Acción
Andina Editorial: "Cultivos Ilícitos y Erradicación
Forzosa," julio del 2001
REVISTA
: ACCIÓN ANDINA No. 4
TEMA: "Cultivos
Ilícitos y Erradicación Forzosa"
Editorial
El gran fracaso de
la estrategia de reducción de la oferta de drogas ilegales está
llevando las decisiones en esta materia a niveles delirantes. No sólo
se esparcen inútilmente millones de litros de químicos para
combatir los cultivos ilícitos como plan A, sino que se presiona
hacia el uso de agentes biológicos contra los cultivos de coca
y amapola, como parte del Plan B. Este escenario tuvo su expresión
más acabada a lo largo del año 2.000, cuando la amenaza
de usar la región amazónica colombiana como centro piloto
para experimentaciones a campo abierto del hongo fusarium indignó
a diversos sectores sociales, académicos y políticos sensibles
a los impactos en materia ambiental y en derechos humanos.
Los responsables
del esperpento agazapados en Washington manejaron el tema con sigilo,
moviendo los hilos con los cuales someterían la pobre autonomía
de gobiernos como el colombiano, con el fin de garantizar a través
de un acuerdo formal con el aval de la entonces UNDCP y su programa SCOPE
y la administración Pastrana, su cruzada violenta contra los cultivos
de coca. A la criatura se le bautizó con una denominación
aséptica: Control Biológico. En realidad se trataba de una
típica guerra biológica cuyo escenario no sólo se
trata de una selva rica en biodiversidad, golpeada por el extractivismo
del gran "capital legal e ilegal", sino de áreas con
comunidades indígenas, con grupos sociales diversos dedicados a
múltiples actividades "legales e ilegales" y con insurgentes
que aprovechan esta actividad para financiar la guerra en la que erigen
su poder. Sin embargo la complejidad del escenario suele simplificarse
con una frase sencilla como perversa: "área de cultivos ilícitos,
que son la base del narcotráfico".
Al conocerse una
buena parte de la trama se movilizó una opinión internacional
que se expresó en diversos medios de comunicación y a través
de grupos de presión nacionales e internacionales. Así se
inició una lucha de argumentos que redundó en la derrota
parcial del sector que propugnaba por el cambio de método en la
guerra contra las drogas. Algunos de los actores de la obra se batieron
en retirada, pero buscaron y buscan aún, otras alternativas bajo
la misma idea general. Unos continuaron el sainete buscando "un hongo
criollo"; otros más peligrosos, se proponen en Uzbekistán
desarrollar el papel piloto que se pretendía para Colombia, ahora
para la amapola, desarrollando la pleospora papaverácea para combatir
estos cultivos a nivel mundial.
Este número
de la revista esta dedicado a rescatar la memoria de ese debate sobre
la guerra química y biológica contra los cultivos ilícitos
y a actualizar los entramados políticos y en materia de seguridad
que envuelven la cruzada antidrogas así como sus impactos a nivel
de la región y sus perspectivas.
Edward Hammon del
Sunshine Project, el biólogo y periodista Jeremy Bigwood, Martin
Jelsma del TNI, Emperatriz Cahuache a la sazón presidente de la
Organización de Pueblos Indígenas de la Amazonía
Colombiana, asumieron desde diferentes perspectivas este debate y aquí
están sus argumentos.
Por su parte, Tortosa
y Wilches Chaux exploran formas amenas y pedagógicas de exponer
los términos absurdos en que se mueve la guerra a las drogas, a
través de escenarios imaginados cuyo sentido y validez, paradójicamente
se afirman y recrean al ser contrastados con la realidad.
De otro lado la guerra
química se acentúa en Colombia en niveles alarmantes. Para
dar un solo dato, en menos de dos meses fue fumigado el equivalente a
30.000 hectáreas de coca en el Putumayo. Acción Andina Colombia,
Rapalmira y TNI cuestionan las justificaciones del Departamento de Estado
para asumir estas decisiones que reiteran prácticas implementadas
durante 25 años sin que muestren resultados positivos. Retomando
las "hojas técnicas" (Fact Sheet) y manteniendo las mismas
preguntas que se hizo Washington, estas organizaciones ilustran la situación
en que se desarrollan las actuales fumigaciones y los peligros que están
teniendo contra la población y el medio ambiente. La Defensoría
del Pueblo de Colombia lo ha ratificado a través de diversos conceptos
que han culminado en señalar la necesidad de suspender este tipo
de métodos.
