Qué
está pasando en Washington, junio de 2006
Columna
de opinión de Robert Novak, y respuestas
La
semana pasada, el influyente columnista derechista Robert Novak
atacó a los Demócratas del Congreso estadounidense
quienes trataron, a principios de junio, de reducir la ayuda al
programa de fumigaciones en Colombia. (El mismo Sr. Novak visitió
al Presidente Uribe la semana pasada en su finca "El Ubérrimo"
en Córdoba.)
El
congresista Demócrata James McGovern respondió en
una columna que se publicó días después en
el Boston Herald. El Centro para la Política Internacional
respondió en una carta publicada en el Washington Post.
Aquí va todo traducido.
Los demócratas se rehúsan a apoyar la guerra
contra las drogas en Colombia
26
de junio de 2006, http://www.suntimes.com/output/novak/cst-edt-novak26.html
Por
Robert Novak
Mariquita,
Colombia - Aquí, en la base de la Policía Nacional
colombiana, en la mañana del miércoles pasado, una
pequeña flota despegó. Unas horas antes, un avión
de inteligencia Fairchild Metroliner reconoció cultivos
de opio en la selva a 40 millas (64.3 kilómetros) hacia
el norte. Entonces despegaron varios helicópteros Huey
bien armadas. Les siguieron tres aviones de "ala fija"
Turbo, rociando los cultivos para erradicar a las matas narcóticas
con destino a consumidores en Europa y Estados Unidos. El último
en despegar, para cerrar el trabajo del día, fue un helicóptero
Blackhawk, que cumplía con los requisitos de búsqueda
y rescate.
Misiones
semejantes, hechas peligrosas por el riesgo de fuego de las narco-guerrillas,
tienen lugar en los Andes colombianos todos los días, a
pesar de la desaprobación por parte de oficiales de los
gobiernos europeos, los demócratas norteamericanos, y críticas
colombianos. Al contrario, la Policía Nacional pide más
aviones para la erradicación, financiado por los impuestos
que pagan los ciudadanos americanos. Esa cantidad sería
mínima comparada con los gastos tan tremendos de Irak,
pero ese apoyo no parece estar por venir.
Colombia
provee 50 por ciento de la heroína y 90 por ciento de la
cocaína que entra al mercado americano. Es el único
país sudamericano que permite erradicación de sus
cultivos por medio de fumigación aérea, pero la
cifra que gasta Estados Unidos en eso está paralizada,
tanto en cantidad y en forma. La Policía Nacional no recibe
ninguna respuesta positiva cuando suplica poder lanzar un asalto
total sobre los cultivos de droga, expandiendo sus flotillas de
tres a cinco.
Esa
oportunidad frustrada es inquietante para el General José
Serrano, el antiguo comandante de la Policía Nacional,
el actual embajador colombiano a Austria, a quien se encontraba
en Bogotá la semana pasada.
"Se
debe a la campaña, por todo el mundo, de los narcotraficantes
de argumentar que hay daños ambientales [que resultan de
la fumigación aérea]", me dijo. Él argumenta
que fueron los narco-terroristas que lograron que la Unión
Europea se rehusara a participar en la fumigación aérea,
pese a que casi la mitad de la heroína en Europa tiene
origen colombiano.
Cifras
sacadas tanto por la Organización de Naciones Unidas como
por el Departamento de Estado de EEUU muestran que la tasa de
producción de opio tiene un crecimiento mínimo,
pero oficiales americanos admiten a puerta cerrada que eso resulta
por un error de estadística, gracias a que subestimaron
el terreno bajo cultivo desde un principio.
Pero
se necesita la cantidad suficiente de aviones para combatir cultivos
de coca por todo el país en cada uno de los cuatro ciclos
de cultivo que hay cada año, para por fin acabar con las
matas. El Coronel Henry Gamboa, el oficial principal encargado
de erradicación de la Policía Nacional, me explicó
que con quince aviones más, se alcanzaría esta meta.
Sin
los aviones adicionales, la Policía Nacional manda escuadrones
de combatientes selváticos para erradicar a mano - un proceso
lento y sangriento. Una misión requiere que 300 hombres
arranquen las matas, protegidos por 1,400 policías armados.
