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Last Updated:6/26/03
Letter to President Uribe from 25 Colombian Non-Governmental Organizations, June 11, 2003

Bogotá, 11 de junio de 2003

Doctor
Álvaro Uribe Vélez
Presidente de la República de Colombia
Casa de Nariño
Bogotá

De nuestra consideración:

Permítanos agradecer su amable invitación a reunirnos con usted y expresarle que aceptamos acudir a esta reunión por cuanto siempre hemos considerado necesario desarrollar el diálogo entre la sociedad civil y el Gobierno, con el fin de contribuir a identificar medidas que apunten a superar la grave crisis de derechos humanos y derecho humanitario que afecta a Colombia.

Esperamos que el diálogo de hoy se realice dentro de un marco de respeto y con la mayor sinceridad, pues consideramos que la sinceridad es una de las condiciones esenciales y mínimas para tener un intercambio de opiniones que pueda luego dar frutos duraderos. Por consiguiente, expondremos algunas preocupaciones que pueden causar molestias pero que resulta necesario mencionarlas, de manera respetuosa, porque las respuestas que el Gobierno dé a esas inquietudes son las que nos permitirán avanzar hacia la superación de la crisis de derechos humanos y humanitaria. Nuestro propósito no es más que el de incidir en un mejoramiento de la situación de derechos humanos que hoy tenemos que calificar como trágica y nuestro mejor deseo es que en el futuro las organizaciones no gubernamentales podamos calificarla de excelente y divulgar y resaltar los avances que en esa materia se hayan logrado.

Infortunadamente, la situación que vive el país y la polarización que se ha venido presentando hacen parecer que esa opción se encuentra muy lejana. Por una parte, como lo mostraremos a continuación, la violación de los derechos humanos no solamente continúa, sino que esta asumiendo nuevas modalidades que no se conocían en el pasado o que se creía habían disminuido. Por otra parte, la legítima labor que desarrollamos las organizaciones no gubernamentales dentro del Estado social y democrático de derecho está siendo crecientemente atacada, nuestras organizaciones son estigmatizadas y puestas en una situación de riesgo por las funciones que cumplimos. Valoramos que Usted considere que la labor de las organizaciones no gubernamentales de derechos humanos se debe observar con "tolerancia", pero le instamos a dar un paso más allá en el sentido de considerar nuestro trabajo como central en el fortalecimiento del Estado social y democrático de derecho y reconocernos como interlocutores válidos de las diferentes instancias gubernamentales. Por eso lamentamos su insistencia en mostrarle a la opinión pública que ejercemos una injustificada contraposición a las políticas del Gobierno, lo que hace que la situación de riesgo de las organizaciones y sus integrantes se incremente. A esta situación se suman las diferentes declaraciones realizadas por parte de altos dignatarios que descalifican como subversivo el papel de nuestras organizaciones, sin que el Presidente de la República haga nada por evitarlo, lo que hace entrever que las relaciones de su Gobierno con las organizaciones no gubernamentales de derechos humanos, las organizaciones de paz y los sectores sociales, son deplorables.

En efecto, en septiembre del año pasado le solicitamos una reunión para discutir con Usted la política de derechos humanos de su Gobierno. Esa cita no nos fue concedida y se nos informó que la persona competente para hablar con las organizaciones era el vicepresidente de la República, doctor Francisco Santos, encargado del manejo de las políticas del Gobierno en materia de derechos humanos. Así lo hicimos y por ello el 25 de noviembre de 2002 entregamos una carta al Vicepresidente Santos en la que propusimos un diálogo sobre los elementos que, a nuestro juicio, constituyen los temas medulares de una política seria en derechos humanos y en derecho humanitario.

Pese a la buena voluntad de los miembros del Programa Presidencial para los Derechos Humanos, el espacio de la interlocución con la Vicepresidencia ha sido muy precario. Por diferentes circunstancias, especialmente por la orientación de la política de seguridad del Gobierno, los temas propuestos y acordados con el Gobierno no se han discutido de manera adecuada y muchas de las inquietudes que le hemos planteado a la vicepresidencia, hasta el día de hoy, no han sido resueltas. Entre otras podríamos citar la situación de defensores y defensoras de derechos humanos y el desconocimiento de las obligaciones internacionales. En esta reunión esperamos poder resolver algunas de nuestras dudas y dialogar sobre los temas mencionados y algunos otros que se pretendían abordar en la interlocución con la vicepresidencia y que no lo fueron. Los temas siguen aún vigentes y la dilación en resolverlos hace temer que el Gobierno no tenga la disposición de realizar un sincero intercambio de opiniones con las organizaciones no gubernamentales de derechos humanos.

