Recomendación
de la Comisión de Personalidades a la Mesa de Diálogo y
Negociación, 19 de septiembre del 2001
Recomendación
de la Comisión de Personalidades a la Mesa de Diálogo y Negociación
Los suscritos comisionados,
designados por la Mesa Nacional de Diálogo y Negociación
para el proceso de paz en virtud del numeral 3o. del Acuerdo de Los Pozos
suscrito entre el señor Presidente de la República, Andrés
Pastrana Arango, y el comandante de las FARC-EP, Manuel Marulanda Vélez,
después de una intensa y concienzuda labor durante la cual hemos
tenido oportunidad de analizar y evaluar los distintos factores que han
conducido a la situación de conflicto armado que, desde hace ya
varias décadas, vive la nación y cuyas implicaciones sociales
son insoslayables, la incidencia que este conflicto ha tenido y sigue
teniendo en la sociedad colombiana, la gravedad que reviste el fenómeno
del paramilitarismo surgido dentro del marco del enfrentamiento, y plenamente
conscientes del hecho notorio de que el esquema de negociación
bajo la guerra que se ha venido utilizando desde la iniciación
del presente proceso de paz se encuentra agotado, en cumplimiento de nuestro
cometido nos permitimos, formular a la Mesa las recomendaciones que más
adelante consignamos, previas algunas breves consideraciones que juzgamos
necesario hacer.
La experiencia histórica,
tanto en Colombia como en el mundo, demuestra que el esquema de la negociación
bajo el fuego no produce resultados satisfactorios, al menos en el corto
y mediano plazo, en el objetivo de lograr la paz. Porque, entre otras
cosas, supone mantener la aspiración de cada una de las partes
en conflicto de imponerse por la fuerza de las armas a la parte contraria,
hasta derrotarla militarmente, con todo lo que ello implica en pérdida
de vidas humanas, en destrucción material, en gasto económico
y en ruina física y moral para millones de personas. Y creemos
firmemente que en el caso colombiano, por diversas circunstancias que
no es del caso entrar a detallar pero que no escapan a ningún observador
desprevenido, no es dable contemplar tal posibilidad, a riesgo de agudizar
aún más el conflicto y generalizarlo, con posibles graves
implicaciones de carácter internacional en el orden económico,
político o militar, situación ésta que ningún
colombiano verdaderamente patriota y amante de la paz puede desear para
su país. Así, pues, tampoco entre nosotros ese esquema de
negociación tiene perspectivas claras de dar resultados positivos
para el logro de la paz, que es el más grande anhelo de todos y
el propósito sincero que debe animar a las partes en este proceso.
Por el contrario,
lo que constatamos, con viva preocupación, es que en estos tres
años que lleva de iniciado el proceso, bajo el esquema de la negociación
bajo la guerra, el conflicto lejos de amainarse se ha intensificado, y
el paramilitarismo no ha cesado de aumentar su accionar ilegal. Como consecuencia
de ello, cada día aumentan el número de masacres y de víctimas
inocentes y las violaciones más aberrantes al Derecho Internacional
Humanitario (DIH).
Para nosotros es
claro que el carácter de esta negociación debe ser eminentemente
político y no militar. Por ello nos parece un contrasentido que
los diálogos se desarrollen bajo el fuego de las armas. Y que mientras
en Villa Nueva Colombia se prolongan las conversaciones entre las partes,
animadas, sin duda, de la mejor buena voluntad y patriotismo, a lo largo
y ancho del resto del territorio nacional se adelantan, a diario, acciones
militares de todos lados, con su inevitable secuela de muertos y heridos,
no sólo de las partes en conflicto sino de la población
civil principalmente rural-, ajena a éste, así como de destrucción
material y por ende de pérdidas incalculables para la economía
nacional. Y a ello se agrega el alarmante fenómeno del desplazamiento
humano, que reviste hoy dimensiones gravísimas, hasta el punto
de figurar Colombia como uno de los países del mundo con mayor
número de desplazados.
Ese carácter
político de los diálogos y la negociación, que por
cierto ha sido reconocido explícitamente por las dos partes, conduce
obviamente a que sea en un clima político y no militar -es decir
de enfrentamiento armado-, como se adelanten dichas negociaciones de paz.
No tenemos duda de que es aquél el marco propicio para que las
negociaciones avancen y para que se obtengan resultados concretos, prácticos
y efectivos, en un plazo razonable, como lo esperan todo el pueblo colombiano
y la comunidad internacional. Creemos
firmemente que mantener la negociación bajo el marco de la guerra,
no sólo dilatará indefinidamente el proceso, sino que hará
cada vez más difícil llegar a los acuerdos con tanto anhelo
esperados.
