Casi todos los analistas en Washington están diciendo que las elecciones
legislativas del martes pueden darle al Partido Demócrata el control de
al menos una cámara del Congreso estadounidense, después de 12 años
en la minoría. Ese cambio enorme, dicen, se debe al desencanto con el desastre
de Iraq y con una vergonzosa serie de escándalos que ha golpeado a la mayoría
republicana.
En
la Cámara de Representantes, las encuestas parecen indicar que los demócratas
van a recuperar entre 20 y 35 escaños ahora ocupados por los republicanos
(sólo necesitan 18 para la mayoría). En el Senado, nada queda claro,
porque depende de tres campañas (Tennessee, Missouri y Virginia) que se
ven totalmente empatadas.
Para
Colombia, habría fuertes cambios, así sea que los demócratas
ganen sólo una mayoría de un escaño en una cámara.
Para entender por qué, hay que entender cómo funciona el sistema
legislativo en Washington.
Qué
esperar de los demócratas
En
el Congreso colombiano, alguien de un partido minoritario puede ser presidente
de una comisión. En los Estados Unidos no: el control de toda comisión
está en manos del partido mayoritario. En Colombia, alguien de un partido
minoritario Gustavo Petro, por ejemplo puede auspiciar audiencias
y debates, y llamar a testigos oficiales que declaren, sometiendo así al
Ejecutivo a una veeduría incómoda. En los Estados Unidos no: los
Gustavo Petros del Partido Demócrata no han tenido el poder de auspiciar
audiencias, llamar a testigos o requerir respuestas del Ejecutivo, que también
es republicano.
Si
los Demócratas ganan una Cámara, podríamos esperar más
audiencias contenciosas en las que se indaguen fuertemente los lapsos y fracasos
del gobierno de George W. Bush. Principalmente sobre Iraq, pero seguramente habría
audiencias sobre Colombia también en la subcomisión del Hemisferio
Occidental de la Comisión de Relaciones Internacionales (posiblemente encabezada
por Eliot Engel o Bill Delahunt), y en la Comisión de Reforma Gubernamental
(posiblemente encabezada por el muy feroz Henry Waxman). De ambas comisiones se
podría esperar mayor veeduría de la estrategia y más resoluciones
y expresiones de preocupación por los derechos humanos y el fracaso de
la política antidrogas.
Y
no debemos olvidarnos de la Comisión de las Fuerzas Armadas que sería
presidida por Ike Skelton, el copatrocinador de varias enmiendas, las cuales habían
buscado recortar la ayuda militar e incrementar la ayuda económica.
Los
demócratas también controlarían el proceso presupuestal y
entonces la ayuda al exterior, incluso Colombia. Cada año Nita Lowey,
quien ha participado en debates a favor de enmiendas buscando reducir la ayuda
militar a Colombia, escribiría el primer borrador del proyecto de ley de
ayuda al exterior. El poderoso jefe de la Comisión de Apropiaciones, que
aprueba el segundo borrador, sería David Obey, otro acérrimo opositor
a la actual política antidrogas. También en esa comisión
se encontraría, ya en la mayoría, Sam Farr, quien sirvió
como voluntario de los Cuerpos de Paz en Antioquia hace 40 años, y quien
siempre ha luchado desde la minoría para incrementar la ayuda para el desarrollo
rural.
Los
demócratas también controlarían la agenda legislativa de
la Cámara que dominan. Su liderazgo decidiría cuáles proyectos
de ley se podrían debatir en el plenario, y bajo cuáles condiciones.
Y en la Cámara, este liderazgo incluiría a Nancy Pelosi, como la
nueva Presidenta; Jan Schakowsky, una de los whips (líderes
adjuntos); y Jim McGovern como el número dos en la Comisión de Reglas,
que determina cómo se debate cada proyecto de ley. En los últimos
años, estos tres han copatrocinado varias enmiendas buscando reducir la
ayuda militar a Colombia, reemplazándola con ayuda económica.
Ayuda
a Colombia
Sobre
una cosa debemos estar claros: si ganan los demócratas, la ayuda a Colombia
no se reduciría. Son pocos los demócratas que no creen que se debe
invertir más que US$700 millones en apoyo a Colombia, y de hecho son los
demócratas quienes han luchado desde la minoría por
evitar recortes en la ayuda a toda América Latina. Pero la naturaleza de
esa ayuda sí podría cambiar.
En
vez de la actual mezcla de 80 por ciento de ayuda militar y policiva a Colombia,
podríamos esperar más balance menos helicópteros y
aviones de fumigación, y más inversión en la gobernabilidad
de zonas rurales, la reforma judicial, el fortalecimiento de las instituciones
civiles y la atención a los desplazados. Podríamos esperar
un fortalecimiento de los condicionamientos en derechos humanos que ahora impiden
solamente 25 por ciento de la ayuda militar.
En
cuanto a libre comercio, la ratificación del acuerdo firmado este año
sería difícil de lograr. Hasta en una Cámara dominada por
los republicanos en 2005, el TLC con Centroamérica sólo se aprobó
por un voto. Con más demócratas aún sin mayoría
será más difícil vender el acuerdo con Colombia. Especialmente
mientras persisten preocupaciones por la impunidad de que gozan los asesinos de
sindicalistas y mientras persisten dudas sobre el choque que le puede propinar
a la frágil economía rural colombiana.
¿Qué
puede hacer el Gobierno colombiano? Sobre el TLC, no tengo buenos consejos que
ofrecer, aunque el juicio y castigo de más homicidios de sindicalistas
ayudarían mucho.
En
cuando a la ayuda, si el Gobierno colombiano quiere maximizar el monto de ayuda
que recibe de Washington, tendría que ajustar sus solicitudes. Colombia
recibiría más si trabaja con una nueva mayoría demócrata
en la búsqueda de nuevas maneras de mejorar la gobernabilidad, fortalecer
el estado de derecho y formular una política que de verdad reduce el daño
de las drogas ilegales. Para Colombia, una victoria demócrata sería
una buena y muy necesitada oportunidad de replantear una estrategia que no está
rindiendo los resultados esperados.