En un día pueden tratar cinco acres, bajo ataques sorpresa
de las narco-guerrillas, y sufriendo muchos heridos. Por contraste,
un equipo de fumigación aérea puede rociar 200 acres
en un solo día.
El
Brigadier General Jorge Barón, director de la división
anti-narcóticos de la Policía Nacional, me contó
que, por él, el trabajo se haría completamente a
base de fumigación aérea, pero hacen falta los aviones.
Las
bajas que sufren los equipos de erradicación a mano son
la responsabilidad de las FARC, una milicia izquierdista, y nuevas
milicias, supuestamente de derecha, que operan hombro a hombro
en la zona donde erradicaron el pasado miércoles. Antonio
Costa, radicado en Viena y el responsable de la oficina anti-narcóticos
de la ONU, me dijo en Colombia la semana pasada que considera
ambos grupos organizaciones criminales sin contenido político.
La
inclinación marxista-leninista de las FARC se ha eclipsado
por su papel como capo del narcotráfico. Los colombianos
con que yo hablé, incluso anti-uribistas, están
furiosos porque el congresista americano Jim McGovern de Massachussets
calificó de "guerra civil" los odiados ataques
y asesinatos de las FARC.
En
el debate del 9 de junio en la Cámara de Representantes,
McGovern y otros demócratas de izquierda insistieron e
insistieron sobre los asesinatos del 10 de mayo de 10 policías
anti-narcóticos, cometidos por el batallón de Alta
Montaña del ejército. El comandante, el Coronel
Bayron Carvajal, está encarcelado y fuera de la jurisdicción
de la justicia militar (cuya tasa de condenas es del cuatro por
ciento). A Carvajal lo está procesando el Procurador General
colombiano Mario Iguarán, que tiene pruebas de vínculos
entre el coronel y el narcotráfico.
A
pesar de estas muestras de que Colombia ha logrado escapar de
la degradación de ser un estado narco-terrorista, los demócratas
en la Cámara votaron 161 a 28 por la enmienda de McGovern,
que hubiera sido un recorte desastroso de la ayuda de EEUU a Colombia.
Los republicanos salvaron a Colombia, pero oficiales de la Policía
Nacional, jóvenes y llenos de pasión, tienen ansias
de acabar con esta guerra. Necesitan más ayuda de Washington,
y se lo merecen.
Política
fallida en Colombia no se puede sostener
30
de junio de 2006, http://news.bostonherald.com/editorial/view.bg?articleid=146218
Por
Jim McGovern
El
9 de junio, yo lideré una enmienda, con apoyo de ambos
partidos, que hubiera reducido ayuda militar hacia Colombia por
$30 millones de dólares ($79 mil millones de pesos), buscando
utilizar esos fondos para darles ayuda de emergencia a refugiados.
Por estos esfuerzos, he sido atacado por el columnista Robert
Novak, que insiste que esto hubiera sido un "recorte desastroso".
Sin embargo, aún si mi enmienda hubiera sido aprobada,
Colombia habría recibido $9 millones de dólares
($2.4 mil millones de pesos) más de lo que el gobierno
del presidente George Bush había solicitado del Congreso.
¿Se puede llamar eso un "recorte desastroso"?
Yo
apoyo la ayuda al exterior, pero también opino que tenemos
que asegurar que nuestros ciudadanos, los que pagan los impuestos,
reciben un buen resultado por su inversión. A lo largo
de los últimos seis años, los Estados Unidos, por
medio de su "Plan Colombia", ha invertido más
de $4 mil millones de dólares ($10.5 billones de pesos)
en Colombia, principalmente en ayuda militar, para ayudar al gobierno
colombiano en su guerra contra actores al margen de la ley y para
disminuir la cantidad de droga que entra a Estados Unidos. Los
resultados no dejan mucho que decir.
Colombia
sigue siendo uno de los lugares más peligrosos del mundo,
y un país con una de las poblaciones desplazadas más
grandes del mundo. El problema se debe en parte a las guerrillas
que continúan sus ataques brutales en contra de los civiles.
Pero también se debe a las fuerzas de seguridad colombianas,
a quienes apoyamos con mucha generosidad.
