FARC:
Ponencia del lanzamiento del Movimiento Bolivariano, 29 de abril de 2000
Ponencia
del lanzamiento del Movimiento Bolivariano (29. 04. 2000)
Colombianos: Desde el 27 de
Mayo de 1964 a los integrantes de las FARC-EP, nos han obligado a recorrer
innumerables caminos y a combatir en forma de guerra de guerrillas móviles
sin vacilación ni desmayo, primero como recurso de resistencia ante la
agresión y ahora, en la búsqueda del poder político para construir un
nuevo país, democrático, soberano y con justicia social.
Como revolucionarios profundamente
comprometidos con las causas del pueblo y concientes que en una confrontación
como la actual son los sectores populares los más afectados, una y otra
vez hemos golpeado puertas y lanzado propuestas buscando evitarle a Colombia
el desangre fratricida, sin que hayamos tenido eco, merced a esa rabiosa
arrogancia que caracteriza a la oligarquía de nuestro país, convencida
como está, que los colombianos del montón somos gentes sin dignidad, sin
criterios, ignorantes, sin ánimo de combate y sin capacidad de conducción.
En Marquetalia, sur del Tolima,
hace 35 años y antes de producirse la invasión por parte del ejército
oficial, clamamos por el diálogo y los acuerdos, recibiendo como respuesta
bombas y metralla por orden de quienes ejercen desde hace 180 años el
poder del Régimen y usufructúan la violencia del Estado contra los trabajadores
del campo y la ciudad. Es su método tradicional que busca someter y paralizar
por medio del terror oficial a quienes ejercen el sagrado derecho de la
oposición al sistema.
Jamás lo imaginaron, pero
un puñado de valientes encabezados por nuestro Comandante en Jefe Manuel
Marulanda Vélez, fue capaz de resumir la rabia y la indignidad padecidas
para transformarlas en conciencia, en organización, en lucha, en estrategia
precisa y convertirla en propuesta popular y revolucionaria concreta,
hasta erigirlas como alternativa de poder.
Así que la guerra de guerrillas
revolucionaria existe en Colombia por exclusiva responsabilidad de la
oligarquía. La guerrilla revolucionaria no existe en nuestro país porque
alguien se la inventó, o por el transplante de la experiencia de otros
pueblos del mundo, o por una orden impartida desde los centros del antiguo
Campo Socialista. Existe sencillamente porque la rapacidad y la violencia
terrorista de la clase en el poder OBLIGÓ al pueblo a desarrollar su inagotable
creatividad para protegerse y luego, en el transcurso de la lucha, hacer
conciencia que era insuficiente resistir y que lo importante era liquidar
de raíz la causas que hicieron posible su propia existencia. Así se forjó,
al calor de la lucha, la concepción del combate por el poder político
como objetivo concreto y única herramienta efectiva para construir una
Nueva Colombia en donde no existan los abismos sociales, económicos y
políticos que hoy hunden al país en la más profunda crisis.
Para nosotros, la confrontación
militar es solo un medio para la obtención de un fin: la Nueva Patria,
democrática, soberana y con justicia social. Si en Colombia se llegasen
a abrir nuevos y positivos espacios, nuevas condiciones, un nuevo medioambiente
político, económico y social que hicieran inocuo el uso de las armas,
seguramente otra sería la perspectiva para la nación.
Pero la realidad es muy terca:
luego de infructuosos llamamientos para que buscáramos entre todos las
salidas políticas a la crisis nacional, en 1985 protagonizamos papel principal
como plataforma de lanzamiento para la conformación del Movimiento UNIÓN
PATRIÓTICA, parte sustancial del proceso de Diálogos que para ese entonces
desarrollábamos con el gobierno del doctor Belisario Betancur. Fue un
esfuerzo importante por jalonar más las posibilidades que se abrían en
la búsqueda de senderos civilizados para la solución a la confrontación.
Pero el Estado, los personeros
del Régimen Político y el llamado Establecimiento, una vez más se atravesaron
criminalmente abortando a través de la guerra sucia y el terror paramilitar,
el nacimiento de esa posibilidad. Fueron más de 4000 activistas asesinados
con sevicia y cobardía, frustrando miserablemente esa nueva esperanza
y confirmando una vez más que en Colombia la búsqueda de soluciones políticas
tiene en el Estado su irreductible enemigo.
