Comments by U.S. Ambassador to Colombia William Wood, Ibagué,
May 6, 2005
Ambassador
William B. Wood's Comments at the Ibague Country Club
About
Diplomatic Immunity
Immunity
is not impunity. In the Apiay case, during the month of April
the Army prosecutors presented more than 15 counts against one
of the individuals involved. And in May this case will proceed
to the first phase of a trial. Among the 15 counts, some carry
maximum sentences of up to 15 years each. And in our military
justice system there is no probation, no reduced sentence. We
are taking these cases very, very seriously because immunity does
not mean impunity.
Diplomatic
immunity is not a bilateral issue. It is reciprocal, for every
diplomat in the world. Colombian diplomats in Washington have
immunity, just as ours do here, according to the 1963 Vienna Convention.
Colombian soldiers also enjoy immunity in the Sinai, where they
are part of a peacekeeping operation. This type of immunity is
normal.
The
bilateral agreement between Colombia and the United States, which
was signed in 1974, and entered into force in 1975, did not create
a new immunity. It simply stated that our military personnel (here
in Colombia for the purpose of cooperation, understanding, planning,
analysis, all that) are part of the Embassy and for that reason
enjoy the same immunity as the Embassy itself. That's all. I think
the Minister of Foreign Relations explained that a few weeks ago
before Congress.
Immunity
allowed U.S. ambassadors in Moscow and Soviet ambassadors in Washington
during the Cold War. The system of immunity is necessary so that
governments can have diplomats in the capital cities of other
countries even if there are bilateral problems between the two
countries, because it is the diplomatic job to maintain a minimum
exchange and understanding between countries. Immunity allows
us to do that.
We
are following the agreement with Colombia to the letter of the
law and we always work under the rules of the 1963 Vienna Convention.
In the case of the two soldiers that were arrested, they are in
the hands of U.S. authorities. Before they left Colombia, they
spoke with the National Police and the Prosecutor General's office
in an informal but very pragmatic and cooperative way.
They
face the possibility of stronger sentences because they did not
only commit civil crimes, they also violated their duties as members
of our Armed Forces. In that sense they are being charged in a
military court and they face not only charges related to the crime
itself, but also regarding the fulfillment of their military service
duties. I can assure you that we are working very hard to ensure
that these problems do not occur. We will have to continue our
cooperation, our coordination in this case, and that is, in my
judgment, the best way to confront these problems, these tragedies.
About the 1962 Bilateral Agreement
In
30 years the Agreement has served both countries very well. More
than 7,000 U.S. military members have come through Colombia for
short or longer periods during the last three years, precisely
to offer the Colombian Armed Forces assistance, cooperation, support,
follow-up. If the Colombian Government want to change our agreement,
we will always be open to its position, but I think the Agreement
has served both countries very well for 30 years.
Ibague,
Tolima
May 6, 2005
Entire
comments in Spanish:
Palabras
del Embajador William B. Wood en el Club Campestre de Ibagué
Es un placer conversar con ustedes hoy. Cuando mi amigo, el senador
Gómez Gallo me pidió que viniera a Ibagué,
no dudé en aceptar. Yo había oído hablar
sobre la belleza de esta región y la energía y amistad
de sus gentes. No he quedado defraudado.
También
acepté la invitación del senador Gómez Gallo
porque quería aprovechar la oportunidad de hablar sobre
la sólida asociación que Estados Unidos y Colombia
tienen y del progreso impresionante que hemos logrado en tantos
frentes. Vengo a Ibagué con un mensaje de esperanza y confianza
en el futuro, porque creo que estamos ayudando a crear un mejor
nivel de vida tanto para estadounidenses como para colombianos.
La
relación entre Estados Unidos y Colombia es fuerte y creciente.
No es coincidencia que Colombia haya recibido visitas del más
alto nivel de mi gobierno durante los últimos meses: el
presidente Bush en noviembre, el Secretario de Agricultura Mike
Johanns en marzo, el jefe del Estado Mayor Conjunto, general Richard
Myers a principios del mes pasado, y la Secretaria de Estado Condoleezza
Rice la semana pasada.