Novak
me acusa de insistir en los asesinatos recientes de policías
anti-droga por miembros del ejército colombiano, que se
apoya con fondos americanos. Quizás a Novak no le causó
horror este crimen, pero a mí sí. Por años,
oficiales colombianos nos han dicho que el carácter y el
nivel de profesionalismo de las fuerzas armadas se ha mejorado.
Pero sin embargo, cada semana nos enteramos de más casos,
bien documentados, de asesinato, corrupción y participación
directa en el mercado de las drogas.
¿Dónde
está la indignación del presidente colombiano Álvaro
Uribe, quien se ha vuelto un preferido para el gobierno de Bush?
¿Y dónde está la indignación de nuestros
propios líderes que dicen importarle los Derechos Humanos?
Después de todo el dinero, el entrenamiento, las armas,
y los consejos que Estados Unidos le ha dado a Colombia, ¿es
demasiado esperar más de estas fuerzas armadas y de este
gobierno? Todos deberíamos insistir e insistir aún
más en los crímenes que por cualquier estándar
deberían ser fuertemente condenados.
La
guerra de Estados Unidos en contra de las drogas en Colombia,
con su énfasis en terminar con el cultivo de coca por medio
de fumigación y erradicación, ha fracasado casi
por completo. Existe en Colombia por lo menos la misma cantidad
de cultivos de coca, y probablemente aún más, que
hace seis años y antes del gasto de $4 mil millones de
dólares, cuando empezó "Plan Colombia".
Además, no ha habido cambio alguno en el precio, la calidad,
o la oferta de cocaína colombiana en las calles de EEUU
que haya sido resultado de Plan Colombia. ¿Es eso lo que
se llama una historia con buen fin? ¿Debemos arrojar otros
$4 mil millones para seguir en lo mismo?
Hagamos
que el respeto por los derechos humanos y un fin a la corrupción
sean condiciones para continuar la ayuda de EEUU a las Fuerzas
Armadas de Colombia. Además, dirijamos dinero hacia interdicción
y el encarcelamiento de capos de droga y para desmontar sus organizaciones
mafiosas en Colombia.
Pero
también entendamos que el tratar de acabar con el cultivo
de la coca por medio de fumigación y erradicación
ha sido una estrategia sin resultado. Si hubiéramos apuntado
más de nuestra inversión hacia inversión
social y económica en zonas rurales, económicamente
deprimidas, yo creo que hoy estaríamos mucho más
adelantados en la tarea de acabar con el cultivo de drogas en
Colombia, y también con terminar la guerra civil.
Igual
de importante es entender que ignorar nuestra propia enorme demanda
para las drogas significa que dicha demanda seguirá, y
siempre habrá quien ponga la oferta, bien sea Colombia,
o bien sea Perú, Bolivia o Afganistán.
Tenemos
que seguir involucrados en Colombia. Pero no podemos seguir ignorando
que esta es una política sin mérito.
Carta: La verdadera solución al problema de la droga
en Colombia
3
de julio de 2006, http://www.washingtonpost.com/wp-dyn/content/article/2006/07/02/AR2006070200561_pf.html
Robert
D. Novak emplea una táctica ya agotada: la de pintar como
"débil contra las drogas" a cualquier quien se
atreve a oponerse a la actual política de los Estados Unidos
en Colombia.
Los
críticas, implica el Sr. Novak, están traicionándoles
a valerosas policías antidrogas colombianas, hombres quienes
arriesgan sus vidas todos los días.
Pero
¿por qué deben arriesgarse tanto estos hombres para
una estrategia que no ha afectado la coca ni el opio en Colombia?
Desde
el inicio del Plan Colombia en 2000, hemos gastado $4.7 mil millones
y hemos fumigado con herbicidas unas 2.500 millas cuadradas. Pero
los satélites del gobierno estadounidense encontraron más
coca en Colombia el año pasado que encontraron en 2000,
mientras los precios de la cocaína y el heroína
en las calles de los Estados Unidos se han reducido.
Los
cultivos de coca se reducirán solamente cuando Colombia
puede gobernar sus áreas rurales, donde más que
75 por ciento de la población vive en la pobreza.
En
cambio, los que insisten en fumigar en vez de gobernar están
perjudicando a los policías colombianos, porque los están
haciendo enfrentar el peligro mortal a favor de una estrategia
que no está sirviendo.
Adam
Isacson
Director de Programas
Centro para las Políticas Internacionales
Washington