En 1948 segaron violentamente
la vida de Jorge Eliécer Gaitán, en el año 60 la del dirigente campesino
Jacobo Prías Alape, luego la de Luis Carlos Galán, la de Jaime Pardo Leal,
la de Bernardo Jaramillo, la del senador Manuel Cepeda Vargas y la de
miles de dirigentes y cientos de miles de gentes humildes de nuestro pueblo.
La historia nacional nos evidencia que esta oligarquía hizo del crimen
político su arma fundamental de gobierno para enfrentar a sus adversarios.
La oligarquía, que en palabras
de Jorge Eliécer Gaitán es la concentración del poder total en un pequeño
grupo que labora para sus propios intereses a espaldas del resto de la
comunidad, desarrolla vergonzantemente -porque no lo quiere asumir-, la
estrategia paramilitar desde finales de la década de 1940 a través de
los pájaros, o chulavitas o simplemente paramilitares que son unidades
de las fuerzas armadas oficiales o pagas por ellas y bajo sus órdenes,
encargadas de ejecutar los crímenes y las tareas sucias por las que a
los altos oficiales les da vergüenza responder. En eso de mandar asesinar
civiles desarmados y poner a otros a darse ínfulas, es experta la oligarquía
colombiana. Ejemplos sobran, porque luego, cuando ya los sicarios les
incomodan, los han mandado a eliminar.
Por eso nadie cree en sus
alharacas ni en sus lágrimas de cocodrilo derramadas por la crítica situación
de nuestro país. Practican el crimen y la violencia para someter al pueblo
a sus políticas neoliberales de darwinismo social, de la sobrevivencia
del más fuerte, para acallar la protesta por el desempleo, por los bajos
salarios, por el despojo de tierras, por la precariedad de la salud pública,
de la educación como un derecho, por la falta de vivienda, lucha que estalla
por los cuatro costados de la patria y por toda latinoamérica, estrechando
nuestros lazos de hermandad y solidaridad contra el enemigo común: el
neoliberalismo que aplasta nuestras ansias de progreso y los sueños de
un mejor porvenir.
Ningún patriota acepta, que
en su enorme incapacidad, la llamada clase dirigente de nuestro país haya
entregado, el manejo de la patria a las políticas imperiales de los Estados
Unidos de Norteamérica, a tal punto que son ellos quienes definen nuestros
planes de desarrollo económico y social, ellos quienes determinan cuándo,
cómo y contra quién deben apuntar las armas oficiales, elaboran las estrategias
militares para que nos matemos entre compatriotas regalando armas para
que lo hagamos, riegan de mortales bacterias y fungicidas nuestros campos,
porque hipócritamente, nos han señalado como peligrosos enemigos de su
seguridad nacional.
Todo esto con la anuencia
de la clase política dirigente de liberales y conservadores, que convertida
en un verdadero cartel de la corrupción, es la responsable directa de
la situación que padecemos.
Mientras el Régimen mantiene
su posición intransigente de impedir cambios en la composición del poder
político, en el crecimiento ilimitado de sus aparatos de guerra, en el
acrecentamiento de su estrategia paramilitar, en el atizamiento de más
violencia oficial a través de denominado PLAN COLOMBIA verdadero esperpento
de la penetración gringa en nuestros asuntos internos, en la delictuosa
privatización de las empresas públicas, en su estímulo al antipopular
neoliberalismo, nosotros continuamos porfiando en la salida política a
la crisis y a la confrontación. Por ello hemos reforzado nuestros equipos
humanos en el proceso de diálogos que se adelantan con el gobierno nacional
y en el Comité Temático, importante y democrática herramienta que vincula
al conjunto de la población con el proceso de paz, por eso hemos propuesto
la discusión que pueda conducir a un cese de los fuegos bilateral y por
tiempo definido.
Pero también le estamos proponiendo
al país, la construcción del Movimiento Bolivariano por la Nueva Colombia
como instrumento civil, alternativa a los partidos tradicionales, que
luche por incorporar a todos los inconformes a la acción por la defensa
de sus intereses y por la conquista del poder político para los trabajadores
y los sectores democráticos de la nación.
