la población ante amenazas de carácter militar, es un síntoma de dos cosas: a) de que carecen de trabajo y b) de que existen vacíos en las instituciones civiles que en realidad deberían realizarlas. A pesar de la valiosa contribución que las nuevas tareas pueden representar a las sociedades centroamericanas lo cual es justo reconocer, en particular las tareas de salvamento y reconstrucción post-Mitchen principio no parece sano que los ejércitos asuman ahora otras funciones, principalmente por tres razones:
Si ahora los ejércitos quieren dedicarse a otras tareas, eso estaría bien, pero sería preferible que no lo hicieran como fuerzas armadas sino transformándose gradualmente en las instituciones civiles apropiadas. La situación actual debería verse como una etapa de transición, necesaria para crear las condiciones apropiadas para la efectiva incorporación de las fuerzas armadas en las instituciones civiles apropiadas para enfrentar los retos actuales a la seguridad o bien contribuir al desarrollo humano de un país. Este enfoque podría ser una forma de regular una situación que de hecho se ha venido dando, que no deja de ser polémica en el análisis actual de las relaciones civiles-militares de la región. A la vez, esta estrategia podría ayudar a resolver el problema de la reinserción de los ex militares. Las fuerzas armadas centroamericanas cuentan con personal valioso que puede contribuir grandemente al desarrollo de nuestros países. Posiblemente no todos los soldados u oficiales desmovilizados llegarían a integrarse a las otras instituciones estatales garantes de la seguridad, por lo que algunos deberían ser absorbidos por las diferentes empresas y actividades del amplio sector privado.
La desmilitarización total como meta deseable Las condiciones descritas anteriormente sugieren que Centroamérica podría estar lista para contemplar la meta de la desmilitarización total como una aspiración válida. Desde luego, no se espera que la meta de la desmilitarización total se alcance a muy corto plazo, pero lo que sí es importante es que por lo menos se considere como un rumbo deseable, al igual que la democracia o el desarrollo sostenible. Esto por sí solo sería un gran avance. No obstante, esta opción todavía no ha sido considerada seriamente en la región. Entre las posibles razones se podrían considerar las siguientes:
En los casos de Haití, Panamá y Costa Rica, la abolición de las fuerzas armadas se produjo luego de la derrota militar de los ejércitos, oportunidad que fue visionariamente aprovechada por los líderes políticos de cada país. Como lo ha explicado el ex vicepresidente de Panamá, Ricardo Arias Calderón, la derrota y el desprestigio de las fuerzas armadas ante la ciudadanía permitieron en estos países una solución más "radical" que, una vez establecida, forzó un reacomodo de la concepción de la seguridad y de los instrumentos para lograrla. Sin embargo, en los otros países centroamericanos, al retener los militares cuotas importantes de poder, el proceso de desmilitarización ha tenido que ser gradual e incluso lentoabarcando etapas como la subordinación de los militares a los civiles y la separación de las labores de policía de los ejércitos, entre otras Actualmente Centroamérica es posiblemente de las pocas regiones en el mundo que podrían aspirar a convertirse en zonas totalmente desmilitarizadas. La opción de la abolición de ejércitos desde luego no es atractiva ni conveniente para todos los países, en particular para aquellos que basan su poder geopolítico en su poderío militar, o bien aquellos países que enfrentan amenazas legítimas de naturaleza militar, o incluso aquellos cuyas economías dependen en parte de sus industrias armamentistas. Por el contrario, los países Centroamericanos, que en general podrían catalogarse como pequeñas y pobres democracias que no enfrentan amenazas reales de naturaleza militar, podrían ser candidatos idóneos para este nuevo esquema de seguridad. Posibles beneficios La desmilitarización total podría traer importantes beneficios para los países centroamericanos, entre ellos:
La situación actual indica que los ejércitos centroamericanos cada vez se alejan más de su función original, además de que sus presupuestos y equipos actuales no les permiten mantenerse actualmente como fuerzas "compactas pero efectivas", por lo que gradualmente, tal vez con la excepción del ejército guatemalteco que todavía conserva un número alto de efectivos, pierden su capacidad real de defensa del país ante un ataque armado extranjero la misión clásica de los ejércitos. Ante esto, el curso natural de las cosas pareciera ser que gradualmente desaparezcan. Desde luego, si una nación decide conservar un ejército, aún cuando sea un mero símbolo de identidad nacional, al igual que muchas de las monarquías europeas, eso sería una opción válida, pero posiblemente no la más racional en términos económicos. Condiciones En cuanto a las condiciones que se deberían dar para que el proceso de desmilitarización sea efectivo, se pueden considerar:
