Palabras
de la Embajadora Anne Patterson ante la conferencia de la Fundación Buen
Gobierno Relaciones Estados Unidos-Colombia después de la guerra en Irak,
19 de junio de 2003
Me
complace estar presente hoy para hablar sobre las relaciones entre Colombia
y Estados Unidos en el nuevo contexto internacional. Para comenzar, deseo
felicitar a Juan Manuel Santos y a su Fundación Buen Gobierno por
organizar esta conferencia. Es importante crear un foro en el cual quienes
estamos involucrados e interesados en el éxito y el futuro de Colombia,
podamos unirnos, con la esperanza de ampliar nuestra comprensión
y la del público sobre los desafíos y las oportunidades
que enfrenta Colombia hoy.
Me gustaría
abordar el tema de esta conferencia directamente: Estados Unidos y Colombia
después de la guerra en Irak, y hablarles como colombianos y
como aliados. Este tema toca el fondo del papel de Estados Unidos en
el orden mundial actual y nuestra relación con otras naciones.
Otro elemento más específico, creo, es la inquietud sobre
el futuro de nuestras relaciones con América Latina y si Estados
Unidos perderá interés en Colombia por las grandes inversiones
que está haciendo en Afganistán e Irak.
Ciertamente,
Colombia recibe más asistencia que ningún otro país
del Hemisferio y está entre los que más reciben en el
mundo. Igualmente, los déficit fiscales y otras demandas internacionales
harán que se examine a fondo cada presupuesto de asistencia exterior.
Además, existe la creencia generalizada de que ya hemos logrado
las metas del Plan Colombia, el cual fue concebido como un plan con
fecha límite de septiembre de 2005.
Sin embargo,
nuestra estrategia hacia Colombia ha evolucionado, de una originalmente
centrada en el narcotráfico a una más amplia, enfocada
en ayudarle a los colombianos a luchar contra los narcoterroristas.
El gobierno de Estados Unidos sigue enfocando nuestra relación
bilateral y hacia dónde va, lo cual es el tema de esta conferencia.
Por coincidencia, la semana pasada tuvimos una reunión de alto
nivel en Washington sobre esto. Hubo amplio acuerdo sobre los siguientes
elementos:
Un elemento importante de nuestra política siempre será
el apoyo para los esfuerzos antinarcóticos. Esta es la base de
nuestro apoyo político en Estados Unidos y la fuente de muchos
problemas colombianos.
La erradicación aérea es fundamental en este apoyo. Ésta
ha tenido mucho éxito y esperamos acabar con los grandes cultivos
de coca para el 2004. Es claro que por primera vez la erradicación
aérea les ha quitado recursos a las FARC y a las AUC. Sobre el
tema de la erradicación aérea, hemos progresado bastante
en su aceptación en Colombia. Cuando yo llegué hace tres
años, muchos afirmaban que la aspersión causaba daños
ambientales y a la salud humana. Estas quejas han desaparecido en gran
parte porque ninguna fue comprobada. La mayoría de los colombianos
sabían que estas quejas eran infundadas, pero al mismo tiempo,
a muchos les preocupaba que la erradicación aérea no funcionara.
Con los recursos proporcionados al Plan Colombia, hemos demostrado que
la erradicación aérea sí funciona.
Pero, se
van a sembrar nuevos cultivos más pequeños, y los campos
de cultivos se separarán más. Creo que mientras haya demanda
en Estados Unidos, apoyaremos el programa de erradicación aérea
de la Policía Nacional, aunque a un nivel mucho menor que el
actual. Esperamos que los cultivos disminuyan a un nivel de unas 30.000
hectáreas, las cuales podrían erradicarse fácilmente
cada año.
Continuará
nuestra excelente cooperación en lo relacionado con el imperio
de la ley. Eso significa que agencias como la DEA, las de inteligencia
y el Servicio de Aduanas seguirán colaborando con sus valientes
colegas colombianos para encarcelar a los narcotraficantes. Como ustedes
saben, hace 10 años uno de los temas más polémicos
entre Colombia y Estados Unidos era la extradición. En éste,
como en muchos otros temas, Colombia y Estados Unidos están de
acuerdo ahora. Para finales de la semana entrante, el gobierno del Presidente
Uribe habrá extraditado a 67 individuos hacia Estados Unidos.