Por las anteriores
razones, los comisionados, en forma unánime, en cumplimiento de
la misión a nosotros encomendada por la Mesa de
Diálogo y Negociación con el objeto de proponer fórmulas
para disminuir la intensidad del conflicto y acabar con el fenómeno
del paramilitarismo, animados del más sincero sentimiento patriótico
y como una contribución positiva al logro de la paz para Colombia,
nos permitimos formular a la Mesa las siguientes recomendaciones:
1.Que se pacte una
tregua bilateral entre el Gobierno Nacional y las FARC-EP, en principio
de seis (6) meses, en las acciones armadas, término que puede ser
prorrogado por acuerdo entre las partes. Dicha tregua implica que las
partes, es decir el Gobierno Nacional y las FARC-EP, adquieran, por lo
menos, durante este lapso, los siguientes COMPROMISOS:
A) No habrá
acciones militares por parte de las Fuerzas Armadas y de Policía
contra las FARC-EP en ningún lugar del territorio nacional.
B) No habrá
acciones militares por parte de las FARC-EP contra las Fuerzas Armadas
y de Policía en ningún lugar del territorio nacional.
C) Lo anterior no
impide que las Fuerzas Armadas y de Policía continúen sus
acciones, conforme a los mandatos de la Constitución y la ley,
en contra de otras agrupaciones o individuos que sigan actuando de manera
ilegal.
D) El Estado reitera
su compromiso de respetar todas las normas universales que regulan los
conflictos armados no internacionales, recopiladas en el Derecho Internacional
Humanitario (Convención de Ginebra y protocolos adicionales) y
las FARC-EP se comprometen igualmente a respetar dichas normas. Ambas
partes se abstendrán, en particular, de la utilización de
armas no convencionales, como las minas antipersonales, los cilindros
de gas y bombas de aspersión, del reclutamiento y mantenimiento
en filas de menores de edad, así como del asalto y toma de poblaciones.
E) Las FARC-EP no
efectuarán actos de hostilidad contra particulares, tales como
retención de personas, secuestro, cobro forzado de contribuciones
pecuniarias o de cualquier otra especie, atentados contra la infraestructura
energética y petrolera del país o contra la infraestructura
vial.
F) El Gobierno Nacional,
de común acuerdo con las FARC-EP, estudiará mecanismos de
financiación que permitan atender a las necesidades de subsistencia
de los combatientes de la insurgencia durante el período de tregua.
G) Que, conforme
al punto 10 del Acuerdo de los Pozos, el Estado se comprometa a la sustitución
de cultivos ilícitos en las pequeñas parcelas mediante el
procedimiento de erradicación manual, y ambas partes a la protección
y recuperación del medio ambiente y la ecología.
2. Que durante el
período de la tregua bilateral de paz, la Mesa Nacional de diálogo
y negociación estudie, con base en la Agenda Común de doce
puntos acordada por las partes en La Machaca, y llegue a acuerdos sobre
las materias específicas que conformen un temario definido de proyectos
de reforma constitucional, así como aquellas que deban ser posteriormente
objeto de desarrollo legislativo por parte del Congreso, o de implementación
por parte del Ejecutivo. Lo anterior, sin perjuicio de llegar, durante
ese lapso, a acuerdos parciales de ejecución inmediata.
3. Que durante este
período se intensifiquen las reuniones de la Mesa, al menos a tres
días completos por semana, y que se invite a sus deliberaciones,
además de las autoridades públicas, civiles o militares,
pertinentes, a voceros o representantes de los diferentes estamentos o
sectores de la sociedad colombiana que puedan contribuir con sus opiniones
y experiencia a la determinación de los temas concretos a incluir
en el temario, a fin de que se obtengan los avances esperados por la sociedad
colombiana.
4. Que, con base
en los acuerdos logrados por la Mesa referidos en el punto 3, se defina
el temario de propuestas concretas de reforma constitucional, a ser discutido
y decidido, en principio, por una Asamblea Constituyente, cuya convocatoria
el Gobierno Nacional se compromete a impulsar. Esta Asamblea deberá
quedar integrada por representantes de los distintos partidos y movimientos
políticos y sindicales, de los sectores de la producción,
de los sectores independientes de la sociedad civil y de las FARC-EP y
demás grupos de la insurgencia que decidan comprometerse con este
proceso. La forma de integración de esta Asamblea Constituyente,
su conformación, así como su lugar de reunión, agenda,
término de duración y demás aspectos relacionados
con su funcionamiento y logística, serán acordados por las
partes durante el período de la tregua bilateral que proponemos.
