Speech
by U.S. Ambassador to Colombia Anne Patterson, November 21, 2002
Discurso
de la Embajadora Anne W. Patterson ante Fedegán
Es un placer estar
en Cartagena y agradezco la oportunidad de hablar con ustedes.
El gobierno y el
pueblo de Estados Unidos entienden la importancia de los ganaderos de
Colombia y los desafíos que enfrentan. Hace 30 años los
gobiernos de Colombia y Estados Unidos iniciaron una colaboración
tripartita con Fedegán al firmar el primer acuerdo entre nuestro
Departamento de Agricultura y su Ministerio de Agricultura para combatir
la fiebre aftosa, la mayor amenaza para la ganadería aquí
y en el mundo. A través de los años, este programa se ha
extendido para llevar a cabo la visión de una Colombia libre de
aftosa. Con el liderazgo y los recursos de Fedegán, esta visión
está en camino de convertirse en una realidad.
Hoy por hoy, nuestro
Departamento de Agricultura continúa financiando la supervisión
del programa contra la fiebre aftosa y la estomatitis vesicular. Ha destacado
a nuestra Embajada a dos de sus expertos sobre el tema. Continuaremos
colaborando con ustedes para proteger la industria cárnica. Como
parte de este esfuerzo, buscamos que las áreas donde se ha erradicado
la aftosa sean declaradas zonas libres de enfermedad. También estamos
capacitando a los inspectores cárnicos colombianos. Esto ayudará
en forma significativa a que aumenten las exportaciones de carne de res.
Otro desafío
para la industria ganadera en Colombia es la baja demanda nacional de
sus productos. El consumo está por debajo del promedio en América
Latina. El crecimiento de la economía y de los ingresos es esencial
para aumentar el consumo de productos cárnicos y lecheros en Colombia.
En Estados Unidos
hemos notado que los programas de asistencia para los escolares y la población
más pobre también son esenciales para incrementar la demanda
de productos de alto valor como la carne y la leche. Actualmente nuestro
gobierno participa en una iniciativa internacional denominada Alimentos
para los Escolares. Estamos dispuestos a colaborar con Fedegán
y el gobierno colombiano para desarrollar un proyecto similar en Colombia.
Un elemento importante
para el crecimiento de la economía colombiana es el acceso al mercado
estadounidense. Consciente del liderazgo económico del Presidente
Uribe, el Presidente Bush firmó las certificaciones finales para
que Colombia reciba los mayores beneficios de la nueva Ley de Preferencias
Arancelarias Andina (ATPA). Entre los nuevos beneficios de este programa
se encuentra la liberación de aranceles para ciertos productos
de cuero, en particular los manufacturados en Colombia. La apertura del
nuevo mercado podría tener efectos secundarios significativos,
como incrementar la demanda de cuero en bruto. Este nuevo programa, el
cual vence a principios de 2006, está diseñado para conducir
a un acuerdo de libre comercio en la región.
Un acuerdo de libre
comercio más amplio ayudaría a la economía colombiana
en general. La entrada a Estados Unidos de una amplia gama de productos
libres de aranceles, le da a Colombia ventajas importantes tanto en el
sector agropecuario como en el manufacturero. El sector agropecuario también
se beneficiará de esta apertura, ya prevista en la propuesta de
Estados Unidos ante la OMC para eliminar los subsidios agrícolas
de manera contundente. El señor David Mergen, agregado agrícola
de mi embajada, nos acompaña hoy. Les recomiendo ponerse en contacto
con él para abordar formas cómo el gobierno de Estados Unidos
puede ayudarlos a exportar hacia mi país.
Pero los miembros
de Fedegán enfrentan desafíos más allá de
los de su industria. Efectivamente, todos los colombianos enfrentan actualmente
otra plaga, mucho más seria. Colombia enfrenta una lucha por el
control del territorio nacional, la preservación de su soberanía
nacional, y la protección de la democracia y de los derechos humanos.
Unos 3.000 colombianos pierden la vida cada mes, por la violencia. Cada
año 3.000 personas más, muchos de ellos menores, son secuestrados
para exigir un rescate. Aproximadamente dos millones de personas se han
visto obligadas a abandonar sus hogares huyendo de la violencia.
Hacemos lo que podemos
para ayudar a Colombia. Estamos ayudando a 500.000 desplazados que huyen
de los grupos armados al margen de la ley. Somos el mayor proveedor de
ayuda para la población colombiana desplazada por la violencia.
