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Last Updated:3/12/02
Pastrana speech announcing close of peace talks, February 20, 2002

Colombianas y colombianos:

En octubre de 1997 cerca de 10 millones de colombianos -la votación más alta en la historia del país- votaron el mandato por la paz, un mandato que obligaba a todos los candidatos presidenciales a buscar la paz de Colombia a través de la negociación política.

En junio de 1998, seis y medio millones de votos -también la votación más alta en la historia de las elecciones presidenciales- apoyaron mi proyecto de paz. Por eso, desde el primer día de mi Gobierno no he cesado de trabajar por cumplir la misión que ustedes me entregaron, ¡la misión que me confió la democracia!

Me la jugué íntegramente por alcanzar la paz. He hecho todo lo posible para consolidar un proceso que nos llevara a ella. A ustedes, mis compatriotas, y al mundo entero, les consta que lo hice todo, ¡todo lo posible!, Para alcanzarla, por encima de incomprensiones, impaciencias o provocaciones.

Pero no fui yo sólo. Hemos sido todos los colombianos los que nos la hemos jugado por la paz. Hemos sido todos -la gente del común, los líderes, la iglesia, los partidos políticos, los sindicatos, los mismos candidatos- los que hemos aportado nuestra generosidad, nuestra fe, nuestra paciencia, para apoyar este proceso en el que depositamos nuestras esperanzas.

Muchas veces fui criticado por mi empeño en alcanzar la paz por la vía del diálogo. Se decía que era ingenuo, que estaba sordo, ciego, mudo ante la violencia. Pero no. Todo lo que hice fue con el único propósito de evitar que se siguiera derramando sangre de colombianos. El Gobierno cumplió siempre su palabra en todos los acuerdos. El Gobierno jugó siempre de forma transparente, con buena fe, con las cartas sobre la mesa, y fue firme cuando las circunstancias lo exigían. Puse en riesgo mi popularidad, mi capital político y mi lugar en la historia, y no me arrepiento, porque lo hice pensando en la paz de Colombia y de todos los colombianos.

Planteé una estrategia de paz que es mucho más que el sólo proceso del Caguán. También la paz se ha venido buscando mediante otras vías igualmente importantes: Internacionalizando su búsqueda a través de una activa diplomacia por la paz; luchando contra el flagelo del narcotráfico que financia la violencia; fortaleciendo nuestras Fuerzas Armadas; convocando la participación y el interés de todos los colombianos, y haciendo una inversión social sin precedentes.

Y es mucho lo que hemos logrado. Hemos trabajado más de 3 años y medio por alcanzar la paz y hoy debemos reconocer que, a pesar de la insensatez de la contraparte, no hemos perdido el tiempo. No se han perdido estos 3 años y medio, porque el proceso de paz -visto de una manera integral- nos deja muchas fortalezas que antes no teníamos:

A nivel internacional, hemos logrado reunir, como nunca antes en nuestra historia, a toda la comunidad internacional en torno a nuestro proceso de paz, apoyando las legítimas aspiraciones de paz de los colombianos. Hoy la guerrilla está desenmascarada y ha mostrado su verdadera cara, la cara de la violencia sin razón, ante el mundo. Hoy las naciones del planeta saben que no son robin hoods que luchan por el pueblo oprimido, sino personas sin escrúpulos que no tienen problema en asesinar niños para conseguir sus fines.

Hemos también avanzado mucho en la lucha contra el narcotráfico, fuente de financiación de toda clase de violencia, logrando que la comunidad internacional acepte su responsabilidad y nos apoye con importantes recursos y con cooperación en todos los frentes.

Además -todos ustedes lo saben-, no hemos sido ingenuos durante todo el desarrollo del proceso. Hemos apostado por la paz mediante el diálogo pero, simultáneamente, hemos fortalecido nuestro poder militar. Hoy, gracias a las instrucciones que yo mismo impartí y vigilé desde el primer día de mi Gobierno, Colombia cuenta con las Fuerzas Armadas más grandes, más profesionales, más capacitadas y mejor dotadas de toda su historia. Si alguna vez los colombianos hemos tenido cómo defendernos de la agresión de los violentos es hoy, y las Fuerzas Armadas están listas para cumplir su misión de defender la vida, honra y bienes de los colombianos.

A nivel interno, hemos logrado que todo el país, todos y cada uno de los colombianos, se comprometa con la paz. Antes se pensaba que ese era un problema únicamente del Gobierno con la guerrilla. Hoy somos conscientes de que es una guerra que nos han declarado los violentos a la sociedad y que somos todos los que tenemos que trabajar para detenerla. Hoy la paz es el tema central del país.

Desde el punto de vista político, le hemos propinado la más grande derrota de toda su historia a las FARC y logramos que la guerrilla perdiera el poco apoyo que había logrado reunir en sus más de 30 años de existencia. Hoy nadie en Colombia cree que la guerrilla sea una opción política y su respaldo popular es prácticamente cero. Ya nadie cree que están a favor del pueblo: ¡están en contra del pueblo!