5. Que, sin perjuicio
de lo anterior, la Mesa estudie la posibilidad de optar por la alternativa
de convocar la Asamblea Constituyente o la de convocar, en su defecto,
un referendo popular. Recomendamos que el Gobierno, de común acuerdo
con la Mesa, analice, a la luz de la Constitución, de la ley y
de las circunstancias políticas del país, cual de estas
dos alternativas resulta más conveniente y expedita para el trámite
de los proyectos de reforma constitucional que hayan sido definidos en
los términos del punto 3 de este documento.
6. Que las partes
se comprometan, de manera formal y solemne, a respetar y acatar las decisiones
que se adopten por la Asamblea Constituyente y/o por la vía del
referendo, y, en general, todas aquellas que emanen de las diferentes
instancias que constitucionalmente tengan que ver en el trámite
de las reformas previsto en estas recomendaciones.
7. Que una vez acordado
el temario de proyectos de reforma constitucional, éstos sean sometidos
a un proceso intenso de difusión y de pedagogía ante el
pueblo colombiano, a fin de que éste tenga la suficiente información
sobre ellos, como parte del proceso de discusión de los mismos,
y, llegado el caso, antes de su refrendación en la instancia correspondiente.
8. Que, en caso de
convocarla, el término de duración de la Asamblea Constituyente
sea máximo de seis (6) meses, y que entre la convocatoria y la
reunión de la misma no transcurran más de tres (3) meses.
9. Que se entienda
el acto de convocatoria de la Asamblea Constituyente o, si es del caso,
el del referendo, como la culminación del actual proceso de diálogo
y negociación.
10. Que, en caso
de convocarla, la mayoría de la Asamblea Constituyente sea conformada
mediante la libre y democrática elección de sus miembros,
sin perjuicio de que se adopten otros procedimientos especiales para la
escogencia de quienes han de representar en ella a la insurgencia.
11. Que durante el
período de tregua bilateral y, en general, durante el lapso de
este proceso democrático de reforma constitucional, se mantenga
la zona de distensión.
12. Que, en el entendido
de que la convocatoria a la Asamblea Constituyente, o al referendo si
se opta por esta vía, significan como se señala en el punto
9 de este documento- la culminación del proceso de diálogo
y negociación, una vez acordada aquella e iniciado el proceso para
su conformación, las FARC-EP depongan las armas.
13. Que, en este
mismo sentido, una vez se pacte la paz, la Fuerza Pública se ajustará
a los parámetros acordados en el ordenamiento constitucional que
se establezca en orden al cumplimiento de su finalidad primordial, cual
es, en términos del artículo 217 de la Carta Política
vigente, la defensa de la
soberanía, la independencia, la integridad del territorio y del
orden constitucional.
14. Que, de común
acuerdo, la Mesa determine el mecanismo que permita garantizar el cabal
cumplimiento de los compromisos adquiridos por las partes para el período
de tregua y, en general, para todo el proceso de solución política
al conflicto que se propone en estas recomendaciones, y para que aquellos
sean verificables. Sugerimos, por ejemplo, que se designe entre los países
amigos del proceso a representantes de alta investidura que,
en calidad de observadores, sirvan como garantes, ante la comunidad
nacional e internacional, del cumplimiento de estos compromisos; entre
tales observadores podría figurar, por ejemplo, un representante
de las Naciones Unidas. Lo anterior no excluye que la Mesa acuerde que
los garantes, o algunos de ellos, sean también personalidades nacionales
dignas de toda credibilidad.
15. Que si al vencimiento
del período de seis meses de tregua no se han logrado concretar
los acuerdos de que tratan los numerales anteriores, las partes lo prorroguen
por el término que consideren prudente para tal efecto.
16. Que se invite
al Ejército de Liberación Nacional ELN a hacer parte de
este proceso y a aceptar la tregua de paz que estamos proponiendo a la
Mesa de Negociación y Diálogo, con las mismas garantías
y compromisos aquí señalados.
17. Que el movimiento
político que formalicen las FARC-EP como consecuencia lógica
de este proceso, goce de todas las garantías y derechos y asuma
todas las responsabilidades que ello implica.
18. Que en caso de
peligro de romperse la tregua por incumplimiento de los compromisos señalados
en el punto 1o de esta propuesta por cualquiera de las partes, de inmediato
se reúna la Mesa de Diálogo y Negociación, en presencia
de los garantes nacionales y/o internacionales y de los altos funcionarios
del Estado que se considere pertinente invitar, a fin de buscarle una
pronta solución al asunto.