Sin embargo, nuestros esfuerzos sólo pueden ser paliativos mientras
esos grupos violentos continúan librando la guerra contra el resto
del país.
La economía
ha sufrido daños significativos, no sólo por los ataques
directos de estos grupos, sino también por sus efectos indirectos.
Debido a la incertidumbre creada por la inseguridad, la inversión
nacional y la inversión extranjera han disminuido significativamente.
Lejos de ser el resultado de la pobreza, la violencia es la causa de la
pobreza y del subdesarrollo.
Indiferentes al destino
de la economía y del país en general, los grupos armados,
cualquiera que sea su origen, cada vez más se convierten en organizaciones
con ánimo de lucro. Las ganancias provenientes del narcotráfico
y del secuestro alimentan a estos grupos y socavan al Estado. Queda claro
que poco les importa el bienestar de Colombia, sólo les preocupa
su propio bienestar.
Además, se
ha vuelto difícil distinguir entre los grupos armados y los narcotraficantes.
Los dos grupos más grandes, las FARC y las AUC, están profundamente
involucrados en cada faceta del narcotráfico, incluyendo el cultivo,
el procesamiento y el transporte. Se estima que los ingresos que derivan
del narcotráfico y del secuestro ascienden a más de US$300
millones al año. Éstos ingresos, no su ideología,
han sido la clave de su dramática expansión en los últimos
10 años.
Estas organizaciones
florecen donde la presencia del gobierno es débil; intentan llenar
el vacío donde no hay gobierno. Además de ser delincuentes,
socavan la legitimidad del estado por su naturaleza. Al cumplir sus primeros
100 días, este Gobierno ya ha tomado los pasos decisivos para empezar
a ejercer la autoridad nacional y restaurar el imperio de la ley por todo
el territorio nacional.
El plan de la nueva
estrategia de seguridad nacional es simple y claro: restaurar la presencia
y la autoridad del Estado; es decir, recuperar la soberanía nacional
en Colombia. Con 162 municipios que carecen de Policía, este primer
paso es necesario para restaurar una presencia estatal más amplia.
En mayo la Policía Nacional empezó el despliegue del primero
de 64 escuadrones móviles de carabineros hacia lugares donde no
había presencia del Estado. Cada escuadrón consiste de 150
hombres. Estados Unidos ayudará a equiparlos, entrenarlos y prestarles
apoyo para asegurar el cumplimiento de su misión. Una vez restablecida
la seguridad, el gobierno colombiano podrá ofrecer otros servicios,
como educación y salud.
Como parte de la
nueva estrategia de seguridad nacional, la Administración va a
fomentar la participación de los colombianos de todos los estratos,
dentro y fuera del gobierno, en la lucha contra el terrorismo.
Estos son pasos serios,
y nadie tiene la ilusión de que esta lucha va a ser fácil.
El impuesto al patrimonio
para financiar la defensa, la eliminación del subsidio a la gasolina,
y la reducción de los gastos gubernamentales, son pasos dolorosos
pero necesarios. Sin embargo, el Presidente Uribe está resuelto
a tomar decisiones difíciles y enfrentar los problemas con decisión.
Y, aún más importante, también lo está el
pueblo colombiano. El Presidente y su movimiento político Primero
Colombia fueron elegidos por un amplio margen y con un fuerte mandato
para el cambio, aunque éste fuese doloroso. Esto sigue siendo cierto.
En estos 100 días, ha sido consistente el resultado de las encuestas
realizadas por El Tiempo, Caracol y otros. La última encuesta realizada
por la firma Gallup, publicada en las revistas Semana y Cambio, señaló
un índice del 74% a favor del Presidente. Los colombianos están
listos para retomarse su país, un país donde sólo
el estado democrático ejerza poder. Sólo puede haber una
Colombia.
Creo que los colombianos
también comprenden que la única forma de restaurar la soberanía
nacional; la única forma de tener un país que valga la pena,
es librando una lucha con respeto por los derechos humanos. Claramente,
la Administración Uribe está de acuerdo. Y, no sólo
porque el respaldo de Estados Unidos y el respeto internacional dependen
de la protección de los derechos humanos. Ni porque es la forma
más práctica de ganarse la continua lealtad del pueblo,
sino porque es lo correcto.
