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Last Updated:6/26/03
Palabras de la Embajadora Anne Patterson ante la conferencia de la Fundación Buen Gobierno Relaciones Estados Unidos-Colombia después de la guerra en Irak, 19 de junio de 2003
Me complace estar presente hoy para hablar sobre las relaciones entre Colombia y Estados Unidos en el nuevo contexto internacional. Para comenzar, deseo felicitar a Juan Manuel Santos y a su Fundación Buen Gobierno por organizar esta conferencia. Es importante crear un foro en el cual quienes estamos involucrados e interesados en el éxito y el futuro de Colombia, podamos unirnos, con la esperanza de ampliar nuestra comprensión y la del público sobre los desafíos y las oportunidades que enfrenta Colombia hoy.

Me gustaría abordar el tema de esta conferencia directamente: Estados Unidos y Colombia después de la guerra en Irak, y hablarles como colombianos y como aliados. Este tema toca el fondo del papel de Estados Unidos en el orden mundial actual y nuestra relación con otras naciones. Otro elemento más específico, creo, es la inquietud sobre el futuro de nuestras relaciones con América Latina y si Estados Unidos perderá interés en Colombia por las grandes inversiones que está haciendo en Afganistán e Irak.

Ciertamente, Colombia recibe más asistencia que ningún otro país del Hemisferio y está entre los que más reciben en el mundo. Igualmente, los déficit fiscales y otras demandas internacionales harán que se examine a fondo cada presupuesto de asistencia exterior. Además, existe la creencia generalizada de que ya hemos logrado las metas del Plan Colombia, el cual fue concebido como un plan con fecha límite de septiembre de 2005.

Sin embargo, nuestra estrategia hacia Colombia ha evolucionado, de una originalmente centrada en el narcotráfico a una más amplia, enfocada en ayudarle a los colombianos a luchar contra los narcoterroristas. El gobierno de Estados Unidos sigue enfocando nuestra relación bilateral y hacia dónde va, lo cual es el tema de esta conferencia. Por coincidencia, la semana pasada tuvimos una reunión de alto nivel en Washington sobre esto. Hubo amplio acuerdo sobre los siguientes elementos:


Un elemento importante de nuestra política siempre será el apoyo para los esfuerzos antinarcóticos. Esta es la base de nuestro apoyo político en Estados Unidos y la fuente de muchos problemas colombianos.
La erradicación aérea es fundamental en este apoyo. Ésta ha tenido mucho éxito y esperamos acabar con los grandes cultivos de coca para el 2004. Es claro que por primera vez la erradicación aérea les ha quitado recursos a las FARC y a las AUC. Sobre el tema de la erradicación aérea, hemos progresado bastante en su aceptación en Colombia. Cuando yo llegué hace tres años, muchos afirmaban que la aspersión causaba daños ambientales y a la salud humana. Estas quejas han desaparecido en gran parte porque ninguna fue comprobada. La mayoría de los colombianos sabían que estas quejas eran infundadas, pero al mismo tiempo, a muchos les preocupaba que la erradicación aérea no funcionara. Con los recursos proporcionados al Plan Colombia, hemos demostrado que la erradicación aérea sí funciona.

Pero, se van a sembrar nuevos cultivos más pequeños, y los campos de cultivos se separarán más. Creo que mientras haya demanda en Estados Unidos, apoyaremos el programa de erradicación aérea de la Policía Nacional, aunque a un nivel mucho menor que el actual. Esperamos que los cultivos disminuyan a un nivel de unas 30.000 hectáreas, las cuales podrían erradicarse fácilmente cada año.

Continuará nuestra excelente cooperación en lo relacionado con el imperio de la ley. Eso significa que agencias como la DEA, las de inteligencia y el Servicio de Aduanas seguirán colaborando con sus valientes colegas colombianos para encarcelar a los narcotraficantes. Como ustedes saben, hace 10 años uno de los temas más polémicos entre Colombia y Estados Unidos era la extradición. En éste, como en muchos otros temas, Colombia y Estados Unidos están de acuerdo ahora. Para finales de la semana entrante, el gobierno del Presidente Uribe habrá extraditado a 67 individuos hacia Estados Unidos.