En la actualidad parece predominar en el Gobierno una concepción generalizada de que el problema de Colombia es esencialmente militar. Eso ha conducido, entre otras cosas, a considerar como sospechosas y a perseguir militarmente a las personas que piensan distinto. Las organizaciones no gubernamentales de derechos humanos, los sindicalistas y otros sectores humildes de la población, especialmente quienes viven en zonas de actividad guerrillera, han sido los principales afectados por esa forma de ver el conflicto colombiano. Se vienen realizando detenciones arbitrarias, persecuciones judiciales y allanamientos a domicilios de personas y a sedes de organizaciones sociales y de derechos humanos. No podemos detenernos a estudiar todos los abusos que se han cometido en contra de los grupos de personas mencionados pero podemos relatar algunos casos ejemplificantes.

El 6 de diciembre de 2002, Julio Avella, defensor de derechos humanos perteneciente a la Asociación Nacional de Ayuda Solidaria (Andas), fue detenido en Bucaramanga por miembros de la Policía Nacional luego de que su casa hubiera sido allanada. La Fiscalía 26 seccional de Bucaramanga adelantó una investigación penal por el delito de rebelión que terminó con la preclusión de la misma seis meses después, en mayo de 2003. Durante ese tiempo, Julio Avella estuvo privado de su libertad sin justificación en la cárcel Modelo de Bucaramanga. Otro reconocido líder sindical y defensor de derechos humanos, Alfredo Porras Rueda, fue detenido el 31 de diciembre del 2002 por miembros de la V Brigada en la ciudad de Bucaramanga, acusado de ser el responsable de las finanzas de un grupo guerrillero y de haber incurrido en otros delitos, como homicidio y secuestro. Luego de permanecer cuatro meses en la cárcel Modelo de Bucaramanga, el fiscal precluyó la investigación y ordenó su libertad inmediata el 31 de abril de 2003. En lo transcurrido de este año las violaciones no han cesado .

El 15 de enero de 2003, la Fiscalía General de la Nación, seccional de Bucaramanga, dictó medida de aseguramiento contra Hernando Hernández, ex presidente del Sindicato de la Unión Sindical Obrera de la Industria del Petróleo (USO), por el delito de rebelión . Hernando Hernández ha denunciado públicamente las irregularidades que se han cometido dentro del proceso y ha señalado, entre otras, que los testigos son personas previamente preparadas por el DAS . Además, resulta sospechoso que la captura se haya realizado y el proceso iniciado justo cuando se estaban llevando a cabo conversaciones entre el sindicato y ECOPETROL para una nueva convención colectiva . La Fiscalía General de la Nación dictó resolución de acusación, no obstante la defensa demostró que las versiones de los testigos no corresponden a la realidad. En la actualidad, la fiscal pretende vincular a Hernando Hernández a un proceso por terrorismo y por homicidio múltiple.

En los casos mencionados las autoridades realizaron las capturas con base en información contenida en archivos de inteligencia militar y en testimonios de personas que colaboran con los servicios de inteligencia. Aparte de los mencionados, desde agosto de 2002 muchos otros defensores, líderes sociales y sindicales han sido detenidos de forma arbitraria o se les ha iniciado un proceso judicial sin justificación alguna por desarrollar una legítima labor, como es la de defender los derechos humanos . No obstante lo anterior, notamos con preocupación que Usted, señor Presidente, ha manifestado públicamente que la situación de los defensores de derechos humanos y de los líderes sociales y sindicales ha mejorado notablemente, y que muestra de ello es que en lo transcurrido de su Gobierno sólo han muerto nueve sindicalistas, pero ninguno por razones políticas. Permítanos decirle que la realidad que hemos constatado las organizaciones de derechos humanos es otra.