En segundo lugar, yo creo que Estados Unidos continuará apoyando
al Presidente Uribe a llevar a cabo su plan nacional de seguridad. Se
reconoce ampliamente que la falta de presencia estatal es la fuente
de muchos problemas en Colombia. El programa de carabineros, para restaurar
la presencia estatal en más de 140 municipios, es especialmente
prometedor. La ejecución de este programa ya se ha reducido del
plan quinquenal inicial al de un año, y nos agrada ayudar con
capacitación, equipos y proyectos para fortalecer la seguridad
de las estaciones de policía.
En combinación con más policías, 11 nuevas unidades
de derechos humanos de la Fiscalía han permitido que el gobierno
colombiano arreste a miembros de las FARC y de las Autodefensas e investigue
masacres perpetradas hace varios años. Ese es un elemento esencial
para restaurar la autoridad del Estado.
En tercer lugar, todos estamos de acuerdo en que es necesario arrestar
a los cabecillas de los grupos armados al margen de la ley. En Washington
conversamos bastante sobre la ayuda al gobierno de Colombia para arrestar
a esos cabecillas. Estamos colaborando de cerca con las autoridades
colombianas al respecto. La captura de estos narcoterroristas sería
un golpe tremendo para ellos y un avance para Colombia.
Pero esto es muy difícil, como se ha visto por los esfuerzos
de Estados Unidos para encontrar a Saddam Hussein y Osama bin Laden.
Aunque no es fácil arrestar a ciertos líderes, sí
podemos hacerles la vida más difícil, ayudándole
a Colombia a atacar sus campamentos y su infraestructura. En los próximos
años continuaremos apoyando al gobierno colombiano en su lucha
contra los terroristas, con equipo, entrenamiento de unidades especiales,
e inteligencia.
Ciertamente,
hay una sensación en Washington de que no estaremos aquí
para siempre y que debemos empezar a "colombianizar" los proyectos
tan pronto como sea posible. Empezaremos a entregarles algunos equipos
del Plan Colombia a nuestros homólogos colombianos, en particular
los helicópteros, los cuales conforman la mayor parte del Plan
Colombia. A medida que más pilotos y mecánicos sean entrenados,
la fuerza pública colombiana quedará mejor capacitada
para llevar a cabo los proyectos.
En los próximos años también continuaremos apoyando
el desarrollo alternativo, los gobiernos locales y a los desplazados.
Hay gran preocupación en Estados Unidos por la cantidad de desplazados
en Colombia y existe voluntad para ayudarlos. Debo decir que hay algunos
asuntos que tendremos que enfrentar en los próximos años.
El primero,
como anteriormente, es el de los derechos humanos. Todos reconocen que
la gran mayoría de las violaciones de los derechos humanos son
perpetradas por los grupos armados al margen de la ley, especialmente
las FARC. Sin embargo, todavía hay preocupación por la
relación de ciertos elementos de la fuerza pública con
los paramilitares. Esto continuará reflejándose en la
legislación estadounidense, y seguirá siendo un punto
neurálgico entre nuestros dos países.
Aunque
no tanto como antes, sigue preocupando el que los colombianos no están
ayudándose suficientemente con el pago de impuestos. Colombia
todavía tiene una de las tasas más bajas de recaudo en
las Américas, aunque el impuesto al patrimonio del 1% más
acaudalado de la población ha ayudado a disminuir esa percepción.
El futuro
de las relaciones colombo-americanas será uno de mayor comercio
y el sector privado también debe representar un papel importante.
Necesitamos enfocarnos en nuestra relación económica en
el futuro. He quedado desilusionada por no haber logrado persuadir a
más inversionistas estadounidenses de venir a Colombia. Ellos
habrían encontrado una excelente clase empresarial, una fuerza
laboral bien entrenada y diligente, así como muchas oportunidades.
No obstante, la exploración petrolera ha aumentado y compañías
como la Drummond han invertido más en la explotación del
carbón.
Colombia fue uno de los países andinos que más aprovechó
los beneficios del ATPA en sus primeros 10 años de vigencia.
El total de exportaciones colombianas que correspondió a productos
beneficiados por el ATPA subió al 14% en 1999. La producción
del país se duplicó en los sectores beneficiados. Y en
cuanto a la creación de empleo, las empresas que se beneficiaron
de las preferencias arancelarias, tuvieron un crecimiento de un 53%.
Esto tuvo
consecuencias positivas contra la inseguridad. El aspecto más
extraordinario respecto al empleo generado bajo el ATPA es la demografía
de la mayoría de los empleados, especialmente en la producción
de flores, el sector más beneficiado por la Ley. Las madres solteras
en la Sabana de Bogotá realizan la mayoría de los trabajos
en ese sector. La prosperidad de estas trabajadoras no sólo les
permite mantener a sus familias, también contribuye a disminuir
la capacidad de influencia del narcoterrorismo en el área. O
sea, donde existe una economía dinámica, el terrorismo
no puede entrar.
