Gen.
Barry McCaffrey, director, White House Office of National Drug Control
Policy, statement, January 11, 2000
Declaración
del director Barry R. McCaffrey
Anuncio de propuesta de emergencia
y aumento de financiamiento para Colombia y la región andina.
11 de enero de 2000
La propuesta de la administración
de aumentar el financiamiento en apoyo de Colombia y otros países
de la región andina es una de las iniciativas más importantes
contra las drogas jamás propuestas por nuestro gobierno. La producción
de cocaína y heroína que se expande rápidamente en
Colombia constituye una amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos
y el bienestar de nuestros ciudadanos. Ochenta por ciento de la cocaína
que entra a Estados Unidos se origina en Colombia o pasa por allí.
También se envían a las calles de Estados Unidos cantidades
cada vez mayores de heroína colombiana de gran pureza. El tráfico
de drogas y la violencia y corrupción que genera socavan también
la democracia y la estabilidad de la región.
Esta propuesta es un conjunto
de medidas equilibrado y abarcador que costará 1.300 millones de
dólares en el curso de dos años y apoyará las actividades
contra las drogas, las alternativas de desarrollo económico, el
imperio de la ley, los derechos humanos, el buen gobierno y el reasentamiento
de las personas desplazadas en el interior. La administración ha
iniciado consultas con miembros del Congreso. Al pedir el apoyo congresional
planteamos directamente a la rama legislativa la cuestión del compromiso
de Estados Unidos de reducir la oferta de drogas y ayudar a los aliados
democráticos en una región donde la estabilidad, la democracia
y el imperio de la ley se ven desafiados. Esta propuesta aborda un asunto
de importancia crítica para los intereses de Estados Unidos y merece
apoyo bipartidista.
La producción de drogas
en Colombia ha aumentado drásticamente. A pesar de una agresiva
campaña de erradicación desde el aire, el cultivo de coca
colombiana, la materia prima de la cocaína, casi se ha triplicado
desde 1992. La nueva información sobre la potencia de la coca colombiana,
el tiempo que se requiere para que la cosecha madure y la eficiencia del
proceso de conversión a cocaína indica que el potencial
de producción de cocaína podría ser hasta dos o tres
veces mayor que los estimados anteriores. Los aumentos masivos en la producción
y el tráfico de drogas en Colombia volverán del revés
los logros alcanzados en los últimos cuatro años en Perú
y Bolivia, y la continua expansión de la producción de drogas
en Colombia probablemente dará como resultado una mayor cantidad
de drogas que se envían a Estados Unidos. Se necesitan medidas
inmediatas y significativas para prevenir que cantidades significativamente
mayores de cocaína y heroína fluyan hacia Estados Unidos.
Los problemas de Colombia
afectan las vidas de los norteamericanos en el país y en el extranjero.
Las drogas ilegales le cuestan cada año a nuestra sociedad casi
110.000 millones de dólares debido a costos de salud, accidentes
y productividad perdida. Estados Unidos ha tenido éxito en reducir
la demanda de cocaína más de 70 por ciento desde los niveles
máximos de 1985. Si no se la controla, la rápida expansión
de la producción de drogas en Colombia, amenaza con aumentar significativamente
la oferta mundial de cocaína y heroína. Sin programas efectivos
de reducción de la oferta, las drogas baratas y fáciles
de obtener pueden debilitar la efectividad de nuestros programas exitosos
de reducción de la demanda y aumentar la amenaza de las drogas
a nuestras comunidades. En Colombia, los terroristas financiados por los
narcóticos secuestran y asesinan a ciudadanos norteamericanos y
atacan y extorsionan a las compañías norteamericanas que
operan allí.
El problema de la producción
de drogas en la región andina ha cambiado radicalmente durante
la década pasada, en gran parte debido a los exitosos programas
antidrogas en Perú y Bolivia. Hasta hace poco, la mayor parte de
la coca se cultivaba en Perú y Bolivia, y la base de coca se despachaba
a Colombia para su procesamiento y distribución. La erradicación
decidida de los cultivos de drogas y las operaciones de interceptación
combinadas con programas de desarrollo económico alternativo en
Perú y Bolivia han reducido el cultivo de coca en esos países
66% y 55%, respectivamente, desde 1995. Desafortunadamente, los traficantes
hallaron condiciones favorables para trasladar la producción a
Colombia, convirtiéndola en el mayor productor de coca del mundo.