Desde la iniciación de su Gobierno y hasta el mes de mayo de 2003 en promedio, por mes, cinco defensores de derechos humanos han sido objeto de ataques y amenazas. Tal es el caso de José Roosvelt Lara, miembro del Comité de Derechos Humanos Joel Sierra, quien fue asesinado el 8 de noviembre de 2002, en el municipio de Tame (Arauca), por miembros de grupos paramilitares que actuaron con total libertad y anuencia de la Fuerza Pública, pese a que era beneficiario de medidas cautelares otorgadas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos el 29 de julio del 2002 .

En el mismo período, 92 sindicalistas han sido ejecutados de manera extrajudicial, 17 han sido desaparecidos forzadamente, 31 han sido detenidos de forma arbitraria, 4 han sido víctimas de atentados y 87 han recibido amenazas. En un total, por lo menos 231 sindicalistas han sufrido graves violaciones a sus derechos por su condición de miembros de un sindicato o en razón del ejercicio de su actividad .

A su vez, algunos sindicatos han sido objeto de allanamientos sin fundamento alguno. El 10 de diciembre de 2002, en Bucaramanga, miembros de la policía, con orden judicial de la Fiscalía, realizaron un allanamiento a la sede de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT) . Una situación similar se presentó el 16 de agosto de 2002 en Cali, donde miembros del Ejército Nacional allanaron la casa de Jesús Antonio González Luna, director del departamento de Derechos Humanos de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), argumentando la búsqueda de propaganda subversiva y armamento . En ninguno de los casos se encontraron pruebas que confirmaran dichos vínculos.

Los ejemplos de persecución señalados, así como otros casos similares, obedecen a una idea que parece haberse extendido dentro de su Gobierno, según la cual a las organizaciones no gubernamentales de derechos humanos y a las organizaciones sociales y de paz hay que considerarlas como sospechosas. Esa mentalidad ha sido revelada por personas cercanas al Gobierno, como el señor Pedro Juan Moreno Villa, quien se presenta y es reconocido como asesor suyo en materia de seguridad e inteligencia, y quien fue secretario de Gobierno durante el período en el cual usted ocupó la gobernación del departamento de Antioquia . Usted se ha abstenido de actuar frente a las declaraciones del señor Pedro Juan Moreno Villa y de las expresadas en sentido similar por otras personas que hacen parte de sus círculos más cercanos, lo cual resulta inadmisible, pues esa clase de afirmaciones pueden incrementar el clima de estigmatización existente contra las organizaciones no gubernamentales de derechos humanos y, por lo tanto, afectar aún más nuestra seguridad.

Sin embargo, los defensores y defensoras de derechos humanos y los líderes sociales, no son los únicos afectados por la persecución que se ve motivada por la misma estigmatización. Sectores de la población civil, especialmente algunos de los más humildes, también sufren las consecuencias de esa concepción militarista. Así, las operaciones militares que se vienen llevando a cabo se caracterizan por el desconocimiento de los derechos de esa población civil . El 24 de septiembre de 2002, el Ejército nacional entró a la casa de Florentino Castellares Gil en Cantagallo (Bolívar), sin orden judicial previa, disparando de manera indiscriminada. En los hechos murieron Florentino Castellares Gil y su hijastro de nueve años, Nilson Hernández Jerez. Monguí Jerez Suárez, madre del niño, resultó gravemente herida .

El 24 de febrero de 2003, unidades conjuntas de la Fuerza de Despliegue Rápido y de la Fuerza Aérea Colombiana realizaron un operativo militar en el área rural del municipio del Carmen (Norte de Santander) contra una organización guerrillera. En las labores de planeación del operativo militar, oficiales de la Fuerza Aérea identificaron la presencia de residencias habitadas por pobladores civiles en los lugares donde debía desarrollarse el operativo. Aun así decidieron descargar sobre las casas bombas de 250 libras causando con ello la muerte de la menor de edad Kelly Quintero y heridas de consideración al niño Albert Quintero y a dos miembros más de una familia campesina. Esta conducta constituye una grave infracción al derecho internacional humanitario.

Situaciones como las que enunciamos no sólo afectan el goce y disfrute de los derechos humanos sino que, además, violan obligaciones estatales que en materia de derechos humanos y derecho internacional humanitario ha adquirido el Estado colombiano. El Gobierno debe responderle también a la comunidad internacional por esas obligaciones contraídas en beneficio de la población colombiana y de la humanidad entera.

