Comunicado
AUC, 27 de enero de 2000
Editorial
enero 27 de 2000.
EL CINISMO
DE LAS FARC COMO ESTRATEGIA DE NEGOCIACIÓN
Por: Carlos Castaño
Dialogar
en medio de la guerra. Han planteado las Farc cada vez que se habla
de proceso de paz, así lo hicieron cuando las conversaciones
de Caracas y Tlaxcala, en el Gobierno Gaviria. Así mismo lo han
propuesto desde el inicio del actual proceso con el Gobierno del Presidente
Pastrana.
Lógicamente, esta propuesta
tiene varias interpretaciones, incluso para la misma guerrilla; una encima
de la mesa y otra debajo. Lo cual no es extraño en quienes cultivan
el cinismo y la argucia, la cual consideran parte de la "habilidad
política revolucionaria". Un simple cambio de nombre, dirán
algunos analistas. Efectivamente, sí lo es, así como el
secuestro, el chantaje, el atraco y el terrorismo son llamadas "actividades
de finanzas" y el asesinato de empresarios y campesinos es denominado
"justicia popular".
Consideramos que para dialogar
correctamente, debe haber un lenguaje común entre las partes, que
parta de términos y definiciones aceptadas por quienes dialogan,
no impuestas por las Farc como le ha sucedido a Victor G. Ya que mientras
la guerrilla continúe utilizando a su acomodo conceptos vagos e
indefinidos, será cada vez más difícil lograr acuerdos
sustanciales sobre temas concretos.
El dialogo en medio de la
guerra debe ser entendido y aplicado a ambos lados de la mesa, no a uno
solo, para que no ocurra lo mismo que con los derechos humanos y el DIH.
La guerrilla exige que los cumplan con ellas, pero a su vez no los respetan
a nadie, ni a sus propios combatientes niños.
El maniqueísmo de considerar
que la guerrilla puede ejercer su vandálica destrucción
del país mientras busca la paz y justicia social, y que el Estado
no puede defender a los ciudadanos ni ejercer su obligación constitucional
de garantizar la seguridad nacional, porque eso es "no tener voluntad
de paz", no solo no es serio, sino que impide un verdadero dialogo
que conduzca a acuerdos efectivos.
La indefinición en
los términos y las propuestas de las Farc, llega a tales extremos
de descaro y desfachatez, que exigen que el presupuesto del Plan Colombia
no se invierta en seguridad nacional, y que la lucha contra el narcotráfico,
no incluya operaciones ofensivas contra la guerrilla, sus cultivos, pistas
y laboratorios. O sea, que el mas grande cartel del narcotráfico
internacional, debe quedar intacto en aras de la paz.
Este Plan Colombia que no
acepta la guerrilla; incluye la solución de problemas socioeconómicos
en zonas marginales, en las cuales la ausencia del Estado, se supone,
es una de las causas de la subversión armada; así mismo
contempla una gran inversión en infraestructura productiva, industrial
y agraria, amén de un presupuesto, como nunca antes, para la defensa
de los derechos humanos y el fortalecimiento de la justicia. Esto para
los colombianos normales es positivo. Pero no para quienes destruyen la
infraestructura "insuficiente para proteger al pueblo" O derraman
el petróleo para "defender los recursos naturales" O
explotan cilindros de gas en pueblos y ciudades para "protestar por
la injusticia" O contaminan las aguas y vuelan torres para que "no
las privaticen". Sabotean la energía eléctrica para
que todos estemos iguales, igual de mal en la oscuridad. Para ellos, con
esa lógica del odio, el progreso del país es malo, lo mismo
que volar en avión o ir a misa.
El problema para el dialogo,
mas que de lenguaje o de lógica es de cinismo, de descarado y ofensivo
cinismo, hasta tal punto que la última sugerencia es que las "autoridades
económicas" de las Farc, discutan directamente con el Banco
Mundial y el Gobierno de los Estados Unidos, las condiciones para la inversión
económica en Colombia, y que el Estado y los colombianos seamos
espectadores. Eso sería tener el poder. Entonces qué quedaría
para negociar? Nada, porque la dignidad nacional no se negocia.