Speech
by U.S. Ambassador Anne Patterson, Bogotá, July 25, 2002
Palabras
de la Embajadora Anne W. Patterson ante la conferencia "Colombia a
los ojos de Wall Street"
organizada por el Consejo de las Américas, ANIF y Fedesarrollo
Colombia y las relaciones
con Estados Unidos
Susan Kaufman Purcell,
Vicepresidenta, Consejo de las Américas; Santiago Montenegro, Presidente
de ANIF; doctor Eduardo Pizarro; Juan José Echavarría, Director
Ejecutivo de Fedesarrollo; amigos e invitados:
Me complace dirigirme
a este distinguido foro. Es honroso compartir la mesa con mi buen amigo
y colega, el embajador Luis Alberto Moreno. El Embajador Moreno se ha
ganado merecida fama como uno de los más efectivos diplomáticos
extranjeros en Washington en varias décadas. Me complace especiaImente
saber que continuará trabajando para la Administración Uribe.
Esta es la quinta
en la serie anual de conferencias tituladas Colombia ante los ojos de
Wall Street. Estas conferencias se han convertido en un importante foro
público sobre nuestro compromiso común por el comercio libre
y los mercados abiertos en las Américas. Desde que llegué
hace dos años, me ha impresionado la calidad y la libertad del
debate público en Colombia. El debate público nunca ha sido
más importante que ahora en la vida nacional colombiana. Agradecemos
al Consejo de las Américas, ANIF y Fedesarrollo por haber organizado
esta importante conferencia.
Al Embajador Moreno
y a mí nos han pedido que hablemos sobre las relaciones entre Colombia
y Estados Unidos. Es un buen momento para analizar la situación:
dentro de dos semanas habrá una nueva administración en
Colombia. El Congreso de Estados Unidos aprobó ayer el uso de los
equipos e inteligencia del Plan Colombia para la lucha contra el terrorismo.
También ha aprobado nuevas iniciativas que van más allá
del narcotráfico, como la asistencia para la protección
del oleoducto.
Antes de comenzar,
quiero reconocer los logros del Presidente Andrés Pastrana y sus
colaboradores. Nadie en este Hemisferio ha arriesgado más que Andrés
Pastrana en la búsqueda de una paz permanente. Lo hizo con firme
y sincera convicción. Es trágico que los esfuerzos de su
Administración hayan sido debilitados contínuamente por
los narcoterroristas de las FARC, las AUC y el ELN.
No obstante, los
esfuerzos del Presidente Pastrana lograron demostrarle al mundo lo que
los colombianos han sabido por mucho tiempo. Que los objetivos de esos
grupos son el pueblo de Colombia y sus representantes elegidos democráticamente.
El Presidente Pastrana
también tuvo la sabiduría de trabajar con los líderes
de la fuerza pública colombiana para crear unas fuerzas armadas
y una policía más profesionales. Él inició
políticas activas y cada vez más eficientes para erradicar
los cultivos ilícitos y para interceptar el narcotráfico.
Así, la Administración Pastrana empezó a debilitar
las finanzas de estos grupos terroristas.
Y, con su equipo
económico, el Presidente Pastrana deja una economía sana.
A pesar de los graves ataques de las FARC y las AUC, la economía
colombiana ha logrado tres años de crecimiento sostenido. La economía
colombiana es estable y su crédito internacional es sólido.
Cuando miramos hacia otros países del Hemisferio, se nota que éste
ha sido un gran logro. Finalmente, nadie ha administrado mejor las relaciones
con Estados Unidos que el Presidente Pastrana. Por lo tanto, el Presidente
Pastrana ha dejado un pujante legado para la próxima administración.
Ahora estamos en
una época de transición entre gobiernos. El presidente electo
Uribe y su equipo comenzaron a trabajar intensamente en la transición
apenas terminaron las elecciones el 26 de mayo. No demoró en nombrar
su gabinete, demostrando su decisión de actuar rápida y
efectivamente para abordar los problemas del país. El equipo del
presidente electo Uribe también ha comenzado serias e intensas
conversaciones sobre nuevas opciones para enfrentar la violencia que ha
amenazado por tanto tiempo a la democracia colombiana. Por supuesto, todavía
hay mucho por hacer. Es probable que nuestra relación con la Administración
Uribe sea más profunda, en lo que Bernard Aronson llama "un
gran pacto". Esto quiere decir que Estados Unidos está dispuesto
a invertir más si los colombianos invierten más en su propia
seguridad. Es importante recordar que Estados Unidos ya ha invertido US$2
millardos y además hemos solicitado más fondos.
