En
el 2004, cuando se estaba debatiendo en Washington la duplicación
del número de tropas de E.U. permitidas en Colombia,
la gente del gobierno de George Bush utilizaba un argumento
curioso en defensa de la propuesta.
Como
lo vemos decían no sabemos si el presidente
Álvaro Uribe se podrá reelegir. Entonces, vemos
una ventana cerrándose en mayo de 2006 y queremos hacer
todo lo posible antes de esa fecha.
Entre
la Casa Blanca, el Pentágono y la mayoría republicana
del Congreso, es fuerte el deseo de mantener abierta esa ventana
para que sigan entrando fusiles, entrenamientos, helicópteros
y fumigaciones.
Hoy
los más altos niveles del Gobierno en Washington con
la atención puesta en Irak y Katrina depositan
tanta confianza en Uribe que la política hacia Colombia,
en gran medida, ya está hecha en Bogotá. Tan fuerte
es su adhesión que el gobierno de
Bush se ha tragado varios sapos para evitar distanciamientos,
aceptando la ley de Justicia y Paz, guardando silencio sobre
la no extradición de Don Berna y emitiendo
varias certificaciones en derechos humanos.
Si
la Corte Constitucional le hubiera negado a Uribe el derecho
a buscar la reelección, habría sembrado pánico
entre la gente de Bush. Como Uribe tiene fama de gobernar solo,
sin heredero, los bushistas correrían el riesgo de que
su sucesor fuera alguien que busque desafiar sus prioridades
estratégicas, tal vez cerrando un poco la ventana. Peor
aún, sin Uribe, los bushistas perderían a uno
de sus pocos amigos cercanos en un hemisferio donde sigue eligiéndose
una ola de nuevos líderes centroizquierdistas. La soledad
de Bush en América Latina se agudizaría. Pero
ahora parece poco probable que necesiten un plan B.
Tendrán
asegurado un presidente colombiano que insiste en mantener el
curso; que comparte el deseo de utilizar la fuerza contra problemas
complejos como el terrorismo y los narcocultivos; que prefiere
los planes Patriota a los Marshall; que también cree,
a pesar de los resultados, de que la fumigación es la
más eficaz estrategia antidrogas; que prefiere el libre
comercio a la ayuda económica.
Si
usted ayer escuchó un suspiro desde el norte, pudo haber
sido causado por el alivio de los bushistas. O quizás
fue otro viento pasando por una ventana que quedará abierta.
[*]*
Adam Isacson es director de Programas del Centro para las Políticas
Internacionales en Washington.
ADAM
ISACSON
Especial para EL TIEMPO