Testimonio
de Paul Simons, Secretario de Estado Adjunto (E) para Asuntos de Narcóticos
y Ejecución de la Ley, Ante la Comisión de Reforma Gubernamental
de la Cámara de Representantes de EE.UU., 12 de diciembre de 2002
Paul E. Simons
Secretario de Estado Adjunto (E) para Asuntos de Narcóticos y Ejecución
de la Ley
Ante la Comisión de Reforma Gubernamental de la Cámara de
Representantes de EE.UU.
Sr. Presidente y miembros de la Comisión, gracias por esta oportunidad
para reunirme con ustedes hoy y hablar sobre la estrategia estadounidense
de la heroína en Colombia.
Los programas antinarcóticos
de Estados Unidos con Colombia representan una respuesta a uno de los
desafíos más importantes que enfrentamos hoy. Los temas
planteados por la producción colombiana y la importación
estadounidense de drogas ilícitas tienen un efecto directo sobre
el bienestar de los ciudadanos de Estados Unidos, la supervivencia de
una Colombia democrática, y la estabilidad de la región
andina al relacionarse con la lucha contra la amenaza dual de la industria
del narcotráfico y el terrorismo. Los grupos terroristas colombianos
no cuentan con el respaldo popular; derivan su fortaleza de una terrible
alianza entre el terror y la industria ilegal de las drogas. Sus arcas
se encuentran llenas en gran medida por usuarios de heroína y cocaína
de Estados Unidos y Europa.
Para Colombia, el
enfrentamiento de los peligros entrelazados del contranarcótico
y el terrorismo respaldado por las drogas, es un elemento vital en la
gran iniciativa del Presidente Uribe para fortalecer el imperio de la
ley, construir una economía más sana y estable, e inculcar
mayor respeto por los derechos humanos.
Heroína
Reconocemos el considerable
apoyo que el Congreso le ha dado a la Administración en la lucha
contra el flagelo de las drogas. Algunos miembros del Congreso han expresado
su preocupación porque las políticas y los programas antinarcóticos
de Estados Unidos en Colombia no reconocen los peligros ni tampoco dedican
los recursos suficientes para atacar la producción de heroína
y los cultivos de la amapola de opio.
De hecho, reconocemos
el creciente crecimiento e impacto que tiene la heroína colombiana
en Estados Unidos. Las cifras del Gobierno de Estados Unidos sobre los
cultivos documentan un alarmante incremento en los cultivos de la amapola
de opio en Colombia durante los últimos años: aumentando
casi un 62%, de 4.050 hectáreas en 1998 a aproximadamente 6.540
hectáreas en el 2001.
Mientras el cálculo
del cultivo de la amapola para 2001 y el potencial de las 4,3 toneladas
métricas que representa, da cuenta de sólo el 4% de la posible
producción mundial de heroína, ello se traduce en el 22%
y el 33% de las 13 a 18 toneladas métricas aproximadas de heroína
que se consumen anualmente en Estados Unidos.
La lucha contra la
heroína y otras drogas es una campaña coordinada y multifacética
que incluye la interceptación, la erradicación y el desarrollo
alternativo, así como la ejecución de la ley.
Interceptación
Nuestra ayuda financiera
y técnica a Colombia en los últimos años bajo el
Plan Colombia, está incrementando las capacidades de Colombia para
interceptar la heroína en sus fases de producción y distribución.
Durante el año fiscal 2002, le presupuestamos directamente a la
Policía Nacional US$26 millones en recursos proporcionados por
la Oficina de Asuntos Internacionales de Narcóticos y Aplicación
de la Ley (INL por su sigla en inglés) para la interceptación
y se financiaron más de US$84 millones en programas generales de
la Policía Nacional (aviación y construcción) que
incluían apoyo a la interceptación. Una porción notable
de los US$104 millones en recursos provenientes de la INL durante el año
fiscal 2002, dedicados a respaldar los programas antinarcóticos
militares colombianos, se empleó en la interceptación (especialmente
la financiación de la Brigada Móvil Antinarcóticos
y las operaciones marítimas y fluviales) y el respaldo de los esfuerzos
de interceptación. La INL también respalda el proyecto de
interceptación aeroportuaria de la DEA (para incrementar la detección
y captura de drogas y traficantes que usan transporte aéreo) con
US$1.5 millones en recursos del año fiscal 2002 y US$1,75 millones
sugeridos para la financiación del año fiscal 2003. Además,
en el año fiscal 2002, dedicamos US$46.5 millones para fomentar
el imperio de la ley y respaldar las instituciones democráticas.