19. Respecto del
fenómeno del paramilitarismo nos permitimos formular las siguientes
recomendaciones:
A) Que durante todo
este proceso el Gobierno nacional, a través de la Fuerza Pública
y los organismos de seguridad, continúe adelantando las acciones
encaminadas a combatir el paramilitarismo en sus diversas modalidades.
B) Que sin perjuicio
de ello, con arreglo a las leyes pertinentes, el Gobierno adelante gestiones
tendientes al sometimiento a la justicia de quienes se hayan implicado
en actividades paramilitares.
C) Que se implementen
por las partes las recomendaciones que sobre el conflicto colombiano y
sobre este tema en particular han formulado las Naciones Unidas -presentadas
en la 57 Comisión de DD.HH.- y la Organización de Estados
Americanos (OEA).
D) Que se designe
una instancia gubernamental que se encargue de
coordinar las acciones contra el paramilitarismo, sin perjuicio de las
que correspondan a otras entidades públicas.
E) Que, de conformidad
con la jurisprudencia de la Corte Constitucional, se someta a la justicia
ordinaria a cualquier persona, civil o militar, que resulte implicada
en actos de colaboración, complicidad y, si es del caso, omisión
frente a los crímenes del paramilitarismo.
F) Que se continúe,
al interior de las Fuerzas Armadas y de Policía el proceso de desvinculación
de todos aquellos individuos que hayan resultado comprometidos en actividades
de tipo paramilitar o sobre los cuales haya serios indicios de estarlo,
sin perjuicio de que contra ellos se adelanten los procesos judiciales
y disciplinarios correspondientes, con el propósito de evitar que
tales conductas queden en la impunidad.
G) Que se apoye desde
todas las instancias del Estado la acción de la Unidad de Derechos
Humanos de la Fiscalía General de la Nación para que capture
y judicialice a los promotores y partícipes de grupos paramilitares
y demás grupos de justicia privada.
H) Que se recopilen
en un solo cuerpo todas las leyes y demás normas jurídicas
vigentes que tengan relación con el tema del paramilitarismo.
I) Que se fortalezcan
los programas de protección y seguridad de los activistas de derechos
humanos, dirigentes de partidos y movimientos políticos, jueces,
organizaciones sindicales, agrarias, juveniles y populares, periodistas
y demás potenciales objetivos del accionar del paramilitarismo
y de otros grupos de justicia privada.
J) Que, con la cooperación
internacional, se fortalezcan los controles tendientes a impedir, por
todos los medios, el ingreso a Colombia de cualquier tipo de agentes extranjeros
que, a cualquier título, actúen como promotores, asesores,
adiestradores o entrenadores de grupos paramilitares o de cualquiera otra
clase de grupos de justicia privada.
K) Que se organice
un gran encuentro nacional en el cual se debata a la luz pública
el fenómeno del paramilitarismo, con amplia participación
de voceros de los distintos partidos y movimientos políticos, gremios
de la producción, sectores sociales y populares, la Iglesia, las
ONG y ciudadanos que de una manera u otra se hayan visto afectados por
ese fenómeno.
L) Creemos, por lo
demás, que si son consecuentes con su reiterada afirmación
de que su accionar ilícito es una respuesta al de los grupos insurgentes,
en particular al de las FARC-EP, ante la tregua pactada los grupos paramilitares
habrán de abstenerse de perpetrar actos criminales, al menos mientras
ella se mantenga. Y que si, como lo esperamos todos los colombianos de
buena voluntad, se logra la tan anhelada paz, por la vía del entendimiento
y la negociación política y por mecanismos como los que
estamos recomendando, el fenómeno del paramilitarismo tendrá
necesariamente que desaparecer en forma definitiva de nuestra patria.
20. Que el Estado,
como política de largo alcance y con la decidida cooperación
de la comunidad internacional, redoble sus esfuerzos en la lucha contra
el flagelo del narcotráfico, que, aparte del inconmensurable daño
que ha venido ocasionando a Colombia y, en general, a la humanidad, del
grave deterioro causado al tejido social y el daño irreparable
inflingido al medio ambiente y a nuestro ecosistema, en lo que bien puede
calificarse como un
verdadero ecocidio, ha contribuido de manera insoslayable a agudizar la
violencia, la corrupción, la delincuencia común y también
nuestro conflicto interno. En este orden de ideas, es necesario que la
comunidad internacional, particularmente los países más
desarrollados, asuman frente a Colombia y demás países productores
y exportadores de drogas sicotrópicas, el compromiso de combatir
y sancionar, a su turno, a quienes incentivan esa producción, a
través del suministro de insumos químicos y otros elementos,
al igual que a los importadores y distribuidores de droga y demás
empresarios del narcotráfico en sus respectivos países,
y a las organizaciones
internacionales de lavado de dólares, así como de intensificar,
por todos los medios, las campañas educativas de prevención
contra el consumo de drogas entre los diversos estratos sociales.
