"La
Batalla Crucial por Colombia," por Otto Reich, The Washington
Times, 19 de julio del 2002
LA
BATALLA CRUCIAL POR COLOMBIA
Otto J. Reich
Desde el 11 de septiembre,
ningún asunto público ha captado tanto nuestra atención
como el de la seguridad nacional, y con razón.
Los ataques de ese
día fueron un brutal recordatorio del peligro que los hombres malvados
significan para las sociedades abiertas y democráticas, del valor
de nuestra manera de vivir y de la necesidad de nuestro liderazgo en el
mundo. Nuestra primera guerra del siglo XXI es típica de nuestros
tiempos.
Nuestro enemigo no
es un estado rival poderoso, sino una mortífera combinación
de redes criminales transnacionales y organizaciones terroristas dedicadas
a derrocar gobiernos y el orden internacional, que tienen los recursos
y la voluntad de provocar destrozos.
Desafortunadamente
esa combinación no es única. Hoy, muchos desafíos
a nuestros valores e intereses surgen de esas combinaciones, incluso aquí
en nuestro hemisferio.
Las traficantes de
narcóticos y los terroristas están librando una malvada
campaña de violencia política en Colombia, que asesina a
3.000 personas cada año.
Los tres grupos terroristas
en Colombia, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), el
Ejército de Liberación Nacional (ELN) y las Autodefensas
Unidas de Colombia (AUC), no son movimientos populares. No representan
fuerzas en favor del progreso social.
Buscan el poder,
el control del territorio y los dólares del tráfico de drogas
ilícitas que resultan de ello. Sus tácticas; asesinato,
explosiones y secuestros demuestran sus verdaderos motivos.
El pueblo y el gobierno
democráticamente elegido de Colombia son sus objetivos.
Este es un momento
decisivo en la historia de Colombia y del Hemisferio Occidental. Colombia
es un convulsionado país en una parte del mundo donde las repúblicas
democráticas luchan para superar el legado de la pobreza, el estatismo
y el autoritarismo. Hace 20 años apenas una cuarta parte del pueblo
gozaba en América Latina de un régimen democrático.
Hoy toda América Latina tiene gobierno democrático, con
excepción de Cuba.
Las ideas de libertad
e igualdad han comenzado a ponerse en práctica a través
de la democracia y los mercados en todo nuestro hemisferio. Es un acontecimiento
bienvenido, que contiene enormes posibilidades para todos nosotros, aunque
el final de esta histórica evolución no es una conclusión
preestablecida.
En algunos países
la transición a la democracia está dificultada por conflictos
latentes y por la oposición al progreso. En Colombia la oposición
es mortífera. Los 40 millones de colombianos merecen vivir libres
del terror y tener la oportunidad de participar plenamente en la nueva
comunidad democrática de los estados americanos. Sirve nuestro
propio interés ver que puedan lograrlo.
Los problemas de
Colombia se irradian hacia afuera, llegando incluso a nuestras playas.
Colombia es la tercera nación más poblada de América
Latina. Su economía es parte integral de la región, y la
prosperidad de la región es importante para la nuestra propia.
Estados Unidos le
vende a América Latina y al Caribe más que a la Unión
Europea. Nosotros le vendemos más al Mercado Común del Cono
Sur (Mercosur) que a China.
América Latina
y el Caribe son nuestro mercado de exportaciones de más rápido
crecimiento. Lo que es igualmente importante, necesitamos asociados fuertes
en el hemisferio para suprimir la migración ilegal, el tráfico
de drogas ilícitas y el terrorismo. Sólo los gobiernos democráticos
prósperos y estables pueden aportar la cooperación que precisamos.
La frustración
deliberada, por parte de las FARC, del proceso de paz y el reinicio de
la campaña de terrorismo, esta vez con el asesinato de alcaldes
rurales y atentados con bombas en la capital, han obligado al gobierno
de Colombia a solicitar la ampliación de la ayuda por parte de
Estados Unidos. Al reconocer que nuestros intereses en el éxito
de la democracia colombiana son grandes, el presidente Bush pidió
al Congreso autorizarnos a dar ayuda militar y de inteligencia al gobierno
colombiano para su guerra contra el terrorismo.
Colombia puede derrotar
a los terroristas, pero necesita ayuda de sus amigos para conseguirlo.
A pesar de la violencia
y la intimidación para alejar al pueblo colombiano de las urnas,
el futuro presidente de Colombia, Alvaro Uribe, ganó una victoria
electoral en la primera ronda, algo sin precedentes, haciendo campaña
con un programa para terminar la corrupción, respetar los derechos
humanos, crear puestos de trabajo, fomentar el crecimiento y combatir
a los terroristas.
El señor Uribe
comprende la necesidad de contar con una estrategia social, económica
y militar para ganar esta guerra. Colombia no quiere o no necesita tropas
de Estados Unidos, pero sí necesita entrenamiento, armamento, equipos
e inteligencia para aplicar con éxito una estrategia militar.
Nuestro liderazgo
es determinante para el éxito y la prosperidad de las repúblicas
democráticas en nuestra región. No podemos permitir a los
criminales y terroristas amenazar a nuestros amigos y vecinos. Si los
800 millones de personas en las Américas van a lograr concretar
la promesa y el potencial de este hemisferio vasto y pleno de recursos,
Estados Unidos debe trabajar con sus asociados y aliados para ampliar
y fortalecer la democracia en la comunidad americana.
Nuestros valores,
nuestra seguridad y el futuro de nuestro hemisferio están ligados
a la victoria de Colombia en su guerra contra el terrorismo.
As of July 23, 2002,
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