Por nuestra parte,
la estrategia de Estados Unidos es ayudar al gobierno de Colombia con
herramientas para combatir el terrorismo y el narcotráfico, dos
luchas que se han convertido en una sola. Este es un elemento esencial
de nuestra política en Colombia. Para luchar contra el narcotráfico
y el terrorismo, es necesario atacar simultáneamente todos los
eslabones de la cadena. Para hacerlo, hemos tomado varios pasos prácticos.
Hemos ayudado en
la reorganización y el entrenamiento de un batallón de las
Fuerzas Especiales, que será una de las unidades especializadas
para la persecución de los cabecillas terroristas.
En agosto el Presidente
Bush sancionó una ley que proporciona la autorización para
usar los recursos anteriormente suministrados por el Gobierno de Estados
Unidos para el Plan Colombia. Dichos fondos y equipos ya no se encuentran
restringidos exclusivamente a las actividades antinarcóticos; ahora
también pueden emplearse contra los terroristas.
¿Qué
significa esto?
Antes de entrar en
vigor la nueva autorización, los recursos donados para la lucha
antinarcóticos sólo se podían emplear en operaciones
para capturar a un cabecilla acusado de narcoterrorismo, pero no en una
operación contra un cabecilla terrorista quien era el autor intelectual
de un secuestro. Ahora eso cambiará. Las fuerzas colombianas pueden
hacer uso, en operaciones antiterrorismo, de los recursos donados anteriormente
para operaciones antinarcóticos.
También trabajaremos
con su gobierno para establecer unidades especiales de inteligencia para
perseguir a los grupos armados. De hecho, un elemento central en la nueva
autorización es la recolección y procesamiento de mejor
inteligencia. Sin embargo, comprendemos que el narcotráfico es
la base financiera de estos grupos. Por ello, el punto focal de nuestras
actividades no cambia. Vamos a continuar ampliando nuestro respaldo a
los esfuerzos de Colombia para destruir este comercio maligno.
Debido al apoyo de
Estados Unidos, el gobierno de Colombia cuenta con nuevas aeronaves para
la erradicación aérea, para destruir las plantas de coca
antes de que puedan reemplazarlas.
Sin duda, la erradicación
aérea ha sido el arma más fuerte contra los cultivos de
coca, y por ende contra la fuente de financiación del terrorismo.
En lo que va corrido de este año, se han erradicado más
de 118.000 hectáreas de coca, comparadas con las 94.127 hectáreas
en 2001. En el próximo año, ayudaremos al gobierno colombiano
a lograr su meta de erradicar aún más. Esto se basará
en los éxitos anteriores y privará a los terroristas del
acceso a los ingresos del narcotráfico.
Con el apoyo de Estados
Unidos, el gobierno de Colombia le está dando un devastador golpe
a los cultivos de coca en Putumayo, el epicentro mundial de este cultivo.
Este esfuerzo no se limita a Putumayo. En repetidas ocasiones, el Presidente
ha expresado su decisión de extender la erradicación de
la coca a todo el país. Los grupos violentos no van a tener ningún
incentivo para desmantelarse o para negociar una paz perdurable, si las
ganancias obtenidas del narcotráfico les dan el poder para sobornar
al Estado y desafiar de frente a la fuerza pública.
La ayuda de Estados
Unidos a Colombia ya ha tenido un impacto importante al atacar la raíz
del narcotráfico: los cultivos de coca. También apoyaremos
los ataques a la producción de cocaína. Hemos suministrado
entrenamiento y equipos importantes a la Brigada Antinarcóticos
para aumentar su movilidad. En el futuro, planeamos aumentar su efectividad.
Con el aumento de
la erradicación aérea y los ataques contra los laboratorios
de cocaína, creemos que tanto la Brigada Antinarcóticos
como otros organismos oficiales pueden tener un mayor impacto contra el
narcotráfico y, por ende, contra los terroristas.
No nos hemos olvidado
de las demás fuerzas de seguridad. Hemos proporcionado 61 helicópteros
a la Policía Nacional y 72 al Ejército Nacional, para operaciones
antinarcóticos. Sin embargo, con el consentimiento de la Embajada,
las fuerzas de seguridad ya pueden hacer uso de los helicópteros
y demás equipos en operaciones antiterrorismo. Estos helicópteros
le van a ofrecer a las fuerzas de seguridad colombianas la movilidad aérea
necesaria.
