President
Andrés Pastrana's televised speech, January 9, 2002
Bogotá,
9 de enero de 2002
"Colombianas
y colombianos:
En 1998, seis millones
y medio de colombianos, la votación más alta en la historia
del país, me dieron un mandato para hacer la paz, y a ustedes les
consta que no he dejado un solo día de trabajar por alcanzarla.
Lo he hecho pensando
en ustedes, sobre todo en nuestros hijos, que no tienen por qué
seguir sufriendo tanta violencia y viendo derramar tanta sangre inocente.
Lo he hecho aún
a costa de mi popularidad, jugándome todo mi capital político
y mi lugar en la historia de Colombia, porque yo también, como
ustedes, creo que sólo en paz podrá nuestro país
tener un futuro viable.
Se me ha criticado
por exceso, pero nunca por falta de generosidad, en mis empeños
por lograr la paz. He sufrido la incomprensión de muchos, pero
he seguido adelante porque ese era mi compromiso con ustedes y con la
Nación.
Yo he hecho hasta
lo imposible por salvar este proceso que inicié y dirigí
personalmente. Allí estuve sentado al lado de la silla vacía
que dejó Manuel Marulanda el 7 de enero de 1999. Me reuní
personalmente con él en tres oportunidades, incluso desde antes
de asumir la Presidencia; dormí en San Vicente del Caguán
sin pensar en garantías o seguridades, y he estado al frente de
todas y cada una de las decisiones que ha implicado el proceso.
En dicho objetivo,
he trabajado de cara al país, con transparencia, con la mejor buena
fe. Los colombianos han estado con el proceso, confiando en las posibilidades
de paz, y hemos contado con el acompañamiento solidario --como
nunca antes-- de la comunidad internacional y la presencia de las fuerzas
políticas y sociales de la nación.
Mi Gobierno ha cumplido
y honrado su palabra, sin excepciones, ante el país y ante los
interlocutores de la subversión. Ofrecimos unas garantías
que desde el principio de la Zona han estado y siempre las hemos mantenido
sin alteración alguna. El país y el mundo saben esto y no
hay duda alguna de que allí están dadas todas las garantías
para avanzar.
En octubre pasado
se firmó el Acuerdo de San Francisco en el que las Farc se comprometieron
a estudiar el documento de los Notables, encaminado a la humanización
del conflicto y a sacar a la población civil del mismo. Pero, en
cambio de ello, incumplieron su palabra bajo el falso pretexto de la falta
de garantías.
Como todos ustedes
saben, el Alto Comisionado para la Paz, siguiendo mis expresas instrucciones,
ha intentado en los últimos días rescatar el proceso de
la parálisis al que lo habían llevado las Farc, pero hoy
tengo que decirles a los colombianos, con pesar pero, sobre todo, con
realismo y responsabilidad, que las Farc siguen colocando obstáculos
al proceso de paz, haciendo imposible que sigamos avanzando en el proceso.
El Gobierno en los
últimos días le presentó a las Farc diferentes propuestas
tendientes a concretar avances en el proceso y le ratificó a ese
grupo que todas las garantías dadas desde el principio del proceso
se han mantenido y se mantendrán mientras dure el proceso.
Pero las Farc han
dicho que si el Gobierno no cambia las medidas de control sobre la Zona,
es decir los retenes, los sobrevuelos, la revisión de remesas y
la autorización a la entrada de extranjeros, ellos no pueden continuar
en el proceso. Como dichas medidas están desde el principio del
proceso y no se modificarán, el Gobierno entiende que las Farc
no continúan en la Mesa y, como consecuencia de ello, las Farc
contarían con las 48 horas que están pactadas para su retiro
de la zona.
Son las Farc las
que han dicho que con los controles a la zona no están dispuestos
a continuar en el proceso. Son ellos los que sólo han pedido que
se quiten los controles por fuera de la zona, que no haya controles en
los aeropuertos desde donde salen aviones que viajan a la zona; son ellos
los que han solicitado que se quiten los controles al ingreso de extranjeros
a la zona. Todos estos son controles por fuera de la Zona de Distensión
que están vigentes desde su mismo inicio en 1998. Y en esto soy
absolutamente firme: esos controles no son negociables.
Infortunadamente,
las Farc sólo han pedido que se quiten los controles y no han aceptado
las propuestas del Gobierno para avanzar en la negociación de los
asuntos sustanciales del proceso como la tregua, el cese al fuego y las
hostilidades, del secuestro, y los temas de la agenda.
Como ustedes saben,
teníamos una agenda temática con las Farc, que ya habíamos
comenzado a adelantar. Se habían surtido las audiencias públicas
sobre el primer tema escogido, que era el de la economía y el empleo,
y ahora sólo quedaba sentarnos a negociar. Pero las Farc no quieren
continuar.
Habíamos propuesto
la humanización del conflicto y, para ello, intercambiamos con
las Farc propuestas de cese al fuego y de hostilidades, para que pudiéramos
dialogar en medio de la paz y no en medio de la guerra. Pero las Farc
nunca llegaron a negociar sobre este tema, tan crucial para todos los
colombianos, menos para ellos.