Movimiento, porque será policlasista,
en tanto convoca a la unidad de todos quienes deseen combatir a la oligarquía
colombiana, por la defensa de la soberanía bacional y a conformar un nuevo
gobierno democrático y de profundo contenido popular.
Bolivariano, porque rescata
la esencia del pensamiento, la vida y la obra de El Libertador. Porque
asimila y hace propio su profundo sentido latinoamericanista que convoca
a nuestros pueblos, no a las oligarquías, a unir esfuerzos por construir
esa gran nación que pueda enfrentar los grandes retos del futuro en igualdad
de condiciones a las potencias contemporáneas. Por su hondo amor a la
independencia de nuestros pueblos frente a las potencias imperiales. Por
su enorme visión de futuro. Por su comprensión de que solo un poder que
surja del pueblo garantiza el futuro de nuestras naciones. Por su grandeza
y genialidad en los campos de batalla, por su entrega a la causa de todos
y por su total desprendimiento personal que le llevó a sacrificar salud,
comodidades y lujos en aras del bien común. Porque la epopeya sintetizada
en su vida, resume todas las tradiciones de nuestros ancestros y se proyecta,
vigorosa, vigente y luminosa como un faro, en estos tormentosos tiempos
que debemos superar.
Estamos proponiendo el resurgimiento
de Colombia, bajo una nueva forma de existencia que corresponda a un nuevo
contenido en cuanto a nuestra organización social:
Que conforme unas nuevas Fuerzas
Armadas de corte Bolivariano, es decir concebidas para defender nuestra
soberanía nacional y una fuerza pública, dependiente del poder civil,
nacida del pueblo, concebida para su defensa y no para su castigo. Que
constituya un poder jurisdiccional, soberano, eficaz, defensor de las
mayorías y elegido en sus máximos organismos, democráticamente por los
jueces, para evitar la manipulación politiquera como es de común ocurrencia
en la actualidad.
Que estos pilares del Estado,
definitivamente erradiquen de sus bases conceptuales la doctrina de la
SEGURIDAD NACIONAL y se conformen a partir de preceptos universales democráticos
enriquecidos con la tradición patriótica de nuestra propia historia que
reivindiquen la función social del Estado.
Las prácticas del ejercicio
político deben transformarse, cambiando lo que Gaitán llamó las ‘costumbres
políticas’ o la pequeña mecánica política para dar paso al ejercicio de
una democracia esencialmente directa, en donde las ejecuciones de los
administradores de la cosa pública, correspondan estrictamente a la voluntad
popular. Construir el Cuarto Poder o Poder Moral a partir del pueblo,
para erradicar la corrupción y señalarle derroteros éticos ciertos a los
administradores y a la misma sociedad. Hacer de la libertad de prensa
una realidad que impida el monopolio y la manipulación. Revocarle el mandato
a todos los politiqueros responsables del caos actual y sentar precedentes
ejemplarizantes erradiquen la impunidad de las tropelías que se han ejercido
desde el poder contra la nación entera. Todo ello en el marco de un reordenamiento
territorial liquidador de los feudos medievales y que han hecho de Colombia
una caricatura de República Señorial.
El Nuevo Movimiento Político
trabajará porque el Estado, así concebido, juegue un papel de primer orden
en materia económica, porque es enemigo de la doctrina que deja al libre
mercado la determinación de los valores y los precios. Si hace siglos,
en el amanecer del modo de producción capitalista ese juego pudo estimular
el progreso, hoy en día, en el mundo de las transnacionales y de los oligopolios,
esa práctica solo favorece a los poderosos, a los muy poderosos y lleva
miseria a los demás mortales. Es por esto, que el Estado debe jugar un
papel interventor que engrane la economía del país con la del resto del
mundo, que la defienda, que la estimule en sus ramas estratégicas, que
sea muy activo en el manejo de la moneda y que por sobre todo aliente
todo aquello que sea producción, industria, transformación de naturaleza
y materia prima en nuevos productos y que controle aquellos sectores económicos
que solo viven del trabajo de los demás.