Entre tales tratados se encuentra la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes. Es posible que Usted no tenga conocimiento de las torturas que vienen realizando miembros de la fuerza pública. El 11 de diciembre de 2002, en Bogotá, miembros de la Policía Nacional allanaron la casa de habitación de Juan Carlos Celis González, constructor de paz. Al entrar no solicitaron su permiso para hacerlo, sino que, una vez dentro del apartamento, lo insultaron y golpearon, lo tendieron bocabajo en el suelo, lo esposaron, lo encañonaron y le taparon la cabeza con una chaqueta mientras le gritaban que reconociera ser "Juan Carlos Celis Gutiérrez", "el ingeniero", supuestamente responsable del diseño y fabricación de carros bomba que iban a ser utilizados en atentados en la ciudad de Bogotá. Ante la negativa de Juan Carlos Celis González de autoincriminarse, los Policías lo sometieron a choques eléctricos en todo el cuerpo, mientras manipulaban una grabadora y le gritaban que confesara que él era "el ingeniero". Actualmente Juan Carlos Celis se encuentra detenido en la cárcel de Cómbita (Boyacá), acusado de manera injustificada de rebelión, terrorismo, fabricación y porte ilegal de armas, en la modalidad de almacenamiento. Al igual que Juan Carlos Celis, muchas otras personas detenidas arbitrariamente han sido torturados.

Por otra parte, algunas normas del derecho humanitario, en particular el principio de distinción , se vienen vulnerando con la creación de redes de informantes y soldados campesinos. Así lo advirtió expresamente la Alta Comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, la señora Mary Robinson, en carta dirigida a Usted el 26 de agosto de 2002. La violación del principio de distinción genera, entre otras cosas, la inversión de las responsabilidades en materia de derechos humanos, pues es a la fuerza pública y no a los civiles a quien le corresponde la protección del orden constitucional y por lo tanto la vida y la integridad de las personas . Se debe agregar que las experiencias del país permiten afirmar que estas formas de colaboración de los civiles con la fuerza pública para la realización de acciones militares (de inteligencia, de información o de combate) convierten a la población civil en objetivo militar y han conducido, en no pocas ocasiones, al paramilitarismo.

A propósito del paramilitarismo, uno de los principales objetivos suyos, señor Presidente, ha sido el de iniciar un proceso de paz con esos grupos. La búsqueda de la paz es sin duda uno de los fines más loables dentro de un Estado en guerra como el nuestro, en especial, teniendo en cuenta que ésta es un derecho que el Estado debe garantizar . No obstante, no se debe permitir que en aras de la paz, el país sucumba a la impunidad, mucho menos cuando se pretende que esa impunidad cobije a personas que han cometido graves violaciones a los derechos humanos. Lo anterior, entre otras razones, porque la impunidad es una de las principales causas de fallidos procesos de paz en otros países y también, en parte, de la incesante sucesión de violaciones, un siglo tras otro, en nuestro propio país.

Medidas como la expedición del decreto 128 de 2003 no son demostraciones de una lucha decidida contra la impunidad. Por el contrario, ese decreto permite otorgar el derecho al indulto con la sola certificación del Ministro del Interior y de Justicia, como Presidente de un Comité de Dejación de Armas. Si la persona favorecida con la certificación no ha sido previamente procesada, así haya cometido el peor de los crímenes, el indulto se perfecciona, sin intervención judicial de fondo, desconociendo así los derechos de las víctimas a la verdad, la justicia y la reparación integral. Lo anterior va unido al anuncio hecho por el Gobierno de promover un proyecto de ley de libertad condicional para delitos atroces. Todo lo anterior es contrario a precisas recomendaciones internacionales contenidas en el último informe del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los derechos humanos en Colombia y en la Declaración de la Presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas adoptada el 25 de abril de 2003 .