21. Que, de acuerdo
con el numeral anterior, se solicite a la comunidad internacional, particularmente
los países más desarrollados, se comprometan a apoyar los
programas o proyectos integrales de sustitución de cultivos ilícitos
y de erradicación de los mismos, a través de medios o sistemas
que no conlleven daño ecológico ni peligro letal para la
salud humana.
22. Que el cumplimiento
de las etapas previstas en estas recomendaciones, a saber la tregua de
paz de seis meses y su eventual prórroga, la reunión de
la Asamblea Nacional Constituyente y la eventual refrendación popular
de las reformas constitucionales, no implique interrupción o suspensión
del proceso electoral a celebrarse, en los términos de la actual
Constitución, el próximo
año, y que las FARC-EP se comprometan a no interferirlo con acciones
de fuerza de ningún tipo.
23. Que, como se
puede constatar con alarma, este conflicto se ha degradado hasta llevarlo
por debajo de los límites mínimos de humanidad, incurriendo
en insospechados actos de crueldad, el Estado se comprometa a seguir respetando
y las FARC-EP lo hagan de igual manera ante la Nación y ante la
comunidad internacional, los Principios mínimos humanitarios, y
a que éstos no se queden en mera retórica. Este compromiso
implica, entre otras cosas, redoblar esfuerzos para que no haya en adelante,
ni dentro ni fuera del
período de tregua, más desapariciones forzosas ni privaciones
ilegales de la libertad de personas, sean ellas civiles, combatientes
o militares, ni se causen más desplazamientos de población
civil de sus lugares de residencia y trabajo por causa de la intimidación
y la violencia.
24. Que el Gobierno
Nacional, con el apoyo financiero de la comunidad internacional y con
el concurso de todos los estamentos académicos y educativos, inicie
desde ahora mismo una intensiva campaña pedagógica para
que los colombianos de todos los estratos y condición aprendan
a convivir en paz, tolerancia y respeto por los derechos de todos, y se
rescaten las virtudes que, como la honestidad, el amor al trabajo y al
estudio, se han venido perdiendo a lo largo de los últimos tiempos,
en vastos sectores de nuestra población y en los diferentes estratos
sociales.
25. Que, en desarrollo
de lo establecido en el artículo 22 de la Constitución Nacional,
la paz se considere en adelante como una política de Estado, tendiente
a darle continuidad y solidez a la estabilidad que aspiramos a lograr
con este proceso, entendiendo la paz no simplemente como el silencio de
los fusiles, sino como la solución no armada de los conflictos
internos y la búsqueda e implementación de la justicia social
y la tolerancia entre los
colombianos.
26. Que a fin de
aclimatar la tregua y el proceso de paz, el Estado se comprometa a considerar
las demandas de los sindicatos y sectores populares tendientes a la solución
de sus inquietudes sobre sus difíciles condiciones de existencia,
agravadas por el desempleo, la informalidad, las alzas en los servicios
públicos y, en general, la miseria en que se debaten amplios sectores
de la población colombiana.
27. Que las recomendaciones
que aquí se formulan se consideren por la Mesa en un sentido integral,
ya que sus diferentes partes están concatenadas, tienen un mismo
hilo conductor, y representan, por tanto, una unidad de propuesta.
28. Que la Mesa haga
públicas estas recomendaciones, a fin de auscultar también
el sentir de la opinión nacional sobre las mismas, teniendo en
cuenta que este proceso debe involucrar a la totalidad de la nación
colombiana. Con ello se evitaría que la opinión caiga en
el terreno de las distorsiones y las especulaciones, que sólo generan
confusión e incertidumbre.
En la esperanza patriótica
de que las anteriores recomendaciones sean acogidas por la Mesa en su
propósito de conseguir una paz integral y duradera, nos suscribimos
de los señores integrantes de la Mesa de Diálogo y Negociación,
muy atentamente,
Compatriotas y amigos,
CARLOS LOZANO GUILLEN
VLADIMIRO NARANJO MESA
ALBERTO PINZON SANCHEZ
Bogotá D.C., 19 de septiembre de 2001".
As of September 27,
2001, this document was also available online at http://eltiempo.terra.com.co/27-09-2001/poli106976.html