Al vencerse
el ATPA en diciembre de 2001, le sucedió la Ley de Preferencias
Arancelarias Andina y de Erradicación de Narcóticos, ATPDEA.
Esto se le debe en gran parte al Embajador Luis Alberto Moreno, quien
se dedicó a cabildear en el Capitolio, en algunas ocasiones a
las cuatro de la mañana.
Me complace
recalcar que los acuerdos ampliados por la nueva ley de preferencias
ya han generado nuevas inversiones, mayores exportaciones y más
empleo. Para finales de 2004, según cifras oficiales del gobierno
colombiano, se espera que las oportunidades creadas por la nueva ley
de preferencias generen aproximadamente 250.000 empleos. En las ventas
de productos no tradicionales, ya se han visto beneficios impresionantes.
En el mercado de Estados Unidos, estas ventas crecieron el 27% en dólares
durante enero y febrero. De hecho, los beneficios directos e indirectos
de la nueva ley de preferencias han compensado la pérdida representada
por el desplome de las ventas a Venezuela.
Se ha ventilado
mucho en Colombia la idea de un acuerdo bilateral de libre comercio.
Chile logró firmar un acuerdo después de 12 años
de conversaciones con Estados Unidos; actualmente estamos en negociaciones
para un acuerdo con Centroamérica. El futuro de los acuerdos
bilaterales de libre comercio dependerá de ALCA, que esperamos
quede listo en 2005. Estamos conversando con el gobierno de Colombia;
estudiando la posibilidad de un acuerdo bilateral de libre comercio.
Espero que en un futuro cercano nuestras relaciones incluyan el apoyo
de Estados Unidos para un proceso de paz, el cual es la única
solución a largo plazo para los problemas de Colombia. Aunque
falta mucho trecho por recorrer, un proceso de paz con las Autodefensas
por lo menos ha impuesto un cese del fuego parcial. Estados Unidos está
financiando algunas actividades asociadas con este proceso de paz, a
través de entidades privadas y organizaciones no-gubernamentales.
Si las ganancias del narcotráfico continúan disminuyendo,
si algunos de sus cabecillas son arrestados y hasta extraditados hacia
Estados Unidos, tenemos esperanzas de que, entonces, frentes de las
Autodefensas, del ELN y de las FARC, se interesen en un proceso de paz
serio. Si se llega a ese punto, Estados Unidos y otros países
estarían dispuestos a proporcionar los enormes recursos necesarios
para esto.
Para terminar,
debo volver a donde empecé: las relaciones entre Colombia y Estados
Unidos después de la guerra en Irak. Comparto mucho de lo dicho
por Peter Hakim. Desde nuestra perspectiva, el apoyo de Colombia refleja
lo que los amigos deben hacer: respaldarse. El apoyo del Presidente
Uribe para las políticas estadounidenses en Irak fue inmediato
e incondicional. Yo creo que al Presidente Uribe no le preocupa la última
encuesta de opinión; él interpreta su papel como el de
dirigir la opinión, en vez de responder a ella. Él y el
Presidente Bush comparten ese concepto sobre el liderazgo. Ese ha sido
el elemento central de la excelente relación que se ha desarrollado
entre ellos en el último año.
En los
próximos dos años nuestra política seguirá
centrada en el narcotráfico y el terrorismo, pero evolucionará
para ayudar a Colombia a restaurar la presencia estatal. Como hemos
visto por el gran éxito del ATPA y el ATPDEA, debemos ponerle
más énfasis al lado comercial y de inversiones de nuestra
relación.
Los indicadores
económicos son buenos y el panorama es positivo. Con base en
mis tres años de experiencia en Colombia, creo que el país
ha dado un importante giro en sus esfuerzos por combatir el narcoterrorismo
y por establecer una poderosa presencia democrática por todo
el territorio nacional. Como en todo país soberano, el futuro
de Colombia está en manos de sus habitantes. Precisamente por
eso, tengo esperanza y optimismo sobre su futuro. Los colombianos están
decididos a crear un futuro mejor y estoy convencida de que lo lograrán.
Gracias.
Bogotá,
D.C.
19 de junio de 2003
As of June
26, 2003, this document was also available online at http://usembassy.state.gov/posts/co1/wwwsa046.shtml