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Last Updated:6/27/05
Comments by U.S. Ambassador to Colombia William Wood, Ibagué, May 6, 2005

Ambassador William B. Wood's Comments at the Ibague Country Club

About Diplomatic Immunity

Immunity is not impunity. In the Apiay case, during the month of April the Army prosecutors presented more than 15 counts against one of the individuals involved. And in May this case will proceed to the first phase of a trial. Among the 15 counts, some carry maximum sentences of up to 15 years each. And in our military justice system there is no probation, no reduced sentence. We are taking these cases very, very seriously because immunity does not mean impunity.

Diplomatic immunity is not a bilateral issue. It is reciprocal, for every diplomat in the world. Colombian diplomats in Washington have immunity, just as ours do here, according to the 1963 Vienna Convention. Colombian soldiers also enjoy immunity in the Sinai, where they are part of a peacekeeping operation. This type of immunity is normal.

The bilateral agreement between Colombia and the United States, which was signed in 1974, and entered into force in 1975, did not create a new immunity. It simply stated that our military personnel (here in Colombia for the purpose of cooperation, understanding, planning, analysis, all that) are part of the Embassy and for that reason enjoy the same immunity as the Embassy itself. That's all. I think the Minister of Foreign Relations explained that a few weeks ago before Congress.

Immunity allowed U.S. ambassadors in Moscow and Soviet ambassadors in Washington during the Cold War. The system of immunity is necessary so that governments can have diplomats in the capital cities of other countries even if there are bilateral problems between the two countries, because it is the diplomatic job to maintain a minimum exchange and understanding between countries. Immunity allows us to do that.

We are following the agreement with Colombia to the letter of the law and we always work under the rules of the 1963 Vienna Convention. In the case of the two soldiers that were arrested, they are in the hands of U.S. authorities. Before they left Colombia, they spoke with the National Police and the Prosecutor General's office in an informal but very pragmatic and cooperative way.

They face the possibility of stronger sentences because they did not only commit civil crimes, they also violated their duties as members of our Armed Forces. In that sense they are being charged in a military court and they face not only charges related to the crime itself, but also regarding the fulfillment of their military service duties. I can assure you that we are working very hard to ensure that these problems do not occur. We will have to continue our cooperation, our coordination in this case, and that is, in my judgment, the best way to confront these problems, these tragedies.


About the 1962 Bilateral Agreement

In 30 years the Agreement has served both countries very well. More than 7,000 U.S. military members have come through Colombia for short or longer periods during the last three years, precisely to offer the Colombian Armed Forces assistance, cooperation, support, follow-up. If the Colombian Government want to change our agreement, we will always be open to its position, but I think the Agreement has served both countries very well for 30 years.

Ibague, Tolima
May 6, 2005

 

Entire comments in Spanish:

Palabras del Embajador William B. Wood en el Club Campestre de Ibagué


Es un placer conversar con ustedes hoy. Cuando mi amigo, el senador Gómez Gallo me pidió que viniera a Ibagué, no dudé en aceptar. Yo había oído hablar sobre la belleza de esta región y la energía y amistad de sus gentes. No he quedado defraudado.

También acepté la invitación del senador Gómez Gallo porque quería aprovechar la oportunidad de hablar sobre la sólida asociación que Estados Unidos y Colombia tienen y del progreso impresionante que hemos logrado en tantos frentes. Vengo a Ibagué con un mensaje de esperanza y confianza en el futuro, porque creo que estamos ayudando a crear un mejor nivel de vida tanto para estadounidenses como para colombianos.

La relación entre Estados Unidos y Colombia es fuerte y creciente. No es coincidencia que Colombia haya recibido visitas del más alto nivel de mi gobierno durante los últimos meses: el presidente Bush en noviembre, el Secretario de Agricultura Mike Johanns en marzo, el jefe del Estado Mayor Conjunto, general Richard Myers a principios del mes pasado, y la Secretaria de Estado Condoleezza Rice la semana pasada.

Creo que la solidez de nuestra relación se basa en los valores fundamentales compartidos. Mi gobierno y el del presidente Uribe comparten un compromiso con la democracia, la seguridad, y la prosperidad para todos. Vemos claramente la amenaza a la estabilidad y el progreso regional del narcoterrorismo en todas sus manifestaciones.

Colombia está involucrada en una guerra de cuatro frentes contra las FARC, el ELN, los paramilitares, y el narcotráfico. Pero Colombia no está luchando de la misma manera en los cuatro frentes, en gran parte porque el enemigo es diferente en cada frente.

Contra las FARC, las cuales han rehusado aceptar la condición del presidente Uribe de declarar unilateralmente el cese de hostilidades, el Gobierno lidera un esfuerzo máximo cara a cara. Deseo aprovechar esta oportunidad para presentar las condolencias de Estados Unidos a las familias de las víctimas recientes de las acciones de las FARC contra civiles inocentes, y confirmar nuestra confianza en la capacidad y dedicación de la Fuerza Pública de Colombia.