Creo
que la solidez de nuestra relación se basa en los valores
fundamentales compartidos. Mi gobierno y el del presidente Uribe
comparten un compromiso con la democracia, la seguridad, y la
prosperidad para todos. Vemos claramente la amenaza a la estabilidad
y el progreso regional del narcoterrorismo en todas sus manifestaciones.
Colombia
está involucrada en una guerra de cuatro frentes contra
las FARC, el ELN, los paramilitares, y el narcotráfico.
Pero Colombia no está luchando de la misma manera en los
cuatro frentes, en gran parte porque el enemigo es diferente en
cada frente.
Contra
las FARC, las cuales han rehusado aceptar la condición
del presidente Uribe de declarar unilateralmente el cese de hostilidades,
el Gobierno lidera un esfuerzo máximo cara a cara. Deseo
aprovechar esta oportunidad para presentar las condolencias de
Estados Unidos a las familias de las víctimas recientes
de las acciones de las FARC contra civiles inocentes, y confirmar
nuestra confianza en la capacidad y dedicación de la Fuerza
Pública de Colombia.
Los
ataques recientes de las FARC probablemente tienen como objetivo
tratar de desviar los esfuerzos del masivo Plan Patriota contra
baluartes históricos de la guerrilla. Mantener más
de 15.000 tropas en alerta constante, en la profundidad de la
selva hostil, es un enorme desafío para el Gobierno y exige
enormes sacrificios a las tropas. El Gobierno y las tropas demuestran
a diario que están respondiendo al desafío y dispuestas
al sacrificio. Y están ganando. Así lo juzgó
el general Myers, jefe del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos,
nuestro oficial de más alto rango, cuando estuvo de visita
en Colombia recientemente.
Contra
el narcotráfico, el Gobierno está involucrado en
el mismo tipo de esfuerzo máximo, y también con
todo nuestro apoyo. Ustedes, quienes han estado aquí más
de los 21 meses que yo he estado, saben más que yo, lo
revolucionario que fue ver a Gilberto y Miguel Rodríguez
Orejuela, parados ante un juez en los tribunales de Estados Unidos,
como los delincuentes comunes que son. Pero eso es únicamente
la punta del iceberg. Bajo el presidente Uribe, más de
200 narcotraficantes han sido extraditados hacia Estados Unidos,
y las sentencias que han recibido han sido, en promedio de 10
años. Y, además, cientos de sus asociados quienes
no han sido acusados de crímenes en Estados Unidos, están
detenidos en Colombia. Y también van bien las operaciones
contra quienes lavan el dinero fuente de sus ganancias.
Lo
más importante: estamos atacando su capacidad de producir
y vender la droga. En 2003, entre erradicación y las confiscaciones,
se evitó que llegaran a los mercados más de 270
toneladas métricas de droga. Y en 2004, aumentó
más del 75% a más de 480 toneladas métricas.
En 2004, por primera vez, creemos que más de la mitad de
la droga producida en Colombia no llegó al mercado.
Contra
el ELN, después del retorno sanos y salvos de los rehenes
europeos e israelíes a finales de 2003, el Gobierno continuó
ejerciendo presión militar, pero moderada con un incipiente
proceso de paz con el gobierno de México como facilitador.
Nosotros apoyamos ese proceso.
El
mes pasado, a pesar de los mejores esfuerzos de México
y del gobierno colombiano, el ELN se retiró de las conversaciones
luego de haber demostrado ser poco confiable como negociador durante
varios meses. Es muy diciente que el ELN haya citado su solidaridad
con Cuba contra la Comisión de Derechos Humanos de las
Naciones Unidas como una de las razones para romper los diálogos.
Parece que han perdido los miembros del ELN dispuestos a ejercer
su programa político por medios pacíficos, y que
han ganado aquéllos preparados a convertirse en una subsidiaria
de las FARC. El Gobierno tal vez tendrá que cambiar de
táctica para demostrarles el gran error que cometieron.