El Gobierno tampoco ha cumplido las recomendaciones que estos mismos organismos y muchos otros le han hecho en el sentido de que se abstenga de otorgar funciones de policía judicial a las fuerzas militares . La Ministra de Defensa ha expresado públicamente ante el Congreso de la República que si alguien se comprometió en Ginebra con esa Declaración de la Presidenta de la Comisión de Derechos Humanos lo hizo inconsultamente, argumento que es francamente impresentable, desde todo punto de vista. Nos causa extrañeza que, con sus manifestaciones, pareciera que el Gobierno quisiera desconocer las obligaciones y los acuerdos que ha adquirido en el ámbito internacional en materia de derechos humanos. En particular nos sorprendió su declaración hecha en la audiencia pública sobre el proyecto de referendo celebrada en la Corte Constitucional el pasado 4 de junio, donde manifestó su disposición a denunciar los tratados internacionales de derechos humanos y a modificar, como si se tratara de una simple ley, las obligaciones contenidas en los convenios de la OIT. Con esas afirmaciones, señor Presidente, no sólo está desconociendo los mecanismos internacionales mínimos de protección de los derechos humanos sino que está retrocediendo en los avances normativos, insuficientes pero valiosos, que nuestro país y las naciones civilizadas han realizado en esta materia. Su propuesta haría más grave la difícil situación de derechos humanos en Colombia, que quedaría sin la protección de los mecanismos desarrollados por la comunidad internacional frente a los abusos de poder.

Otros anuncios hechos por su Gobierno sobre la reducción o eliminación de recursos o instituciones de protección de derechos humanos resultarían contrarios a las obligaciones internacionales y podrían tener como consecuencia un deterioro en la situación de los derechos humanos en Colombia. La eliminación de la acción de tutela sobre sentencias y para los derechos económicos, sociales y culturales, el propósito de reducir facultades a la Corte Constitucional, la supresión de las personerías, entre otros proyectos, pueden afectar de manera grave esa situación, pues las mencionadas instituciones tienen por función la protección de esos derechos . Su Gobierno ha justificado algunas de esas reformas con el argumento de reducir los gastos del Estado, pero esa clase de medidas menoscaban los derechos humanos de los colombianos y las colombianas, y por esa razón los ahorros en las finanzas estatales deberían buscarse en otra parte.

Todas las observaciones que hemos expuesto tienen como propósito que se brinde mayor seguridad a la población colombiana, una población que se encuentra agobiada por un cruel conflicto armado interno y por una violencia múltiple. Urge superar todo ello con una decidida acción del Estado que se aviente a hacer valer los derechos y libertades de la población y cuya legitimidad se base en el respeto a los derechos humanos, como lo hemos pedido durante décadas desde nuestras organizaciones. Compartimos y destacamos que en sus declaraciones el señor Presidente haya manifestado que las medidas que viene tomando su Gobierno son para proteger a todos los colombianos y que tales medidas no deben usarse para perseguir a opositores políticos. Sin embargo, esos buenos propósitos deberían plasmarse en acciones y hechos más acordes con los principios de una verdadera seguridad democrática. Con las acciones que se vienen tomando pareciera que su Gobierno estuviera conduciendo al país hacia un régimen autoritario.

Para evitar ese riesgo, una adecuada política de seguridad debería enfrentar a todos los actores violentos, incluidos aquellos funcionarios públicos que cometen graves violaciones a los derechos humanos, y debería proteger a todos los sectores de la población, empezando por los más afectados. Todo lo anterior, dentro de un escrupuloso respeto de los derechos humanos y de las obligaciones nacionales e internacionales en la materia. De lo contrario, paradójicamente, el resultado final será mayor inseguridad. Con el fin de que esa política de seguridad garantice la vigencia de los derechos humanos, respetuosamente le solicitamos a Usted:

1. Que el Gobierno cumpla a cabalidad las recomendaciones internacionales en materia de derechos humanos, de las cuales las más recientes son las contenidas en el último Informe sobre Colombia del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos y en la Declaración de la Presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas del 25 de abril de 2003. En particular:
1.1. Que se esclarezcan, se reconozcan y se rompan los nexos que existen entre miembros de la Fuerza Pública y grupos paramilitares, y se garantice transparencia en la aplicación de medidas encaminadas a investigar y sancionar a los agentes estatales de cualquier rango involucrados por acción u omisión en actividades paramilitares.
1.2. Que se separe del servicio activo a los miembros de la Fuerza Pública y de otros organismos del Estado comprometidos con graves violaciones de derechos humanos.
1.3. Que se garantice la investigación y juicio de esos casos por la justicia ordinaria.
1.4. Que se garantice que la Fiscalía General de la Nación actúe de manera imparcial e independiente.