Al reflexionar sobre
el valor de las actividades de interceptación, Colombia ha decomisado
más de 670 kilos de heroína y morfina en 2002, (comparado
con los 796 kilos en 2001); porcentaje significativo de la producción
total posible.
Erradicación aérea
No hemos ignorado
los cultivos de amapola. De hecho, nos encontramos en la segunda fase,
la más agresiva del programa de aspersión de este año,
empleando cuatro aeronaves T-65 en el suroccidente del país. Hasta
la fecha en 2002, se han erradicado 3.263 hectáreas de amapola,
y se espera alcanzar la meta de 5.000 hectáreas de amapola para
finales del año. Este es un incremento significativo sobre las
1.846 hectáreas erradicadas el año pasado.
Nos damos cuenta
de que las cifras de erradicación en 2001 son bastante inferiores
a las 8.843 hectáreas erradicadas en 2000. Sin embargo, en 2001,
los programas de aspersión se vieron afectados por varias limitaciones:
insuficiencia de aeronaves; inadecuado número de aeronaves de seguridad;
falta de pilotos; diversas interrupciones en el flujo de capital y las
malas condiciones climatológicas. Igualmente, la erradicación
de la amapola necesita más recursos por hectárea y el riesgo
es mayor (debido al terreno, las misiones operacionales y el clima). A
la luz de todo lo anterior, la prioridad de los gobiernos de Colombia
y Estados Unidos era atacar la coca.
Igualmente, me complace
informarles que con el respaldo del Congreso y con considerable esfuerzo
y trabajo, en especial durante este último año, se incrementó
en forma significativa la capacidad base del programa de aspersión.
Contamos con una flotilla de aeronaves capaz de realizar serios programas
de erradicación, tanto de los cultivos de coca como de amapola.
Cabe añadir
la adición en 2002 de tres Air-Tractor AT-802 a nuestra flotilla
y la próxima entrega de cinco AT-802 adicionales durante la primera
mitad de 2003. Estas aeronaves, con gran capacidad de carga, cuentan con
un eficiente desplazamiento para la aspersión de la coca o la amapola.
Inicialmente, planeamos emplear los Air-Tractor en la aspersión
de la coca, liberando así a los T-65. Planeamos dedicar nuestra
flota de los T-65 principalmente para la aspersión de amapola en
2003.
Nuestro inventario
actual incluye (tanto para los programas de coca como de amapola):
10 OV-10 Bronco
4 T-65 Turbo Thrush
3 AT-802 Air-Tractor
2 T-65 adicionales para febrero (reparados y de vuelta al servicio)
5 AT-802 adicionales (en enero, febrero, mayo y junio)
Igualmente importante, contamos con suficientes helicópteros de
reconocimiento y seguridad para dar apoyo a las misiones de aspersión
así como para el uso en interceptación y apoyo aéreo.
Hasta este año, no se contaba con suficientes bienes en el país
(en especial capaces de operar en las áreas montañosas donde
se cultiva la amapola) para un programa amplio de erradicación.
Actualmente contamos
con nueve pilotos entrenados en los Air-Tractor. Este entrenamiento incluye
vuelo de montaña intensivo, lo que significa que estos versátiles
pilotos pueden erradicar coca o amapola. Seis pilotos adicionales se están
entrenando en Nuevo México y se graduarán en febrero. Otro
piloto quedará entrenado para el 30 de abril. Todo esto significa
que nuestro contingente completo de 16 pilotos para AT-802, calificados
para áreas montañosas, estará entrenado y listo a
tiempo para el envío de las aeronaves AT-802 adicionales a Colombia.