En segundo lugar, yo creo que Estados Unidos continuará apoyando al Presidente Uribe a llevar a cabo su plan nacional de seguridad. Se reconoce ampliamente que la falta de presencia estatal es la fuente de muchos problemas en Colombia. El programa de carabineros, para restaurar la presencia estatal en más de 140 municipios, es especialmente prometedor. La ejecución de este programa ya se ha reducido del plan quinquenal inicial al de un año, y nos agrada ayudar con capacitación, equipos y proyectos para fortalecer la seguridad de las estaciones de policía.
En combinación con más policías, 11 nuevas unidades de derechos humanos de la Fiscalía han permitido que el gobierno colombiano arreste a miembros de las FARC y de las Autodefensas e investigue masacres perpetradas hace varios años. Ese es un elemento esencial para restaurar la autoridad del Estado.


En tercer lugar, todos estamos de acuerdo en que es necesario arrestar a los cabecillas de los grupos armados al margen de la ley. En Washington conversamos bastante sobre la ayuda al gobierno de Colombia para arrestar a esos cabecillas. Estamos colaborando de cerca con las autoridades colombianas al respecto. La captura de estos narcoterroristas sería un golpe tremendo para ellos y un avance para Colombia.
Pero esto es muy difícil, como se ha visto por los esfuerzos de Estados Unidos para encontrar a Saddam Hussein y Osama bin Laden. Aunque no es fácil arrestar a ciertos líderes, sí podemos hacerles la vida más difícil, ayudándole a Colombia a atacar sus campamentos y su infraestructura. En los próximos años continuaremos apoyando al gobierno colombiano en su lucha contra los terroristas, con equipo, entrenamiento de unidades especiales, e inteligencia.

Ciertamente, hay una sensación en Washington de que no estaremos aquí para siempre y que debemos empezar a "colombianizar" los proyectos tan pronto como sea posible. Empezaremos a entregarles algunos equipos del Plan Colombia a nuestros homólogos colombianos, en particular los helicópteros, los cuales conforman la mayor parte del Plan Colombia. A medida que más pilotos y mecánicos sean entrenados, la fuerza pública colombiana quedará mejor capacitada para llevar a cabo los proyectos.


En los próximos años también continuaremos apoyando el desarrollo alternativo, los gobiernos locales y a los desplazados. Hay gran preocupación en Estados Unidos por la cantidad de desplazados en Colombia y existe voluntad para ayudarlos. Debo decir que hay algunos asuntos que tendremos que enfrentar en los próximos años.

El primero, como anteriormente, es el de los derechos humanos. Todos reconocen que la gran mayoría de las violaciones de los derechos humanos son perpetradas por los grupos armados al margen de la ley, especialmente las FARC. Sin embargo, todavía hay preocupación por la relación de ciertos elementos de la fuerza pública con los paramilitares. Esto continuará reflejándose en la legislación estadounidense, y seguirá siendo un punto neurálgico entre nuestros dos países.

Aunque no tanto como antes, sigue preocupando el que los colombianos no están ayudándose suficientemente con el pago de impuestos. Colombia todavía tiene una de las tasas más bajas de recaudo en las Américas, aunque el impuesto al patrimonio del 1% más acaudalado de la población ha ayudado a disminuir esa percepción.

El futuro de las relaciones colombo-americanas será uno de mayor comercio y el sector privado también debe representar un papel importante. Necesitamos enfocarnos en nuestra relación económica en el futuro. He quedado desilusionada por no haber logrado persuadir a más inversionistas estadounidenses de venir a Colombia. Ellos habrían encontrado una excelente clase empresarial, una fuerza laboral bien entrenada y diligente, así como muchas oportunidades. No obstante, la exploración petrolera ha aumentado y compañías como la Drummond han invertido más en la explotación del carbón.
Colombia fue uno de los países andinos que más aprovechó los beneficios del ATPA en sus primeros 10 años de vigencia. El total de exportaciones colombianas que correspondió a productos beneficiados por el ATPA subió al 14% en 1999. La producción del país se duplicó en los sectores beneficiados. Y en cuanto a la creación de empleo, las empresas que se beneficiaron de las preferencias arancelarias, tuvieron un crecimiento de un 53%.