El control en Colombia de amplias regiones de cultivo de la coca por la
guerrilla o grupos paramilitares, otro fenómeno relativamente reciente,
ha perjudicado enormemente la capacidad del presidente colombiano Pastrana
de reducir la producción de droga o aplicar las leyes nacionales
colombianas. Estas nuevas circunstancias requieren un cambio de estrategia,
de política y de recursos si queremos proteger a nuestra nación
de convertirse en blanco de cantidades radicalmente crecientes de cocaína
y heroína y evitar posibles aumentos en la adicción a las
drogas, la violencia y el crimen.
La inmensa cantidad de dinero
generada por el comercio de las drogas también atiza la violencia,
la ilegalidad y el prolongado conflicto interno de Colombia. Colombia
carece de recursos para desarticular a los terroristas organizados y los
ejércitos privados que proveen refugios a la economía basada
en la droga. Estos grupos armados ilegales tienen una presencia dominante
en casi la mitad del territorio nacional de Colombia y son causa de más
del 90 por ciento de las violaciones de los derechos humanos cometidas
en Colombia. Los elevados niveles de violencia e inseguridad desplazan
grandes cantidades de habitantes rurales y desaniman tanto las inversiones
colombianas como las extranjeras, con lo que agravan la peor recesión
económica de Colombia desde la década de 1930. El narcofinanciamiento
de los grupos guerrilleros ha resultado en una situación paradójica
en la que las guerrillas son militarmente fuertes pero políticamente
débiles. Todos estos factores entorpecen los esfuerzos de buena
fe de los gobiernos colombianos para negociar la paz y acabar con décadas
de violencia.
El gobierno de Pastrana presentó
una estrategia, el "Plan Colombia", que admite que la solución
de los problemas interrelacionados de Colombia requiere medidas importantes
en una variedad de frentes. El plan formula un conjunto de políticas
de largo alcance relacionadas entre sí, destinadas a favorecer
la paz, fortalecer la democracia, combatir el tráfico de drogas,
mejorar el clima de derechos humanos y reactivar la economía. El
gobierno de Colombia estima que la aplicación del Plan Colombia
costará cerca de 7.500 millones de dólares en los próximos
tres años, y Colombia se propone aportar 4.000 millones de dólares
de sus propios recursos y de préstamos de instituciones financieras
internacionales para poner en práctica el plan. El gobierno de
Pastrana solicitó a la comunidad internacional que aporte los restantes
3.500 millones de dólares en ayuda bilateral exterior. La propuesta
de la administración responde a los requerimientos delineados en
el Plan Colombia.
El momento no puede ser mejor
para un esfuerzo importante en apoyo de los esfuerzos antidrogas de los
gobiernos de la Región Andina. Hay una fuerte voluntad política
en Colombia, Perú y Bolivia para atacar el comercio de las drogas,
erradicar la corrupción, acabar con la violencia y establecer la
paz y la seguridad en el marco de la democracia y el respeto a los derechos
humanos. También hay fuerte voluntad en los gobiernos de Ecuador,
Venezuela y Brasil para conseguir que los exitosos esfuerzos antidrogas
en los países que actualmente son fuentes no desplace el comercio
de las drogas al interior de sus naciones.
Mientras que Colombia se ha
convertido en centro de la producción ilegal de drogas en nuestro
hemisferio, la dedicación del gobierno de Colombia a atacar la
producción y tráfico de drogas es indiscutible. El gobierno
de Colombia lleva a cabo actualmente un vigoroso esfuerzo contra las drogas
que incluye la erradicación de cultivos de drogas; la destrucción
de laboratorios; el desarrollo alternativo; el ataque a las mafias de
la droga; y operaciones de interceptación aéreas, marítimas,
fluviales y terrestres para incautar y destruir drogas y precursores químicos.
Cientos de policías y personal militar, jueces, fiscales, funcionarios
de gobierno y civiles inocentes han perdido la vida debido a la violencia
de la guerrilla, los paramilitares y los traficantes de drogas. Así
como compartimos con Colombia la amenaza a la seguridad nacional y al
bienestar social que plantean las drogas ilegales, compartimos la responsabilidad
de actuar contra ellas. Es imperativo que el gobierno de Estados Unidos
aporte la cuota justa que le toca para combatir la producción y
el tráfico de drogas en Colombia y en la región y respalde
a nuestros aliados democráticos.
(fin del texto)
(Distribuido por la Oficina
de Programas de Información Internacional del Departamento de Estado
de Estados Unidos)
As of March 13, 2000, this
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