Y hemos hecho algo más, dentro de nuestra política de paz: Mientras las FARC exigían a través de la violencia mejoras sociales para los colombianos, pero no hacían más que generar miseria, desempleo y dolor a su alrededor, mi Gobierno puso en marcha, con el Plan Colombia, la estrategia de inversión social más grande de nuestros tiempos. Esa revolución que la guerrilla pretende promover, nosotros ya la estamos haciendo. ¡Porque la revolución social se hace con obras, no con terrorismo!

Miremos unos datos que hablan por sí solos: Mi Gobierno dejará invertidos más de un billón de pesos, representados en nuevos empleos, viviendas, carreteras y educación, en programas sociales que beneficiarán a más de 2 millones de los colombianos más necesitados.

¡Eso sí es una revolución social!

Así que no hemos perdido en estos difíciles años. Al cabo de todo, si hacemos un balance objetivo, hoy estamos más preparados que nunca, más unidos que nunca, respetados y apoyados internacionalmente y más fuertes militarmente para enfrentar la violencia que nos agobia.

Pero para hacer la paz se necesitan dos. Hoy hace exactamente un mes se firmó en Los Pozos un Acuerdo de Cronograma para el Futuro del Proceso de Paz, el cual fue recibido por todo el país como una señal de esperanza hacia el desescalamiento del conflicto armado y el logro de la paz que tanto queremos.

No obstante, desde ese día las FARC no han hecho otra cosa que borrar con sus acciones el espíritu de conciliación que habían firmado en el papel.

Veamos: (Video).

Se intensificaron los atentados terroristas, que alcanzaron los 117 en tan sólo los últimos 30 días. Fueron 4 carros-bomba; 5 ataques a instalaciones; 7 campos minados; el homicidio de 20 civiles, incluyendo mujeres y niños; la voladura de 33 torres de energía, de 2 tramos del oleoducto, de tres puentes, entre otros actos de barbarie. Incluso llegaron a atentar contra los servicios más básicos de los colombianos, como el agua.

Y hoy se ha rebosado la copa de la indignación. Por una parte, secuestraron un avión comercial en pleno vuelo -un delito internacional catalogado como terrorismo- y retienen en este momento al senador Jorge Eduardo Gechem Turbay, Presidente de la Comisión de Paz del Senado -con lo que llegan a 5 los congresistas secuestrados por las FARC-.

Además, dinamitaron un puente entre Neiva y Garzón, en el Huila, y también un puente entre San Rafael y San Carlos, en Antioquia, generando con este último hecho el accidente de una ambulancia donde iba una madre en trabajo de parto, resultando muertas tres personas, incluyendo la madre, además del bebé que estaba naciendo.

De tiempo atrás, y habiendo oído muchas de las inquietudes planteadas sobre la zona de distensión, le ordené a las Fuerzas Militares un estricto seguimiento de inteligencia para determinar con exactitud los hechos realizados por las FARC en la zona de distensión, en contravía de lo acordado. Es decir, partiendo de la base de que la zona se instauró solamente para adelantar los diálogos y la negociación y no para otro tipo de actividades.

Precisamente hoy el comandante de las Fuerzas Militares me entregó el seguimiento de inteligencia ordenado hace meses. En este documento se ha podido comprobar que las FARC ha utilizado la zona para fines totalmente diferentes de los definidos.

Hemos comprobado que las FARC ha construido nuevas pistas clandestinas, se ha comprobado la existencia de nuevos cultivos de coca, hemos comprobado la relación directa en la zona con terroristas internacionales, en pocas palabras, las FARC no cumplió con su palabra.

Quiero mostrarles algunos ejemplos:

1. Construcción y ampliación de pistas para aviones para usos ilícitos.
2. Aumento de los cultivos de coca.
3. Construcción de carreteras en medio de la selva, con fines ilícitos.

Estos, como lo dije, son tan solo algunos de los ejemplos que ya se han comprobado.

¡No podemos soportar más sevicia y crueldad de parte de quienes dicen querer la paz! ¡No es posible firmar acuerdos, por un lado, y poner el fúsil en la cabeza de los inocentes, por el otro!

Colombia entera dice: ¡NO MAS! ¡Nos cansamos de la hipocresía de la guerrilla!

La guerrilla -en su terquedad y su sordera- ha cometido demasiados errores graves en todos estos años, en contra de la posibilidad de la paz. Ellos mismos -no nadie más- se han cerrado la puerta para el diálogo. Ellos mismos han logrado que ya nadie crea en su voluntad de paz ni en su palabra. Ellos mismos se han negado un espacio político en el país.