Esto tuvo consecuencias positivas contra la inseguridad. El aspecto más extraordinario respecto al empleo generado bajo el ATPA es la demografía de la mayoría de los empleados, especialmente en la producción de flores, el sector más beneficiado por la Ley. Las madres solteras en la Sabana de Bogotá realizan la mayoría de los trabajos en ese sector. La prosperidad de estas trabajadoras no sólo les permite mantener a sus familias, también contribuye a disminuir la capacidad de influencia del narcoterrorismo en el área. O sea, donde existe una economía dinámica, el terrorismo no puede entrar.

Al vencerse el ATPA en diciembre de 2001, le sucedió la Ley de Preferencias Arancelarias Andina y de Erradicación de Narcóticos, ATPDEA. Esto se le debe en gran parte al Embajador Luis Alberto Moreno, quien se dedicó a cabildear en el Capitolio, en algunas ocasiones a las cuatro de la mañana.

Me complace recalcar que los acuerdos ampliados por la nueva ley de preferencias ya han generado nuevas inversiones, mayores exportaciones y más empleo. Para finales de 2004, según cifras oficiales del gobierno colombiano, se espera que las oportunidades creadas por la nueva ley de preferencias generen aproximadamente 250.000 empleos. En las ventas de productos no tradicionales, ya se han visto beneficios impresionantes. En el mercado de Estados Unidos, estas ventas crecieron el 27% en dólares durante enero y febrero. De hecho, los beneficios directos e indirectos de la nueva ley de preferencias han compensado la pérdida representada por el desplome de las ventas a Venezuela.

Se ha ventilado mucho en Colombia la idea de un acuerdo bilateral de libre comercio. Chile logró firmar un acuerdo después de 12 años de conversaciones con Estados Unidos; actualmente estamos en negociaciones para un acuerdo con Centroamérica. El futuro de los acuerdos bilaterales de libre comercio dependerá de ALCA, que esperamos quede listo en 2005. Estamos conversando con el gobierno de Colombia; estudiando la posibilidad de un acuerdo bilateral de libre comercio.


Espero que en un futuro cercano nuestras relaciones incluyan el apoyo de Estados Unidos para un proceso de paz, el cual es la única solución a largo plazo para los problemas de Colombia. Aunque falta mucho trecho por recorrer, un proceso de paz con las Autodefensas por lo menos ha impuesto un cese del fuego parcial. Estados Unidos está financiando algunas actividades asociadas con este proceso de paz, a través de entidades privadas y organizaciones no-gubernamentales. Si las ganancias del narcotráfico continúan disminuyendo, si algunos de sus cabecillas son arrestados y hasta extraditados hacia Estados Unidos, tenemos esperanzas de que, entonces, frentes de las Autodefensas, del ELN y de las FARC, se interesen en un proceso de paz serio. Si se llega a ese punto, Estados Unidos y otros países estarían dispuestos a proporcionar los enormes recursos necesarios para esto.

Para terminar, debo volver a donde empecé: las relaciones entre Colombia y Estados Unidos después de la guerra en Irak. Comparto mucho de lo dicho por Peter Hakim. Desde nuestra perspectiva, el apoyo de Colombia refleja lo que los amigos deben hacer: respaldarse. El apoyo del Presidente Uribe para las políticas estadounidenses en Irak fue inmediato e incondicional. Yo creo que al Presidente Uribe no le preocupa la última encuesta de opinión; él interpreta su papel como el de dirigir la opinión, en vez de responder a ella. Él y el Presidente Bush comparten ese concepto sobre el liderazgo. Ese ha sido el elemento central de la excelente relación que se ha desarrollado entre ellos en el último año.

En los próximos dos años nuestra política seguirá centrada en el narcotráfico y el terrorismo, pero evolucionará para ayudar a Colombia a restaurar la presencia estatal. Como hemos visto por el gran éxito del ATPA y el ATPDEA, debemos ponerle más énfasis al lado comercial y de inversiones de nuestra relación.

Los indicadores económicos son buenos y el panorama es positivo. Con base en mis tres años de experiencia en Colombia, creo que el país ha dado un importante giro en sus esfuerzos por combatir el narcoterrorismo y por establecer una poderosa presencia democrática por todo el territorio nacional. Como en todo país soberano, el futuro de Colombia está en manos de sus habitantes. Precisamente por eso, tengo esperanza y optimismo sobre su futuro. Los colombianos están decididos a crear un futuro mejor y estoy convencida de que lo lograrán. Gracias.

Bogotá, D.C.
19 de junio de 2003

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