Se ha escrito mucho
sobre la necesidad de que los colombianos contribuyan más a su
propia defensa. Es comprensible que los colombianos a veces se sientan
atacados cuando los extranjeros sugerimos que los colombianos "no
están dispuestos a asumir el precio de su propia defensa".
Cientos de personas de todos los niveles socio-económicos son secuestrados
mensualmente. Alcaldes y otros representantes elegidos democráticamente
sufren una campaña terrorista de asesinatos e intimidación.
Actos terroristas contra la infrastructura le representan enormes costos
al país. Y la necesidad de luchar contra el narcoterrorismo no
permite que grandes cantidades de fondos nacionales se inviertan en la
infraestructura social. Ningún observador que conozca bien a Colombia
duda del alto precio que los colombianos están pagando en sangre
y riquezas debido al conflicto.
En los últimos
meses también hemos visto a los colombianos asumir nuevos tipos
de sacrificios. El pueblo se está arriesgando en importantes actos
de resistencia civil contra los ataques violentos de las FARC por todo
el país. Estos valerosos actos de resistencia civil son muy dicientes.
Nos recuerdan que no hay apoyo popular para las FARC ni para la violencia.
Estos actos también nos deben recordar que el asunto clave para
la nación no es "cuánto están pagando los colombianos
por su propia defensa" sino "cómo pueden los colombianos
terminar efectivamente con estas condiciones intolerables". Pero
el pueblo colombiano únicamente se mobilizará para ofrecer
su apoyo, cuando el Estado le garantice su protección y seguridad.
Para proporcionar
seguridad efectiva, el Estado necesitará nuevos recursos nacionales.
El número de militares activos en Colombia, como porcentaje de
la población, es muy bajo comparado con otros países en
condiciones de violencia. Las fuerzas armadas y la Policía Nacional
necesitan aumentar su tamaño y su profesionalismo. Esto puede exigir
mayor utilización de la reserva y de los militares en retiro. Y
también puede hacer necesarios nuevos requisitos de servicio militar
para sus jóvenes. Colombia continuará necesitando nuevos
equipos para asegurar su capacidad aérea de respuesta al conflicto.
Un elemento vital
para aumentar el profesionalismo de la fuerza pública, será
garantizar el total respeto y la protección de los derechos humanos.
Las fuerzas armadas de Colombia han mejorado mucho al respecto. No hay
duda de que la mayoría de las violaciones de los derechos humanos
es cometida por las FARC, el ELN y las AUC.
Sin embargo, a medida
que la fuerza pública es más agresiva en su defensa de la
seguridad del pueblo, debe ser aún más consciente en la
protección de los derechos humanos de sus amigos y de sus enemigos.
Esto indudablemente será un gran reto a medida que crece la fuerza
pública. Pero la protección continua de los derechos humanos
es esencial para lograr el apoyo del pueblo y mantener el apoyo internacional.
También el
porcentaje del producto interno bruto que Colombia dedica a la seguridad
y a la defensa es supremamente bajo comparado con otros países
que enfrentan niveles parecidos de violencia. Es claro que Colombia tendrá
que gastar más en defensa y seguridad. El presidente electo Uribe
ya ha dicho que es necesaria una ampliación de las fuerzas armadas
y un aumento de los impuestos para ofrecerles seguridad a los colombianos.
Y gran parte del sector privado colombiano ha apoyado ese llamado. Esto
es significativo.
Pero la seguridad
no es suficiente. Colombia necesita urgentemente reformas penales y judiciales
para garantizar igualdad de acceso a la justicia. Colombia también
requiere inversión en salud, educación y vivienda de interés
social. Esta inversión social es una parte esencial del fortalecimiento
de las instituciones estatales y ayuda a crear confianza entre la población.
Esa inversión también exigirá mayores recursos financieros.