Los ataques recientes de las FARC probablemente tienen como objetivo tratar de desviar los esfuerzos del masivo Plan Patriota contra baluartes históricos de la guerrilla. Mantener más de 15.000 tropas en alerta constante, en la profundidad de la selva hostil, es un enorme desafío para el Gobierno y exige enormes sacrificios a las tropas. El Gobierno y las tropas demuestran a diario que están respondiendo al desafío y dispuestas al sacrificio. Y están ganando. Así lo juzgó el general Myers, jefe del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos, nuestro oficial de más alto rango, cuando estuvo de visita en Colombia recientemente.

Contra el narcotráfico, el Gobierno está involucrado en el mismo tipo de esfuerzo máximo, y también con todo nuestro apoyo. Ustedes, quienes han estado aquí más de los 21 meses que yo he estado, saben más que yo, lo revolucionario que fue ver a Gilberto y Miguel Rodríguez Orejuela, parados ante un juez en los tribunales de Estados Unidos, como los delincuentes comunes que son. Pero eso es únicamente la punta del iceberg. Bajo el presidente Uribe, más de 200 narcotraficantes han sido extraditados hacia Estados Unidos, y las sentencias que han recibido han sido, en promedio de 10 años. Y, además, cientos de sus asociados quienes no han sido acusados de crímenes en Estados Unidos, están detenidos en Colombia. Y también van bien las operaciones contra quienes lavan el dinero fuente de sus ganancias.

Lo más importante: estamos atacando su capacidad de producir y vender la droga. En 2003, entre erradicación y las confiscaciones, se evitó que llegaran a los mercados más de 270 toneladas métricas de droga. Y en 2004, aumentó más del 75% a más de 480 toneladas métricas. En 2004, por primera vez, creemos que más de la mitad de la droga producida en Colombia no llegó al mercado.

Contra el ELN, después del retorno sanos y salvos de los rehenes europeos e israelíes a finales de 2003, el Gobierno continuó ejerciendo presión militar, pero moderada con un incipiente proceso de paz con el gobierno de México como facilitador. Nosotros apoyamos ese proceso.

El mes pasado, a pesar de los mejores esfuerzos de México y del gobierno colombiano, el ELN se retiró de las conversaciones luego de haber demostrado ser poco confiable como negociador durante varios meses. Es muy diciente que el ELN haya citado su solidaridad con Cuba contra la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas como una de las razones para romper los diálogos. Parece que han perdido los miembros del ELN dispuestos a ejercer su programa político por medios pacíficos, y que han ganado aquéllos preparados a convertirse en una subsidiaria de las FARC. El Gobierno tal vez tendrá que cambiar de táctica para demostrarles el gran error que cometieron.

Las AUC, como las FARC y el ELN, han sido nombradas por Estados Unidos, la Unión Europea, y otros, como organización terrorista internacional. Como dije en mi audiencia ante el Senado para mi confirmación como embajador hace casi dos años, en el caso de los paramilitares, el enemigo de nuestro enemigo no es nuestro amigo. Ni es el amigo de la libertad. Ni de la democracia. Ni de la justicia.

Es importante que la política gubernamental de tire y afloje tenga éxito: "tire" a través de la presión militar para destruir a los grupos paramilitares, y "afloje" a través del proceso de paz para desmantelarlos.

Colombia está llegando a una fase crítica del proceso. Actualmente el proyecto de ley de justicia y paz está bajo intenso debate, tanto en Colombia como en el exterior. El proyecto de ley ha superado las Comisiones del Congreso y está en la plenaria esta semana. Sólo quedan unas pocas diferencias entre la versión del Gobierno y las principales alternativas.

Como ha dicho la Secretaria Rice, Colombia tiene que decidir sobre esta legislación. Estados Unidos ha sugerido cambios para mejorar ese proyecto de ley, incluyendo la incorporación de algunas ideas de los principales proyectos de ley alternativos. Más exactamente, Estados Unidos ha urgido, durante más de un año, acción rápida para aprobar un proyecto de ley que disfrute de amplio apoyo, desmantele a los grupos que se están desmovilizando; fortalezca la democracia, la justicia, y el imperio de la ley; reduzca el narcotráfico; permita que continúe la extradición; y proporcione las bases de la seguridad necesaria para la paz, la equidad social y el desarrollo a largo plazo.

Estoy convencido de que esos son los objetivos del Gobierno de Colombia, así como de los ponentes de los proyectos de ley alternativos. Los insto a unirse.

La fuerza de la democracia colombiana le da al Gobierno colombiano la legitimidad para tomar la decisión. Pero, al final, será la lealtad de la sociedad colombiana en la ejecución de esa decisión, la que determinará su éxito.

Casi 5.000 paramilitares se han desmovilizado de manera colectiva, además de alrededor de 7.000 ex combatientes quienes han desertado de todos los grupos armados. Los desmovilizados han empezado a reinsertarse a la sociedad con el apoyo de sus grupos; para ellos la reinserción es comparativamente sencilla. Los desertores han aceptado tremendos riesgos para ellos y sus familias al separarse de la vida de terrorismo, y han contribuido enormemente a través de su cooperación con el Gobierno. Ellos han comprobado su deseo de volver a formar parte de la sociedad.