Un Estado que entienda como
una responsabilidad y un deber, sus obligaciones sociales con todos los
habitantes del país, claro en la idea que solo una nación con equidad
podrá sentar las bases para ser grande y pujante. Y que la salud, la vivienda,
la educación y agua potable, son responsabilidades básicas de cualquier
Estado que aspire al progreso colectivo y que en el caso colombiano son
posibles si sumamos los recursos que se embolsillan los corruptos, las
inversiones oficiales en la guerra y las escandalosas ganacias que acumulan
las transnacionales en la explotación de nuestros recursos petrolíferos.
Estamos proponiendo la conformación
de un nuevo Estado, que luche contra el imperio norteamericano por la
defensa de nuestra biodiversidad y contra sus pretensiones de registrar
las patentes de nuestras enormes riquezas en este campo. Que enfrente
con decisión la conservación del equilibrio ecológico como una responsabilidad
histórica con nuestros hijos, nietos y con las nuevas generaciones.
Que luche por la condonación
de la impagable deuda externa, cuyas amortizaciones e intereses asfixian
nuestras posibilidades de progreso, que zafe a Colombia de las garras
de los pactos comerciales que nos impone el gran imperio y defienda sin
esguinces la soberanía sobre nuestros recursos naturales.
Que ejecute una política agraria
contra el latifundio y los remanentes coloniales existentes en algunos
sectores de nuestros campos. Es decir, estamos obligados a realizar en
materia agraria, las tareas que esta burguesía de traganíquel, no ejecutó,
y que históricamente le correspondían como si aconteció hace muchos años
en los países que marchan adelante en su desarrollo.
El Nuevo Estado debe integrar
a todos los sectores de la nación, respetando las tradiciones y las particularidades.
Estimulará a las comunidades indígenas en sus derechos por la conservación
y desarrollo de sus patrimonios, al igual que a las comunidades negras.
El Nuevo Estado, en resumen,
debe proporcionarle a Colombia una nueva dimensión nacida de sus riquezas
y de la capacidad humana que poseemos.
La lucha del Movimiento Bolivariano
por la Nueva Colombia, se sustenta entonces, en los 10 puntos contenidos
en la Plataforma para un Nuevo Gobierno de Reconciliación y Reconstrucción
Nacional concebidos como un todo integral e indisoluble. Que reconcilie
a la familia colombiana y la unifique en torno al propósito nacional de
reconstruirla sobre nuevas bases.
La ejecución de la Plataforma,
presupone la existencia de un nuevo gobierno libre vínculos con quienes
ya fracasaron en la administración del país y por el contrario, conducida
por las fuerzas garantes de su aplicación bajo los criterios del bien
común.
El rostro semioculto de El
Libertador Simón Bolívar que hace parte de la presidencia de este acto
y que descubre su noble y profunda mirada, significa que el nuevo Movimiento
Político tendrá un funcionamiento clandestino. La amplitud de los objetivos
a conquistar no ocultan los peligros que se ciernen sobre su existencia.
No repetiremos la experiencia de la Unión Patriótica en donde la heroicidad
de sus integrantes y la generosidad que caracterizó su compromiso, fueron
brutalmente abatidas por las Fuerzas Armadas Oficiales en traje de civil,
hasta prácticamente hacerla desaparecer.
Así que todos y cada uno de
los integrantes del Nuevo Movimiento, tendrá una actividad dentro del
sector social donde viva, trabaje o estudie, sin que sea de público conocimiento
su pertenencia política. Como todos los bolivarianos, deberá hacer esfuerzos
por colocarse al frente de las luchas por las reivindicaciones del pueblo
y solo compartirá su secreto con los pocos compañeros que le sean asignados
para trabajar. Nadie más será conocedor de su pertenencia bolivariana.
Difícil? Seguramente sí, pero
todos debemos recordar que son los enemigos del pueblo quienes han impuesto
las condiciones. Si las circunstancias políticas cambian positivamente
por la acción popular o el proceso de diálogos avanza significativamente
o si crecemos hasta ser mayoría actuante y combativa, analizaremos la
conveniencia de nuevas formas de trabajo y de organización.