Así mismo
Ricardo Soberón muestra una experiencia dramática de la
erradicación compulsiva en Perú a través de un estudio
de caso en el Valle del Monzón, en un contexto de inestabilidad
política y corrupción que pudo salir a flote al final del
gobierno autoritario de Fujimori, sin que tampoco se hubiesen vislumbrado
cambios significativos en el período de transición democrática.
Washington ratificó su presencia política en medio de la
crisis con el fin de mantener su influencia en los temas de su agenda
sobre las cartas de "cambio" para Perú. Los anuncios
que acaba de hacer el nuevo presidente Toledo en el sentido de apoyar
el desprestigiado Plan Colombia, así lo evidencian.
Theo Roncken, Verónica
Ramos y Javier García Soruco ilustran el caso boliviano signado
por una gran incertidumbre en cuanto a salidas estratégicas a una
situación de inestabilidad económica y política profundizada
por la ausencia de perspectivas para los sectores más pobres, para
quienes la coca representa prácticamente uno de los pocos medios
de sobrevivencia para 35.000 familias bolivianas involucradas en esta
economía.
Los anuncios del
Secretario de Estado Collin Powell sobre una iniciativa andina capaz de
neutralizar los movimientos previsibles de los escenarios de la producción
de drogas y el perfil de los funcionarios de la Casa Blanca que van a
decidir sobre drogas como el nuevo Zar John P. Walters para quien la lucha
debe seguir librándose en la fuente, son señales preocupantes.
La intromisión estadounidense en la redefinición de la seguridad
hemisférica con base en sus prioridades para la región,
tiene como una de sus bases el tema de las drogas, lo cual se traduce
en un creciente involucramiento de las fuerzas armadas latinoamericanas
en este asunto policial, pero con consecuencias graves para el fortalecimiento
democrático latinoamericano dada la narcotización de nuestras
sociedades ante la comunidad internacional.
Con algunas diferencias
de grado la clase política latinoamericana acepta este papel el
cual se convierta en el vehículo para fortalecer el uso de la fuerza
extensivo y útil para contener las amenazas de inestabilidad social
y política, ante un contexto de desempleo y miseria para la mayoría
de los latinoamericanos. De paso, busca compensaciones a través
de algunos beneficios para los sectores privados con la ampliación
del ATPA a sus exportaciones dirigidas al atractivo mercado norteamericano.
Ricardo Vargas analiza esta perspectiva.
La construcción
de un paradigma alternativo al actual modelo prohibicionista, debe tener
como responsabilidad el análisis y evaluación de las decisiones
que en su nombre se han desarrollado a lo largo del siglo XX y del milenio
que ha comenzado. El escenario de la erradicación forzosa es un
buen ejemplo de la crisis de la "tolerancia cero". Las combinaciones
de técnicas químicas, biológicas y manuales para
erradicar cultivos, no cambian en nada los términos de la estrategia.
Quizás la manual tiene un impacto ambiental menor a las demás.
Sin embargo el problema no es la técnica. Es la construcción
paciente de una estrategia que de cara a los errores del modelo de guerra
a las drogas y de lo mejor de las recientes experiencias de reducción
de daños, pueda crear nuevos puntos de referencia hacia tratos
mas humanos para los adictos y de alternativas reales a los sectores más
pobres involucrados en la producción de materia prima.
Pero ¿Estarán
realmente comprometidos en esta tarea los grandes beneficiarios colaterales
y ocultos de la prohibición, esto es, el sistema financiero internacional,
los grandes productores de armas, incluyendo las químicas y biológicas,
los empresarios y comerciantes de precursores, los contrabandistas y empresarios
de otras economías ilegales de miles de millones de dólares,
los políticos fundamentalistas de Europa y Estados Unidos y las
instancias de seguridad de las grandes potencias? Las cuentas son claras:
¿No deberíamos entonces hablar mucho más de narcotráfico
y un poco menos de cultivos ilícitos?.