Con estas mejoras,
planeamos alcanzar la meta de erradicación de 5.000 hectáreas
de amapola para 2002; un incremento del 170% sobre 2001. Para 2003, el
objetivo es erradicar el remanente de la amapola colombiana (hasta 10.000
hectáreas) así como el de la coca colombiana (hasta 20.000
hectáreas). Para alcanzar estas metas, será esencial obtener
una completa financiación de nuestra solicitud para el año
fiscal 2003 para Colombia.
Como lo señala
correctamente en su testimonio la Oficina de Política Nacional
de Control de Drogas de la Casa Blanca (ONDCP por su sigla en inglés),
enfocarse en los cultivos de la amapola es una propuesta compleja y costosa,
y es importante resaltar las dificultades que enfrentamos en la erradicación
de la amapola. La amapola crece en campos recónditos y dispersos
ubicados en montañas escarpadas y cubiertas por espesas nubes,
defendidos por grupos de las FARC o paramilitares. El reconocimiento y
la aspersión de los cultivos de amapola son actividades de alto
riesgo, como se comprobó en el trágico accidente (por mal
tiempo) de un helicóptero de la Policía Nacional el 23 de
octubre. Cuatro personas murieron a bordo de esta misión de reconocimiento
de rutina. Las aeronaves de erradicación también se han
visto atacadas desde tierra, incluyendo tres el mismo día a finales
de noviembre. Por los mismos factores (campos pequeños y recónditos,
ubicaciones dispersas, terreno montañosos, mal tiempo y áreas
de cultivo lejos de zonas cocaleras) la erradicación de amapola
requiere aproximadamente tres veces el gasto de recursos por hectárea
que la erradicación de coca.
Para garantizar que
el beneficio obtenido por estas erradicaciones sea permanente, la USAID
continúa creando programas de desarrollo alternativo del Plan Colombia
en las áreas de cultivos de amapola. Estos programas se enfocan
en cuatro actividades principales: el fortalecimiento de las instituciones
privadas, públicas, nacionales y regionales; la expansión
de una infraestructura rural; el incremento de oportunidades económicas
lícitas y el mejoramiento del manejo de los recursos naturales.
Desde que la USAID inició su programa en 1999, ha firmado acuerdos
con asociaciones campesinas en áreas de cultivos de amapola, dando
como resultado el cultivo de 2.124 hectáreas de cultivos lícitos
y beneficiando a 3.357 familias. La USAID apoya programas alternos para
la generación de ingresos como: el cultivo de café gourmet;
frutas y hortalizas de clima frío; ganadería para producción
lechera y cárnica, así como el desarrollo de infraestructura
en departamentos predominantemente amapoleros. La USAID continuará
con sus programas de desarrollo alternativo en áreas amapoleras,
y planea establecer 765 hectáreas adicionales de cultivos lícitos
y ayudar a 2.350 familias adicionales en el año venidero.
Mayor apoyo colombiano
Por último,
desearía tratar lo que es quizás el elemento más
positivo de nuestra política de drogas y programas en Colombia.
Como saben, en agosto, el Presidente Uribe asumió la presidencia,
trayendo consigo una visión audaz de cómo resolver los problemas
que agobian a Colombia, junto con una voluntad política y el respaldo
público para lograrlo. En los primeros cuatro meses de su administración,
ya ha empezado a obrar con determinación y decisión:
Aún antes de asumir el poder, Uribe reconoció la necesidad
de un plan claro y viable para lograr sus objetivos ambiciosos, y se dedicó
a la labor de crear una Estrategia Nacional de Seguridad. Aunque aún
no ha sido publicada oficialmente, y como se lo hemos informado al Congreso,
el borrador de la Estrategia Nacional de Seguridad incluye garantías
para mejorar los recursos de seguridad, emprender una campaña global
antinarcóticos, mejorar la protección de los derechos humanos,
continuar con la financiación de los programas sociales y humanitarios,
y realizar un esfuerzo determinante para cortar del todo los lazos militares
con los paramilitares. El Presidente Uribe le escribió al Presidente
Bush informándole que Colombia emprende el compromiso de la Estrategia
de Seguridad para garantizar la efectividad de los esfuerzos conjuntos
con Estados Unidos, y alcanzar metas comunes en la lucha contra el narcotráfico
y el terrorismo.