Pero así, estamos protegiendo
la actividad, existencia y desarrollo del Nuevo Movimiento y de todos
y cada uno de sus integrantes. Por esta misma razón, en principio, será
la dirección de las FARC-Ejército del Pueblo, quien se apersone de su
conducción. El pueblo colombiano conoce de nuestra rectitud, nuestro compromiso,
combatividad y de nuestro pensamiento y podrá confiar en la voluntad que
nos acompaña para contribuirle a la causa popular con esta tarea.
Será el pueblo, en su sabiduría,
quien con su lucha saldrá adelante en esta labor de Quijotes que nos hemos
trazado, para acortar los días difíciles y trágicos que vivimos, y acercarnos
a los umbrales de la nueva patria. Hace 35 años éramos tan solo un puñado
de colombianos agredidos por una horda adiestrada y asesorada por los
militares gringos: hoy vivimos la alegría y el orgullo de integrar la
realidad del Ejército del Pueblo, llamado a ser continuador de la inconclusa
obra Bolivariana.
En esta jornada popular a
que asistimos recordamos a nuestro inolvidable comandante Jacobo Arenas,
que contribuyó decisivamente en la señalización de la ruta que transitamos,
así como a todos nuestros compañeros y gentes del pueblo que han caído
aportando su grano de arena en la búsqueda de mejores y dignos horizontes
para Colombia.
Porque en Colombia las mayorías
aún nos indignamos ante las injusticias y tenemos la decisión de no permanecer
indiferentes, invitamos a los inconformes; a los trabajadores que forjan
el progreso económico y social, víctimas de los bajos salarios, los atropellos
y la explotación; a los campesinos, eternos olvidados con cuya sangre
se han regado todos los surcos y bosques de nuestra nación; a los desempleados
y a los trabajadores de la llamada economía informal; a los estudiantes;
a los nuevos profesionales y técnicos que ingresan en el incierto mercado
del trabajo; a las mujeres, verdadero ejemplo y aliento en la lucha de
los pueblos por la convivencia y la igualdad; a los intelectuales y artistas
pues su creatividad y altiva presencia debe volver a ser luz en las jornadas
populares; a los periodistas independientes; a los militares patriotas
cansados de ser verdugos de sus propios hermanos; a los desplazados por
la violencia latifundista, militar y paramilitar que llenan los tugurios
de las ciudades o andan errantes; a los habitantes de los barrios marginales
y de las comunas; a los danmificados del sistema UPAC y prestatarios de
la antigua Caja Agraria víctimas del robo oficial, a los sacerdotes sensibles
ante la cruel arrogancia de los poderosos; a los creyentes de todas las
religiones porque la libertad de cultos es premisa del respeto por el
prójimo; a los indígenas de todas las comunidades pues solo un gobierno
de mayorías será garante de sus culturas, de sus milenarias tierras y
de su organización; a los negros para alcanzar plenos e iguales derechos;
a los luchadores por el respeto a los Derechos Humanos, defensores de
Presos Políticos y familiares de desaparecidos; e invitamos especialmente
a la juventud, convocamos su histórica rebeldía contra la injusticia,
su generosidad con los débiles, su irreverencia creadora porque solo con
audacia e imaginación colectiva seremos capaces de abrir los nuevos caminos
de la Patria Amable en la que queremos vivir y dejar como herencia a nuestros
hijos.
A todos los invitamos a organizar
esta nueva herramienta de lucha llamada MOVIMIENTO BOLIVARIANO POR LA
NUEVA COLOMBIA para cimentar futuro sobre nuestros históricos valores
patrios, para juntar esfuerzos y esperanzas y concluir lo que el Libertador
Simón Bolívar empezó y está por terminar: la integración latinoamericana,
la independencia nacional y la justicia social.
Las Fuerzas Armadas Revolucionarias
de Colombia-Ejército del Pueblo colocan al servicio de esta tarea sus
armas y combatientes, su influencia, su esfuerzo, experiencia y compromiso
irreductible con las luchas populares, por crear una opción política distinta
a los partidos tradicionales, capaz de contribuir con eficacia en la conducción
del país hacia destinos de igualdad y de soberanía nacional!
VIVA LA NUEVA COLOMBIA !