También perseguiremos
otras fuentes ilícitas de financiación. Estamos por establecer
un programa de US$25 millones para fortalecer las unidades antisecuestro.
En pocos días llegarán los primeros instructores de las
Fuerzas Especiales estadounidenses para ayudar a entrenar a los soldados
colombianos que van a proteger el oleoducto Caño Limón-Coveñas.
Varios de los grupos armados han estado disputándose los ingresos
por extorsión generados por dicho oleoducto. Esperamos poder ayudar
a interrumpir el flujo de estos ingresos para todos.
Sin importar el origen,
los colombianos con frecuencia me preguntan por qué no somos más
eficientes en la eliminación o congelación de los fondos
de los grupos armados. Estamos intentándolo. Nuestros dos gobiernos
se están esforzando por perseguir los dineros ilícitos.
En realidad, parte de dicho dinero efectivamente está en cuentas
de bancos extranjeros, incluyendo algunos en Estados Unidos. Los estamos
rastreando. Pero existe mucho dinero que no sale de Colombia y se queda
financiando actividades terroristas. La conducta de estos grupos es exactamente
igual a la de la mafia: muchos líderes se quedan con el dinero
para su uso personal. Sin embargo, aún así, queda suficiente
dinero para comprar armas para asesinar a los colombianos.
Trabajamos muy de
cerca con varias instituciones colombianas. Hemos tenido resultados positivos
en la identificación de cuentas y otras propiedades en Colombia
y en el exterior. Habrá más logros en el futuro. Con la
ayuda internacional, el Gobierno de Colombia ha avanzado en su identificación
de las cuentas de dineros provenientes del narcotráfico y el secuestro.
Sin embargo, no se debe subestimar la complejidad de esta labor ni su
escala. En la Embajada creé un comité especial para que
trabaje de cerca con las autoridades colombianas para investigar la red
de financiación de las organizaciones terroristas colombianas.
A un nivel más
amplio, el Departamento del Tesoro acaba de anunciar una nueva campaña
para buscar información que conduzca al desmantelamiento de organizaciones
terroristas, así como al arresto y condena de quienes han organizado
o ayudado a cometer cualquier acto terrorista contra bienes o ciudadanos
estadounidenses. Como parte de este programa, se ofrece una recompensa
de hasta US$5 millones por información que ayude a desarticular
cualquier sistema empleado para financiar a una organización terrorista.
El 31 de octubre
de 2002, el Presidente Bush y el Secretario de Estado Powell designaron
a las FARC, el ELN y las AUC como grupos terroristas internacionales.
Las FARC y el ELN han formado parte, desde 1998, de la lista de organizaciones
terroristas publicada por el Departamento de Estado. Este anuncio del
Departamento del Tesoro nos da mayor poder contra sus finanzas.
Con este tipo de
ataque integrado contra los grupos armados, sus fuentes de financiación
y sus redes de apoyo financiero, el Gobierno colombiano puede forzarlos
a desmantelarse o a negociar un proceso de paz y, con el tiempo, poner
fin a sus días de bandoleros. Aunque la lucha será dura,
y los tiempos difíciles, la era de las FARC, el ELN y las AUC ha
pasado. Los colombianos patrióticos se unen para atacarlos desde
todos los flancos.
A medida que los
terroristas desaparecen, ¿cómo afectará eso nuestras
relaciones? ¿Perderá interés Estados Unidos? ¡Claro
que no! Colombia es un socio importante. A medida que Colombia se recupera,
la relación se centrará más en los tradicionales
vínculos económicos, culturales y políticos que nos
unen. Al fin y al cabo, la naturaleza actual del apoyo estadounidense
no fue diseñada para ser una característica permanente de
nuestra política, sino una inversión de capital en una lucha
a largo plazo.
Nuestra intención
es ayudar a los colombianos a recuperar el control de su país y
a desarrollar las herramientas para mantener dicho control. Cuando eso
se haya logrado, tengo confianza en que el desarrollo y el crecimiento
económico de Colombia van a ser impresionantes. Confío en
que esto conllevará un enorme aumento en el comercio entre Colombia
y Estados Unidos y que Fedegán se beneficiará enormemente
de este comercio y de la paz y prosperidad que Colombia seguramente va
a disfrutar.
Gracias por su atención.
Cartagena, Bolívar
21 de noviembre de 2002
As of November 25, 2002,
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