El país sabe
y el mundo lo sabe: Lo que yo quiero es seguir avanzando en el proceso
de paz y, si estuviera en mis manos, como ellos dicen, estaríamos
sentados negociando el cese al fuego y de hostilidades, del secuestro,
y la agenda temática.
Pero han sido las
Farc las que, con su actitud, hoy nos enfrentan a esta situación.
Para negociar se
necesitan dos. Y la triste realidad es que las Farc no quieren seguir
negociando, así disfracen esta intención bajo pretextos
determinados como la pretendida falta de garantías de la Zona de
Distensión, cuando Colombia entera y el mundo son testigos de que,
si algo ha tenido la guerrilla, son garantías para actuar, para
deliberar y para negociar en dicha Zona, y que jamás ha peligrado
su seguridad dentro de ella.
Estos son momentos
para tener cabeza fría y mucha calma. No podemos caer en exagerado
alarmismo o pánico innecesario. Nadie puede celebrar esta situación
generada por las Farc. No vamos a entrar tampoco a una terrible guerra
sin cuartel.
De hecho, la confrontación
lamentablemente nunca se interrumpió durante los diálogos
y la negociación. Por eso siempre insistí en que debíamos
negociar en medio de la paz y no en medio de la guerra.
Hoy en día
es un imperativo el respeto a los Derechos Humanos y a las normas del
Derecho Internacional Humanitario, y esa es una exigencia que la comunidad
internacional exista o no proceso de negociación- mantendrá
a las Farc.
A los habitantes
de la Zona de Distensión quiero decirles que mantengan la calma,
que el Gobierno no los va a abandonar. También debo recordar que
el respeto a la población civil dentro de la Zona de Distensión
ha sido un compromiso moral expreso del máximo comandante de las
Farc, que esperamos sea respetado en su integridad.
Como lo he dicho,
es la guerrilla la que se define a sí misma con sus actos: como
subversión política, como terrorista o como narcotraficante.
El mundo tiene los ojos puestos en ella para tratarla y juzgarla según
sus acciones.
A los familiares
de las personas secuestradas, los militares, policías, civiles,
extranjeros, hoy quiero asegurarles que vamos a continuar trabajando,
sin descanso, por lograr la liberación de todos aquellos que están
privados de la libertad en Colombia para que vuelvan a reunirse con sus
familias.
Son momentos difíciles
que, unidos, vamos a superar. Debemos ser conscientes, además,
de que hoy tenemos las Fuerzas Armadas más sólidas, más
profesionales, más modernas y fortalecidas de nuestra historia,
respetuosas de los derechos humanos, que seguirán cumpliendo con
absoluta dedicación su misión de defender a los colombianos
de los ataques de los violentos.
En el aspecto económico,
quiero que miremos con serenidad la solidez de nuestra nación para
enfrentar la nueva situación. Nuestra economía ha convivido
ya, por muchos años, con este conflicto y, sin embargo, hemos logrado
superar la recesión, crear empleo y garantizar la estabilidad del
costo de vida y de nuestro peso.
Están dadas
las condiciones para la estabilidad de nuestra economía y ellas
no se alterarán. Así lo deben tener claro nuestras familias,
los inversionistas y todos aquellos que han creído y creen en Colombia.
Queridos compatriotas:
Hoy, como su Presidente,
quiero hacer un especial llamado a la unidad nacional. Es el momento de
estar más unidos que nunca en contra de la violencia, venga de
donde venga.
40 millones de colombianos
de bien que estamos del lado de la democracia, de las instituciones, que
queremos vivir y progresar en paz, vamos a demostrar que estamos unidos,
por encima de las diferencias políticas, ideológicas o de
cualquier clase, y que nada, ¡nada!, puede vencer la fuerza moral
de un pueblo que tiene la determinación de rechazar la violencia
y trabajar por alcanzar la paz.
Pero que quede claro:
este no es el final. Yo seguiré buscando la paz, de la mano de
todos ustedes. Mantendré abiertas las puertas del diálogo
y la negociación, porque sigo convencido de que ésta es
la mejor salida para el conflicto interno que sufre nuestro país.
Señores de
las Farc: las garantías están dadas, la voluntad de negociación
se mantiene. Sólo falta que ustedes cumplan su palabra. En ustedes
está el futuro de la paz.
Colombianas y colombianos:
Hace pocos momentos
concluí una reunión del Frente Común por la Paz y
contra la Violencia, a cuyos miembros les informé sobre la situación
actual del proceso. Compartí con ellos el desarrollo de las reuniones
de las últimas semanas y la actitud incomprensible de las FARC.
Al Frente y al Consejo Nacional de Paz deseo expresarles públicamente
mi agradecimiento por el respaldo y la solidaridad que siempre le han
dado al Gobierno y a sus esfuerzos por alcanzar la paz.
Los colombianos y
la comunidad internacional pueden tener la seguridad de que, bajo cualquier
circunstancia, durante mi mandato y después de él, la paz
seguirá siendo mi principal propósito.
Que Dios los bendiga.
Y que Dios me bendiga".
As of January 10, 2002,
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