Indudablemente esos fondos tendrán que provenir de nuevos impuestos.
Sin embargo, la prioridad principal es restaurar la seguridad en el país.
Esta es una agenda
compleja. Lograrla exigirá un claro propósito, desarrollo
de prioridades, y excelente coordinación entre los muchos elementos
del gobierno y de la sociedad civil. Para tal fin, el equipo de trabajo
del presidente electo Uribe ha comenzado a diseñar una estrategia
nacional de seguridad. Este es un esfuerzo por desarrollar una declaración
de principios que todos los elementos del gobierno y de la sociedad civil
colombianos puedan utilizar para enfrentar las urgentes necesidades del
país de una manera integrada, coordinada y efectiva.
Ahora voy a resumirles
el estado actual de la política de apoyo estadounidense a Colombia
y como la ampliaremos para colaborar con esta nueva estrategia nacional.
La lucha contra el
narcotráfico siempre será de altísima prioridad en
Colombia, pero dos eventos (el once de septiembre y el final de la zona
de despeje) nos han ampliado nuestro enfoque. Las enormes cantidades de
dinero generadas por el tráfico de cocaína y heroína
desde Colombia financian gran parte de las actividades terroristas de
las FARC y de las AUC. El vínculo entre el narcotráfico
y el terrorismo en Colombia es tan estrecho que hace necesario luchar
contra los dos al mismo tiempo.
Creo que todos en
Colombia conocen los principales elementos del Plan Colombia. El elemento
principal es la erradicación aérea de los cultivos de coca.
Este año vamos a erradicar más hectáreas de las que
se van a sembrar. Continuaremos nuestro apoyo antinarcóticos para
los militares y la Policía. Ya han llegado la mayoría de
los 73 helicópteros para el Plan Colombia. También vamos
a reiniciar el programa de interceptación aérea en los próximos
meses.
El componente social
del Plan Colombia no ha recibido mucha atención; ya sean los proyectos
financiados por nosotros, o por el gobierno colombiano. Sin embargo, sólo
nuestros proyectos, desembolsan cientos de millones de dólares
para programas de desarrollo alternativo, derechos humanos, desarrollo
municipal y reforma judicial.
Quiero reiterar que
no hay nada más importante que mejorar la situación de inseguridad.
Hemos anunciado varios programas para ayudar en este aspecto. Primero,
vamos a colaborar con la nueva administración para darle más
movilidad y flexibilidad a la fuerza pública. Esto comenzará
con la Brigada Antinarcóticos en el sur y con una nueva brigada
antinarcóticos en el centro del país. También hemos
propuesto un programa para ayudar a la fuerza pública y a la Fiscalía
a contrarrestar el secuestro. Hemos solicitado al Congreso de Estados
Unidos de US25 millones para mejorar la coordinación de información
al nivel nacional en Colombia.
Esperamos empezar
a aumentar el entrenamiento operativo para normalizar y mejorar el equipo
de las unidades GAULA del Ejército y de la Policía.
Estamos planeando
ofrecer apoyo adicional a la Policía Nacional para restablecer
su presencia en los sitios más aislados y amenazados de Colombia.
Esperamos recibir entre US$5 millones en fondos para iniciar la organización
de unidades de la Policía que proporcionarán mayor seguridad
para la construcción y fortificación de estaciones de policía.
Consideramos este programa de importancia trascendental porque empezará
a restaurar el imperio de la ley en sitios aislados del país. Vale
la pena recordar que no había fuerza pública en Bojayá.
Ell Congreso de Estados
Unidos ya aprobó US$6 millones para empezar a entrenar fuerzas
armadas para proteger el oleoducto. Ya hemos visto que un mayor patrullaje
y la presencia de la Fiscalía en Arauca han logrado mantener el
oleoducto funcionando gran parte de este año. El cierre del oleoducto
significa cientos de millones de dólares en pérdidas para
Colombia; el año pasado se perdieron US$500 millones. Pero queremos
ayudar al gobierno colombiano a desarrollar una solución permanente
para proteger la infraestructura esencial. Esperamos empezar a entrenar
tropas colombianas en unas pocas semanas. Para dar seguimiento a ese plan,
la Administración Bush ha solicitado al Congreso de Estados Unidos
US$98 millones del presupuesto del año fiscal 2003 para ayudar
a entrenar y equipar unidades del Ejército y de la Policía
para proteger el oleoducto.