El éxito del proceso de paz y la reinserción pacífica de casi 12.000 ex miembros de las organizaciones armadas al margen de la ley (de quienes no han cometido crímenes atroces y de quienes han pagado una condena justa y reparado por sus delitos) es de interés para Colombia. Y el interés de Colombia es el de ustedes.

Los insto a tomar decisiones difíciles sobre empleo para ayudar a que el programa funcione en las ciudades y en las áreas rurales, en todos los sitios donde se encuentren reinsertados. Algunas empresas ya han contratado a ex combatientes y han visto que es menos difícil que lo anticipado. No es fácil, pero es menos difícil que lo anticipado.

Durante el último año el crecimiento de Colombia ha estado creando espacios para tales inversiones de riesgo en el pueblo y en la paz. El PIB creció un 3,8%. Las exportaciones hacia Estados Unidos crecieron un millardo de dólares y las importaciones desde Estados Unidos aumentaron US $700 millones de dólares. El desempleo bajó a un 12,1% en diciembre. Y, a pesar de la competencia por los recursos entre seguridad y programas sociales, el presupuesto es saludable y las relaciones con el Fondo Monetario Internacional son sólidas.

Con el fin de estimular mayor crecimiento para todos, Estados Unidos ha emprendido una ambiciosa agenda comercial en la región. En los próximos meses trataremos de lograr la aprobación del Congreso para el Acuerdo de Libre Comercio con Centroamérica y la República Dominicana. Continuamos progresando lentamente hacia un acuerdo de libre comercio de las Américas.

La negociación del acuerdo de libre comercio con Colombia, Perú y Ecuador va en su novena ronda. Nuestros equipos negociadores lograron bastante progreso en Lima, cerrando dos mesas y preparando la mayoría de las otras para cerrarlas a corto plazo. También hubo hitos históricos como la aceptación por parte de Estados Unidos de incluir biodiversidad en un acuerdo de libre comercio por primera vez. Esto demuestra nuestro compromiso en lograr un acuerdo que considere las características y necesidades de nuestros socios. Tengo mucha fe en que pronto vamos a lograr un acuerdo en el cual todos ganaremos.

La ayuda económica de Estados Unidos va a continuar, como dijo la Secretaria de Estado hace pocos días, a los niveles actuales, cerca de US $600 millones al año. Las compras, inversiones y remesas de Estados Unidos son muchísimo mayores que la asistencia de Estados Unidos a Colombia y al Hemisferio. Por eso instamos a los socios económicos a remover las barreras a la creación de empresas, a mejorar el acceso al capital, a fortalecer los derechos de propiedad intelectual, y a revisar su legislación laboral.

Para sacar el mejor provecho de un acuerdo de libre comercio, Colombia debe aumentar la inversión en los sectores agrícola e industrial. No todos se beneficiarán inmediatamente de un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos. El Gobierno puede asumir un papel importante de ayuda al sector privado para que su adaptación, mientras no subsidie a las empresas ineficiententes. Por eso el desarrollo de la capacidad comercial forma parte del acuerdo de libre comercio.

Los empresarios colombianos ya han probado que son recursivos y abiertos al cambio. Sin embargo, algunos sectores necesitarán un mayor tiempo de transición hacia el nuevo ambiente comercial. Las empresas necesitan acceso a los mercados de capital para obtener préstamos e invertir. Los bancos tienen que proporcionar capital semilla para las nuevas empresas, así como alentar a quienes tengan la voluntad de arriesgarse.

Los riesgos de la competencia liberan las oportunidades de la libre empresa. El presidente Uribe confía en la capacidad de Colombia para competir y ganar. Yo también.

La Secretaria de Estado acaba de cumplir una visita muy exitosa a Colombia. Se reunió con el presidente Uribe, la Ministra de Relaciones Exteriores, Carolina Barco, el Ministro de Defensa, Jorge Alberto Uribe, y el Ministro de Comercio, Industria y Turismo, Jorge Humberto Botero. En todas esas conversaciones ella confirmó el compromiso de Estados Unidos con la democracia, la paz y el desarrollo de Colombia. También habló sobre la agenda positiva que compartimos para América Latina. Estados Unidos y Colombia trabajarán para promover un consenso social democrático entre nuestros vecinos del Hemisferio, con el fin de que todos los ciudadanos compartan los beneficios de la libertad, el libre comercio, y la seguridad, bajo el imperio de la ley.

La lección está ahí. Colombia, que enfrenta los mayores desafíos en la región, también disfruta de las instituciones democráticas más fuertes, el consenso político más profundo, y el liderazgo más sensible a sus necesidades. Es importante recordar que el objetivo del debate democrático no es el desacuerdo, sino el acuerdo. Y que una Colombia unida, con su fuerte amigo del Norte, puede tener un futuro dorado.

Les agradezco haberme concedido su tiempo. Ahora contestaré algunas preguntas.

Ibagué, Tolima
6 de mayo de 2005

As of June 27, 2005, this document was also available online at http://bogota.usembassy.gov/wwwsww54.shtml
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