Las
AUC, como las FARC y el ELN, han sido nombradas por Estados Unidos,
la Unión Europea, y otros, como organización terrorista
internacional. Como dije en mi audiencia ante el Senado para mi
confirmación como embajador hace casi dos años,
en el caso de los paramilitares, el enemigo de nuestro enemigo
no es nuestro amigo. Ni es el amigo de la libertad. Ni de la democracia.
Ni de la justicia.
Es
importante que la política gubernamental de tire y afloje
tenga éxito: "tire" a través de la presión
militar para destruir a los grupos paramilitares, y "afloje"
a través del proceso de paz para desmantelarlos.
Colombia
está llegando a una fase crítica del proceso. Actualmente
el proyecto de ley de justicia y paz está bajo intenso
debate, tanto en Colombia como en el exterior. El proyecto de
ley ha superado las Comisiones del Congreso y está en la
plenaria esta semana. Sólo quedan unas pocas diferencias
entre la versión del Gobierno y las principales alternativas.
Como
ha dicho la Secretaria Rice, Colombia tiene que decidir sobre
esta legislación. Estados Unidos ha sugerido cambios para
mejorar ese proyecto de ley, incluyendo la incorporación
de algunas ideas de los principales proyectos de ley alternativos.
Más exactamente, Estados Unidos ha urgido, durante más
de un año, acción rápida para aprobar un
proyecto de ley que disfrute de amplio apoyo, desmantele a los
grupos que se están desmovilizando; fortalezca la democracia,
la justicia, y el imperio de la ley; reduzca el narcotráfico;
permita que continúe la extradición; y proporcione
las bases de la seguridad necesaria para la paz, la equidad social
y el desarrollo a largo plazo.
Estoy
convencido de que esos son los objetivos del Gobierno de Colombia,
así como de los ponentes de los proyectos de ley alternativos.
Los insto a unirse.
La
fuerza de la democracia colombiana le da al Gobierno colombiano
la legitimidad para tomar la decisión. Pero, al final,
será la lealtad de la sociedad colombiana en la ejecución
de esa decisión, la que determinará su éxito.
Casi
5.000 paramilitares se han desmovilizado de manera colectiva,
además de alrededor de 7.000 ex combatientes quienes han
desertado de todos los grupos armados. Los desmovilizados han
empezado a reinsertarse a la sociedad con el apoyo de sus grupos;
para ellos la reinserción es comparativamente sencilla.
Los desertores han aceptado tremendos riesgos para ellos y sus
familias al separarse de la vida de terrorismo, y han contribuido
enormemente a través de su cooperación con el Gobierno.
Ellos han comprobado su deseo de volver a formar parte de la sociedad.
El
éxito del proceso de paz y la reinserción pacífica
de casi 12.000 ex miembros de las organizaciones armadas al margen
de la ley (de quienes no han cometido crímenes atroces
y de quienes han pagado una condena justa y reparado por sus delitos)
es de interés para Colombia. Y el interés de Colombia
es el de ustedes.
Los
insto a tomar decisiones difíciles sobre empleo para ayudar
a que el programa funcione en las ciudades y en las áreas
rurales, en todos los sitios donde se encuentren reinsertados.
Algunas empresas ya han contratado a ex combatientes y han visto
que es menos difícil que lo anticipado. No es fácil,
pero es menos difícil que lo anticipado.
Durante
el último año el crecimiento de Colombia ha estado
creando espacios para tales inversiones de riesgo en el pueblo
y en la paz. El PIB creció un 3,8%. Las exportaciones hacia
Estados Unidos crecieron un millardo de dólares y las importaciones
desde Estados Unidos aumentaron US $700 millones de dólares.
El desempleo bajó a un 12,1% en diciembre. Y, a pesar de
la competencia por los recursos entre seguridad y programas sociales,
el presupuesto es saludable y las relaciones con el Fondo Monetario
Internacional son sólidas.