En repetidas ocasiones,
el Presidente Uribe ha hecho énfasis público sobre su compromiso
personal por una guerra total contra la industria colombiana de la droga,
en todos los frentes. Trabaja estrechamente con la Misión Diplomática
de Estados Unidos en Colombia para ampliar el programa de erradicación,
mejorar las capacidades de las fuerzas antinarcóticos, mejorar
la efectividad y el cubrimiento de la interceptación y mejorar
los programas de desarrollo alternativo. Su Administración ya ha
dado asistencia directa en áreas específicas, incluyendo
la aceleración de la adquisición y el empleo de nuevas aeronaves
y helicópteros de erradicación. Esto permitió al
programa de erradicación realizar una de las campañas de
aspersión más intensas y efectivas en el segundo semestre
de 2002; una fuerte iniciativa que es el primer esfuerzo continuo de erradicación
aérea a gran escala en Colombia. En la actualidad, esta campaña
está atacando la coca en los departamentos de Putumayo y Caquetá
(erradicando desde el 1° de diciembre más de 65.500 hectáreas)
y (a partir del 1° de noviembre en esta campaña) la amapola
en los departamentos de Cauca y Nariño (erradicando más
de 1.500 hectáreas desde el 1° de diciembre en esta campaña).
El Presidente Uribe
también reconoció que otro elemento fundamental para la
solución de los problemas de Colombia es la necesidad de restablecer
la seguridad en todo el sector rural del país, donde la tradicional
falta de presencia del gobierno central le ha permitido a las FARC, a
los grupos paramilitares y a las organizaciones de narcotraficantes tener
vía libre para hacer de las suyas. La nueva administración
ha empezado a ejecutar planes para restablecer, en forma sistemática,
la presencia del Estado y de los organismos de seguridad en todo el país.
Este esfuerzo tiene un impacto directo y a largo plazo sobre nuestra estrategia
antinarcóticos. Es el primer paso hacia una cultura de derecho
más desarrollada en los sectores marginados donde se cultivan la
coca y la amapola; una cultura diseñada para desalentar la participación
en las actividades ilícitas. Además, la seguridad y la estabilidad
públicas son necesarias para crear una economía autosuficiente
y desarrollada que proporcione alternativas viables y lícitas a
los cultivos ilícitos, perm,itiéndole a la gente medios
de vida.
Creemos que el compromiso de la Administración Uribe representa
una oportunidad única para nuestros dos países de lograr
un progreso serio, importante y permanente en nuestra lucha contra la
droga, y por ende, el terrorismo respaldado por las ganancias de la droga
. Durante los cuatro meses que el Presidente Uribe ha estado en el poder,
hemos visto una cooperación sin precedentes y el mayor apoyo a
nuestros programas y políticas antinarcóticos. Igualmente
nos damos cuenta de que el Presidente Uribe, en su compromiso resuelto,
está tomando un gran riesgo político y personal.
Estados Unidos debe
cumplir con sus compromisos en su lucha contra la heroína y la
cocaína en Colombia. Conocemos al enemigo y sabemos lo que tenemos
que hacer. Contamos con elementos en el país para llevar a cabo
la labor, y en Colombia contamos con un liderazgo efectivo y fuerte dispuesto
a cumplir su parte. Para lograr nuestros objetivos, será esencial
obtener la financiación total de nuestra solicitud de presupuesto
del año fiscal 2003 para la Iniciativa Andina Antinarcóticos
(US$731 millones).
Washington, D.C.
12 de diciembre de 2002
As of January 3,
2003, this document was also available online at http://usembassy.state.gov/posts/co1/wwwsps01.shtml