Como lo ha señalado Laura Chinchilla, la desmilitarización total también implica una redefinición del concepto de seguridad y de los mecanismos para asegurarla, entre ellos:
Un nuevo paradigma de seguridad Aparte de los factores económicos, sociales y de política interna, tal vez uno de los principales argumentos a favor de la desmilitarización total es su contribución a la paz y la seguridad regionales y mundiales. La razón es muy sencilla: un país sin ejército elimina el factor de "amenaza" hacia los otros países, el cual es la justificación que los gobiernos necesitan para desarrollar o mantener su capacidad de respuesta (o ataque) militar. De acuerdo a la tradición imperante del realismo político en el campo de la seguridad internacional, los estados deben tener la capacidad para defenderse de una agresión armada por parte de otros estados, que con toda probabilidad llevarán a cabo si esto favorece sus intereses. La capacidad de respuesta militar, entonces, es necesaria para disuadir a los otros países de realizar un ataque militar. Bajo este esquema realista, el balance de poder mediante la equiparación del poderío militar es lo que asegura la paz entre estados, y esta es la base de la justificación para comprar armas o crear grandes ejércitos. Por el contrario, un país sin ejército prácticamente no tiene capacidad ofensiva. Esto se acerca más bien al esquema del utopismo o del idealismo político en las relaciones internacionales. Al no tener un país capacidad de agresión, deja de ser una amenaza para sus vecinos. En términos prácticos, esto se podría entender como una aplicación macro del principio de la no-violencia, aplicada en este caso a las relaciones internacionales. Esto es un nuevo paradigma de seguridad en el mundo. Al considerar la opción de la desmilitarización total, Centroamérica tiene el potencial para ser la primera región del mundo en ponerlo en práctica, sirviendo de ejemplo para el resto del mundo. La contribución potencial que esto podría significar para la paz y el desarrollo del resto del planeta es inmensa. La desmilitarización centroamericana Por último, la desmilitarización de Centroamérica sin duda favorecería el semi-estancado proceso de integración regional. La división de la región entre estados con y sin ejército se ha reflejado en la suscripción con reserva por parte Panamá y Costa Rica del Tratado Marco de Seguridad Democrática, y ha debilitado los alcances potenciales de este Tratado. Por otro lado, la negativa costarricense a integrarse al PARLACEN también es en parte un reflejo de esta disparidad en los esquemas predominantes de seguridad, sobre todo en la década anterior. Es muy probable que la desmilitarización total de los otros países cree un ambiente más favorable para una mayor integración, tanto por el potencial para mejorar las economías y las condiciones sociales de los habitantes como por la posibilidad de desarrollar una política de seguridad basada más en la diplomacia y las instancias multilaterales, como la OEA o el SICA, antes que en el poder de las armas. Precisamente, una de las implicaciones prácticas que la desmilitarización total de Centroamérica tendría en el campo de la seguridad es que se requeriría una readecuación de la concepción de seguridad nacional (y regional) y de los mecanismos para asegurarla. El Tratado Marco de Seguridad Democrática podría ser revisado y actualizado de manera que la doctrina centroamericana de seguridad refleje mejor el nuevo panorama de la región La desmilitarización total es un nuevo paradigma de seguridad. Al igual que Centroamérica sirvió como ejemplo al mundo con su proceso de paz, nuevamente tiene el potencial de ser un laboratorio viviente en la construcción de la seguridad mundial. Lo único que se requiere es voluntad y apertura de mente para contemplar seriamente esta posibilidad, dialogar sobre ello y tener el coraje para atreverse a innovar. Diálogo Centroamericano es producido por el Centro para la Paz y la Reconciliación de la Fundación Arias para la Paz y e1 Progreso Humano con el apoyo de la Fundación Ford. Apartado 8-6410-1000, San José,
Costa Rica. |