Con
el fin de estimular mayor crecimiento para todos, Estados Unidos
ha emprendido una ambiciosa agenda comercial en la región.
En los próximos meses trataremos de lograr la aprobación
del Congreso para el Acuerdo de Libre Comercio con Centroamérica
y la República Dominicana. Continuamos progresando lentamente
hacia un acuerdo de libre comercio de las Américas.
La
negociación del acuerdo de libre comercio con Colombia,
Perú y Ecuador va en su novena ronda. Nuestros equipos
negociadores lograron bastante progreso en Lima, cerrando dos
mesas y preparando la mayoría de las otras para cerrarlas
a corto plazo. También hubo hitos históricos como
la aceptación por parte de Estados Unidos de incluir biodiversidad
en un acuerdo de libre comercio por primera vez. Esto demuestra
nuestro compromiso en lograr un acuerdo que considere las características
y necesidades de nuestros socios. Tengo mucha fe en que pronto
vamos a lograr un acuerdo en el cual todos ganaremos.
La
ayuda económica de Estados Unidos va a continuar, como
dijo la Secretaria de Estado hace pocos días, a los niveles
actuales, cerca de US $600 millones al año. Las compras,
inversiones y remesas de Estados Unidos son muchísimo mayores
que la asistencia de Estados Unidos a Colombia y al Hemisferio.
Por eso instamos a los socios económicos a remover las
barreras a la creación de empresas, a mejorar el acceso
al capital, a fortalecer los derechos de propiedad intelectual,
y a revisar su legislación laboral.
Para
sacar el mejor provecho de un acuerdo de libre comercio, Colombia
debe aumentar la inversión en los sectores agrícola
e industrial. No todos se beneficiarán inmediatamente de
un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos. El Gobierno puede
asumir un papel importante de ayuda al sector privado para que
su adaptación, mientras no subsidie a las empresas ineficiententes.
Por eso el desarrollo de la capacidad comercial forma parte del
acuerdo de libre comercio.
Los
empresarios colombianos ya han probado que son recursivos y abiertos
al cambio. Sin embargo, algunos sectores necesitarán un
mayor tiempo de transición hacia el nuevo ambiente comercial.
Las empresas necesitan acceso a los mercados de capital para obtener
préstamos e invertir. Los bancos tienen que proporcionar
capital semilla para las nuevas empresas, así como alentar
a quienes tengan la voluntad de arriesgarse.
Los
riesgos de la competencia liberan las oportunidades de la libre
empresa. El presidente Uribe confía en la capacidad de
Colombia para competir y ganar. Yo también.
La
Secretaria de Estado acaba de cumplir una visita muy exitosa a
Colombia. Se reunió con el presidente Uribe, la Ministra
de Relaciones Exteriores, Carolina Barco, el Ministro de Defensa,
Jorge Alberto Uribe, y el Ministro de Comercio, Industria y Turismo,
Jorge Humberto Botero. En todas esas conversaciones ella confirmó
el compromiso de Estados Unidos con la democracia, la paz y el
desarrollo de Colombia. También habló sobre la agenda
positiva que compartimos para América Latina. Estados Unidos
y Colombia trabajarán para promover un consenso social
democrático entre nuestros vecinos del Hemisferio, con
el fin de que todos los ciudadanos compartan los beneficios de
la libertad, el libre comercio, y la seguridad, bajo el imperio
de la ley.
La
lección está ahí. Colombia, que enfrenta
los mayores desafíos en la región, también
disfruta de las instituciones democráticas más fuertes,
el consenso político más profundo, y el liderazgo
más sensible a sus necesidades. Es importante recordar
que el objetivo del debate democrático no es el desacuerdo,
sino el acuerdo. Y que una Colombia unida, con su fuerte amigo
del Norte, puede tener un futuro dorado.
Les
agradezco haberme concedido su tiempo. Ahora contestaré
algunas preguntas.
Ibagué,
Tolima
6 de mayo de 2005
As of
June 27, 2005, this document was also available online at http://bogota.usembassy.gov/wwwsww54.shtml