Como mencioné
anteriormente, ayer el Congreso autorizó el uso de los recursos
del Plan Colombia contra el terrorismo, especialmente los helicópteros
y la inteligencia. El Presidente Bush sancionará la ley en los
próximos días. Esta no es la solución mágica
contra el terrorismo; simplemente no tenemos suficiente equipo. Pero nos
va a permitir mayor flexibilidad en nuestra ayuda a los militares y la
Policía.
Finalmente, deseo
mencionar que seguimos pensando que la única solución a
largo plazo a los problemas de Colombia es una paz permanente. Pero una
paz permanente en Colombia no puede ser dictada por los narcoterroristas.
Continuaremos apoyando los esfuerzos del gobierno colombiano en la búsqueda
de una paz genuina, basada en un cese del fuego y una tregua, para que
pueda terminar la violencia.
Sería imperdonable
que you no mencionara el ATPA ante este auditorio. Quienes trabajamos
con América Latina, así como los latinoamericanos, estamos
desilusionados porque el ATPA no ha sido aprobado. Como saben, la Ley
de Preferencias Arancelarias Andina venció en diciembre de 2001.
La Administración Bush continúa apoyando su renovación
y la aprobación de una lista ampliada de productos andinos que
recibirían acceso preferencial al mercado estadounidense. El paquete
legislativo que incluye la renovación y ampliación del ATPA
también incluye varios otros asuntos de comercio internacional,
lo cual ha retrasado su debate y aprobación. Esa legislación
continúa en la comisión conjunta de Senado y Cámara.
El Representante
Comercial Robert Zoellick se reunió la semana pasada con ministros
e importantes funcionarios de los países andinos. Nuevamente subrayó
el compromiso de la Administración Bush con el ATPA y le solicitó
al Congreso tomar acción respecto al ATPA y enviársela al
Presidente Bush lo antes posible.
Yo sé que
el ATPA y el comercio internacional serán los temas principales
de conversación del Representante Comercial Zoellick cuando encabece
la delegación estadounidense a la posesión del Presidente
Uribe el 7 de agosto. Indudablemente se tocarán otros temas comerciales
también. El compromiso de Estados Unidos con el mercado libre será
uno de ellos. La demora del ATPA crea inquietud aquí sobre ese
compromiso. En otras partes del mundo existen inquietudes similares por
la legislación agrícola estadounidense y la protección
de la industria del acero de Estados Unidos de las prácticas comerciales
desleales.
Mi respuesta, sencillamente,
es que Estados Unidos ha tenido mercados abiertos por más tiempo
que cualquier otro país. Y así será en el futuro.
La Administración Bush continúa colaborando con el Congreso
para lograr la Autorización para la Promoción Comercial.
Eso nos ayudará a adelantar nuestro objetivo de crear un acuerdo
de libre comercio de las Américas para el año 2005.
Es claro que la economía
internacional enfrentará desafíos en el año que viene.
Pero creo que tenemos razones para ser cuidadosamente optimistas porque
tenemos unas bases sólidas.
Yo sé que
Colombia tiene serios problemas económicos: la deuda, la baja inversión,
el alto desempleo. Pero, creo que cuando haya menos inseguridad habrá
una recuperación económica. Estoy convencida de que a medida
que la situación de inseguridad cambie, y los grupos armados se
vean obligados a negociar, la inversión volverá hacia Colombia
y esos problemas económicos mejorarán. Si se desarrolla
un proceso de paz, aumentará la asistencia de la comunidad internacional.
Los colombianos que viven en el extranjero también volverán
con su capital, creando empleo. Todo esto depende de un clima de mayor
seguridad y de la lucha contra el narcotráfico.
Colombia tiene unas
bases sólidas para enfrentar el futuro. Y creo que tenemos razones
para ser optimistas de que los colombianos pueden enfrentar estos desafíos.
Confío en que el compromiso de Estados Unidos para ayudar a los
colombianos a enfrentar los desafíos seguirá siendo firme.
Gracias.
Bogotá, D.C.
25 de julio de 2002
As of July 26, 2002,
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