Después de los terribles sucesos del 11 de septiembre del año pasado yo se lo dije a la guerrilla en varias ocasiones, incluso desde el mismo foro de las Naciones Unidas: A ellos les correspondía definirse con sus actos: O son un grupo de insurgencia política o son una organización terrorista. O se respeta la vida y dignidad del ser humano, o no se las respeta, como es el caso de las infracciones al Derecho Internacional Humanitario.

Tristemente, hoy son ellas las que han firmado su propia definición y ya nadie puede dudar de que, entre política y terrorismo, las FARC optaron por el terrorismo.

Los colombianos hemos ofrecido la mano abierta y las FARC nos han respondido con una bofetada. Una bofetada a la paz, al futuro de Colombia y a las esperanzas de más de 40 millones de compatriotas que estamos hastiados de su violencia.

Nuestro país no soporta más expectativas, más incertidumbres, más frustraciones.

Manuel Marulanda:

Yo le dí mi palabra y la cumplí, siempre la cumplí, pero usted me ha asaltado en mi buena fe, y no sólo a mí, sino a todos los colombianos. Desde el primer momento usted dejó vacía la silla del diálogo cuando yo estuve ahí, custodiado por sus propios hombres, listo para hablar. Decretamos una zona para sostener unas negociaciones, cumplimos con despejarla de la presencia de las Fuerzas Armadas, y usted la ha convertido en una guarida de secuestradores, en un laboratorio de drogas ilícitas, en un depósito de armas, dinamita y carros robados. Yo le ofrecí y le cumplí con el plazo de las 48 horas, pero usted, y su grupo, no han hecho otra cosa que burlarse del país.

Por eso hoy son ustedes los que tendrán que responder ante Colombia y el mundo por su arrogancia y su mentira.

Por esto, he tomado la determinación de no continuar con el proceso de paz con las FARC. Este grupo guerrillero, con sus acciones y con su actitud, se ha encargado de cerrarle la puerta a la solución política.

Por lo anterior, he decidido poner fin a la zona de distensión a partir de la media noche de hoy y he dado todas las órdenes del caso a nuestras Fuerzas Militares para que retornen a dicha zona, teniendo especial cuidado en la protección de la población civil. También he reiterado la orden de combatir en el resto del país a todos los grupos ilegales y de realizar operaciones no solo defensivas sino también ofensivas.

A los habitantes de la zona quiero agradecerles a nombre de Colombia su apoyo y su colaboración. No los vamos a dejar solos, allí continuaremos trabajando de la mano con las autoridades de cada uno de los cinco municipios.

Colombianas y colombianos:

Es importante que todos seamos conscientes de que la situación de Colombia no será la de una guerra total. No es cierto que Colombia se enfrente sólo a dos caminos: guerra o paz. Lo cierto es que, a pesar de la complejidad de la situación, nuestra democracia sigue siendo estable y sólida y nuestra economía sigue siendo considerada como una de las más equilibradas de la región, y así lo seguirán siendo.

Vienen tiempos difíciles, sin duda, en los que se requerirá la unión de todo el país en torno a sus instituciones democráticas. Nadie puede celebrar la situación a la que nos han llevado las FARC. Pero el país no se va a acabar ni vamos a entrar a una terrible guerra sin cuartel.

Eso sí: tenemos que estar preparados, porque es muy posible que se incrementen los actos de terrorismo. Ante esto los colombianos de bien tenemos que estar unidos, hoy más que nunca, y tenemos que estar listos a colaborar con las autoridades y a denunciar cualquier conducta sospechosa. ¡La unión hace la fuerza! Olvidemos las divisiones internas y los conflictos pequeños y cerremos filas contra la violencia. No vamos a dejar, de ninguna manera, que el terrorismo nos divida. Todo lo contrario: ¡Vamos a demostrar valor civil, a rechazar a los violentos y a defender a nuestro país! Así lo estamos haciendo ya todos los colombianos, como ocurrió esta misma noche cuando nos manifestamos todos, de forma pacífica pero contundente, contra la violencia de los intolerantes.

Que lo sepan las FARC, que lo sepan todos los grupos que insisten en sembrar violencia y muerte a su alrededor: ¡Un ejercito de 40 millones de colombianos es invencible! ¡Nunca podrán derrotarnos! ¡Nunca, ni en sus sueños, podrán obtener el poder por las armas, porque aquí el poder sólo se gana en las urnas de la democracia!

Yo seguiré buscando la paz, de la mano de todos ustedes. Pero no someteré al pueblo colombiano a la arrogancia de unos interlocutores que dicen querer la paz, pero que disparan contra ella.

El libro de la paz sigue abierto y sólo se cerrará el día en que la alcancemos.

Que Dios los bendiga. Y que Dios me bendiga. Y que San Miguel Arcángel nos proteja.

Buenas noches

As of March 12, 2002, this document was also available online at http://www.presidencia.gov.co/webpresi/discurso/2002/febrero/2002022001.htm

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