2. Específicamente en relación con los defensores y defensoras de derechos humanos, que se esclarezca la vigencia de la directiva presidencial 007 de 1998 y se haga efectivo su cumplimiento. Se debería además dictar una nueva directiva en la que se respalde la labor que hacen las organizaciones no gubernamentales de derechos humanos, las organizaciones sociales y las organizaciones de paz, y se ordene a todos los servidores públicos y a las personas cercanas a su Gobierno que se abstengan de proferir ataques o amenazas contra dichas organizaciones. En dicha directiva se debería también ordenar que se establezca un control disciplinario efectivo, en concordancia con la recomendación hecha en tal sentido por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos .

3. Que el Gobierno dé pronta respuesta a las solicitudes realizadas por las organizaciones no gubernamentales de derechos humanos en la carta entregada al Presidente de la República el día 4 de junio del 2003, en particular la de mantener los esquemas de protección en las condiciones acordadas y la de reanudar, a la mayor brevedad, el proceso de concertación para la implementación de las recomendaciones de la Evaluación del Programa de Protección del Ministerio del Interior y de Justicia, dando así cumplimiento a la recomendación formulada en tal sentido por el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos .

4. Que se revisen y se depuren los archivos de inteligencia para que, en los casos en que se encuentren motivos para iniciar una investigación contra uno organización no gubernamental así se haga, con plena observancia de las garantías judiciales, y cuando se encuentre que no se justifica investigación alguna, el archivo se deseche .

5. Que en los procesos de cooperación multilateral el Gobierno garantice la participación de la sociedad civil con el fin de que ésta pueda fortalecer su capacidad de servirle al país en el mejoramiento de la situación de los derechos humanos.

6. Que el Gobierno preste las garantías necesarias para hacer efectivo el derecho a recibir y brindar ayuda humanitaria.

Somos conscientes, señor Presidente, de que los planteamientos y las propuestas que hemos expuesto en esta carta no son de fácil aceptación ni ejecución actualmente, pues no concuerdan con varias de las políticas centrales que con tanta decisión promueve su Gobierno. Pero tales planteamientos y propuestas están basados en las reiteradas recomendaciones que durante varios años han hecho al país autorizados órganos y expertos de Naciones Unidas y del sistema interamericano de protección de derechos humanos. Por ello, con la debida consideración, permítanos invitar a su Gobierno a recapacitar y a tener en cuenta dichas recomendaciones, con la serenidad y el análisis que ellas se merecen, y a aplicarlas a fondo, con la seguridad de que contribuirán decisivamente a brindar bienestar y seguridad a la población colombiana. Para el efecto, es útil que el Gobierno adopte y mantenga un mecanismo eficaz de interlocución entre las organizaciones no gubernamentales de derechos humanos y los altos funcionarios del Estado colombiano, que tenga como propósito la superación de la grave crisis de derechos humanos y de derecho humanitario que agobia a Colombia.

Del señor Presidente, atentamente,

-Asamblea Permanente de la Sociedad Civil por la Paz
-Asociación de Ayuda Solidaria ANDAS
-Asociación de Familiares de Detenidos-Desaparecidos ASFADDES
-BENPOSTA Nación de muchachos
-Centro de Investigación y Educación Popular CINEP
-Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo
-Comisión Colombiana de Juristas
-Comisión Intereclesial de Justicia y Paz
-Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos
-Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento CODHES
-Corporación de Servicios Profesionales Comunitarios SEMBRAR
-Corporación Nuevo Arco Iris
-Corporación Regional para los Defensa de los Derechos Humanos CREDHOS
-Corporación REINICIAR
-Corporación Viva la Ciudadanía
-Fundación Comité de Solidaridad con los Presos Políticos
-Fundación Minga
-Fundación Esperanza
-Grupo Interdisciplinario por los Derechos Humanos
-INDEPAZ
-Instituto Popular de Capacitación
-Justapaz
-Planeta Paz
-Red Nacional de Mujeres
-REDEPAZ

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