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Last Updated:1/13/02
Statement of Colombian non-governmental organizations, January 13, 2002

¡La guerra no es el camino!

La responsabilidad por la ruptura definitiva de este proceso es del gobierno y de las Farc por no comprender esta oportunidad para el diálogo y la negociación y por persistir en opciones de guerra en medio de una profunda crisis social y económica.

Ni el establecimiento permitió una negociación a partir de cambios estructurales en la economía, en la política y en la sociedad, ni las Farc comprendieron la exigencia nacional e internacional de una solución negociada en la que también hay que ceder, sobre todo en beneficio de la mayoría de una población hastiada de la guerra.

Frente a la peor crisis de un proceso en el que la confianza entre las partes y de las partes con el conjunto de la sociedad estuvo ausente, reafirmamos que en Colombia hay un pueblo dispuesto a resistir a la guerra y convencido del diálogo y la solución política del conflicto armado interno.

Hemos hecho propuestas diversas para salvar el proceso y hemos advertido que su rompimiento traerá nefastas consecuencias para un país que no ha conocido la paz pero que tampoco ha asumido la guerra.

Insistimos en que el gobierno y las Farc deben permitir la facilitación permanente de las Naciones Unidas en los aspectos procedimentales del proceso y las comisiones y subcomisiones que se proponen deben ser integradas a esta nueva metodología.

Insistimos en que el gobierno y las Farc deben iniciar las negociaciones sobre los temas sustanciales asumiendo como prioridades el subsidio para los desempleados, el cese del fuego y de hostilidades, el secuestro, el desplazamiento forzado, las elecciones y definiciones en la lucha contra el paramilitarismo.

Insistimos que el gobierno debe reafirmar las garantías para que la zona de distensión sea el espacio seguro para las negociaciones y las Farc deben permitir la verificación nacional e internacional para que este propósito se cumpla.

Nos hemos movilizado una y otra vez para reclamar el diálogo y la paz negociada y hemos cuestionado el carácter excluyente del proceso por parte del gobierno, que poco consultó al país y de las Farc que poco comprendió al país. En consecuencia, apoyamos la propuesta de llamar a Monseñor Alberto Giraldo como testigo de honor en la Mesa de Diálogo y Negociación y urgimos a las partes para que amplíen la participación de la sociedad colombiana en el esfuerzo común de la paz.

Coincidimos en la ruta crítica que propone la Comisión de Notables para disminuir la intensidad del conflicto y avanzar hacia acuerdos verificables en tiempos definidos.

Estos esfuerzos y la labor del asesor especial de las Naciones Unidas y de los países amigos de la paz no fructificaron, pero es nuestra obligación seguir adelante en la búsqueda de la paz.

Ahora reafirmamos la exigencia a las partes de respetar por los derechos humanos y el pleno acatamiento del derecho internacional humanitario, porque seguir actuando contra la población civil no sólo degrada este crónico conflicto sino que mina aún más la legitimidad y la credibilidad que las partes se abrogan cuando intentan justificar su estéril lucha.

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