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Last Updated:9/17/03
Editorial: Debatir, sin que se enciendan los ánimos, El Colombiano (Medellín, Colombia), September 10, 2003
Editorial: Debatir, sin que se enciendan los ánimos

El Presidente Uribe utililizó un tono duro y enérgico al referirse en general a los que denominó politiqueros y traficantes de los derechos humanos y voceros del terrorismo y censurar los cuestionamientos que han lanzado mediante libros y artículos de opinión contra la estrategia de seguridad democrática del gobierno.

Las afirmaciones presidenciales, hechas el lunes en la ceremonia de transmisión de mando en la Fuerza Aérea Colombiana, han generado una amplia reacción en el sector de los defensores de los derechos humanos y las organizaciones no gubernamentales.

Las voces de protesta se han levantado en ese entorno porque se ha percibido una generalización en el discurso del primer mandatario. Aunque el Presidente quiso diferenciar en varias ocasiones tres categorías de críticos: La de los teóricos, la de las organizaciones respetables de derechos humanos y la ya mencionada, de los que ha clasificado como politiqueros y traficantes y voceros del terrorismo, que calumnian y se valen de la libertad de prensa , contra los que fue implacable en su alocución.

Sería ingenuo desconocer que hay un fondo de verdad en las palabras del Presidente. En contraste con las actuaciones de críticos y organizaciones serias que trabajan en forma abnegada en la defensa de los derechos humanos, en medio de múltiples formas de incomprensión, para nadie es un secreto que en el país funcionan desde hace años algunas entidades que les sirven a los intereses de los grupos armados al margen de la ley, unas veces como mascarones de proa y otras como corporaciones de fachada que laboran de modo subrepticio, en un trabajo de zapa , para cumplir objetivos de desestabilización.

No se miente ni se exagera al decirlo. Se trata de una verdad perogrullesca. Sin embargo, el Presidente de la República la ha pronunciado en un tono exasperado y en unos términos multidireccionales.

Por consiguiente, todos los ciudadanos vinculados con la causa de los derechos humanos, así merezcan estar en las categorías de los teóricos y de las organizaciones respetables, pueden llegar a sentirse aludidos y recibir la condena del Jefe del Estado con obvia preocupación, porque, así muchos tengan la convicción de que no despliegan tareas clandestinas ni ilícitas, ni actúan como quintacolumnistas dentro del territorio colombiano, en un momento dado pueden ser objeto de peligrosos señalamientos por sectores radicales y extremos y resultar víctimas de una injusta macartización y de alguna despiadada cacería de brujas.

Tiene grandes riesgos la polémica desatada por el discurso del Presidente. Debe ser tratada con la debida ponderación por los medios periodísticos y, por supuesto, por todos los contradictores. El país ha ganado muchísimo en los años recientes en la ampliación del espacio de discusión y crítica sobre el tema de los derechos humanos, que antes se trataba con temor y sigilo. Era un asunto tabú. Y no debe volver a serlo, porque se verificaría una grave involución, que podría representar un factor de aislamiento para el país ante la comunidad internacional: El de los derechos humanos es punto prioritario de la agenda mundial.

Con la estrategia de seguridad democrática, el Presidente Uribe ha despertado grandes expectativas y ha ganado respaldo general. La mayoría de los colombianos comparte su propósito. Está llamado a dar ejemplo de mesura y debe comenzar por abstenerse de utilizar un tono que cause reacciones no deseables en sectores muy sensibles de la opinión pública. Es innecesario e imprudente generar polarizaciones y estimular enardecimiento de los ánimos.

As of September 17, 2003, this document was also available online at http://www.elcolombiano.terra.com.co/miercoles/nop001.htm

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