Memorandum
from FARC negotiators to Colombian government, October 15, 2001
MEMORANDO
AL GOBIERNO NACIONAL SOBRE LA PAZ Y EL FUTURO DE COLOMBIA
Escuchamos con atención la alocución del Señor Presidente
de la República, el día 7 de octubre, a propósito de
su anuncio de prórroga de la vigencia de la zona desmilitarizada
y los condicionamientos anunciados por el Presidente para el funcionamiento
de la misma.
Nos permitimos compartir
con los colombianos algunos razonamientos sobre los temas de la alocución
presidencial.
1. Coincidimos con
el Señor Presidente cuando afirma "estamos definiendo el futuro
de Colombia y la decisión está entre la guerra y la paz".
Colombia continúa
hundiéndose en la más profunda crisis de su historia. Crisis
económica, política y social provocada por la oligarquía
colombiana. Ante esta situación se escuchan dos propuestas de salidas
distintas. La de quienes trabajamos por alcanzar la paz con justicia social
para todos los colombianos y la de aquellos que se pronuncian por las
salidas de fuerza, por la guerra, por la tierra arrasada, haciendo eco
a los intereses geoestratégicos de otras naciones.
Pretender que en
corto tiempo se pueda cumplir con "
la responsabilidad histórica
ante el pueblo de Colombia que en medio de las dificultades y sacrificios,
mantiene la fe y la esperanza de vivir en un país en paz con justicia
social, que supere las grandes diferencias económicas, políticas
y sociales que mantienen enfrentados a los colombianos", tal como
lo firmamos en el reciente acuerdo de San Francisco de la Sombra, no corresponde
a la realidad.
Hoy, junto a la inmensa
mayoría de los colombianos, nos preguntamos ¿cuánto
tiempo se requiere para llegar a acuerdos sobre los siguientes temas?
1. La Agenda Común,
el Cese de Fuegos y Hostilidades y las recomendaciones de la Comisión
de Personalidades.
2. Acabar con el
paramilitarismo de Estado y sancionar a los responsables. Es prácticamente
imposible avanzar en los temas de La Mesa mientras continúen las
matanzas y los asesinatos selectivos de dirigentes populares. Este año
ya van más de cien sindicalistas asesinados y, en lo que va corrido
del presente mes de octubre, las masacres a lo largo y ancho del país
han cobrado la vida de más de 150 colombianos. Frente a esta orgía
de sangre el gobierno y el establecimiento guardan sospechoso silencio.
3. Terminar con:
la criminalización de la protesta social, el exterminio físico
de los dirigentes populares, las matanzas, torturas, desapariciones, ejecuciones
extrajudiciales, detenciones arbitrarias, desplazamientos, bloqueos y
salvoconductos.
4. Modificar la política
neoliberal que provoca: despidos de los trabajadores, la pérdida
de garantías del derecho al trabajo, restricción a las libertades
de sindicalización, movilización y huelga, el cierre de
escuelas, colegios y universidades públicas, hospitales, desalojo
de los campesinos y destechados, incremento de la explotación de
trabajo infantil, privatización de empresas del Estado, aumento
de impuestos, persecución contra los trabajadores informales, ruina
del campo, quiebra de la pequeña y mediana industria nacional,
concentración de la riqueza y monopolización de los sectores
financieros, industrial, comercial, agropecuario y minero, desempleo desbordado
e inequidad social.
5. Acordar una reforma
agraria integral que solucione el problema a millones de campesinos sin
tierra o que la poseen en muy poca cantidad, sin títulos de propiedad,
sin acceso al crédito y sin mercado para sus productos.
6. Suspender la extradición
de nacionales y restablecer la dignidad y soberanía del Estado
colombiano.
7. Castigar a los
funcionarios corruptos responsables del robo y despilfarro de billones
de pesos de las finanzas públicas, mientras el pueblo padece la
insatisfacción de sus necesidades básicas.
8. Detener la aplicación
del Plan Colombia que lo único que está dejando son miles
de hectáreas de cultivos de pan coger arrasadas, centenares de
animales domésticos muertos, fuentes de agua contaminadas, daños
inmensos al ecosistema y la biodiversidad, ruina económica de las
regiones y desplazamiento de los campesinos.
9. Cesar las hostilidades
de los grandes medios de comunicación contra las FARC-EP, contra
el pueblo colombiano y sus organizaciones sociales y políticas
cuando reclaman sus justos derechos.
Muy poco tiempo para
tanta tarea. Al gran objetivo de la paz con justicia social no se le pueden
fijar plazos perentorios. Requiere sí de una decidida voluntad
de cambios en las estructuras del Estado, su régimen político
y su base económica.
Y por el contrario,
lo que hay en curso es una campaña que conspira contra el proceso
de paz desde los sectores más reaccionarios y militaristas que
pretenden enterrar los diálogos bajo los escombros de las Torres
Gemelas. Amarrar el futuro de Colombia a los propósitos de las
políticas imperiales constituye un acto de lesa patria que desconoce
las causas históricas, socioeconómicas y políticas
del conflicto colombiano.
Sin embargo, se conocen
los pronunciamientos de los candidatos presidenciales Uribe Vélez,
Noemí y Serpa; de los directivos de los partidos tradicionales
Gómez Hurtado y Luis Guillermo Vélez; de dirigentes gremiales
como Sabas Pretelt y Visbal Martelo; jerarcas de la iglesia católica
en cabeza de Monseñor Rubiano; de altos mandos militares como el
General Mora; el congresista Vargas Lleras; los medios El Tiempo, RCN
y Caracol; y los columnistas Plinio Apuleyo y Lemos Simmons, entre otros,
a los que se suman las voces de los ex presidentes López, Turbay,
Gaviria y Samper, que exigen a las FARC-EP concesiones unilaterales, mientras
guardan silencio sobre las causas y soluciones de los grandes problemas
arriba mencionados y que ellos mismos han generado.
Antes que exigir
acuerdos precipitados a La Mesa, estos señores deben responder
si en corto tiempo están en condiciones de acabar con las causas
que han generado el actual conflicto.
Pretender avanzar
por el camino de las imposiciones, el cambio unilateral de los Acuerdos
logrados, evadir la discusión de los temas de La Agenda, y las
amenazas veladas, es llevar al proceso a un callejón sin salida.
Los controles a la zona desmilitarizada anunciados en la alocución
presidencial enrarecen el ambiente y hacen muy vulnerable la seguridad
del área desmilitarizada. En cambio, no se ejerce la autoridad
para someter a quienes violan los Acuerdos mediante incursiones militares
a la zona desmilitarizada, sobrevuelos de aeronaves militares, retenes
y bloqueo económico, a nombre del paramilitarismo, a los Municipios
de Vista Hermosa, Mesetas y Uribe, en el Meta.
Así mismo
es necesario que el Gobierno Nacional dé a conocer a los colombianos
las garantías que el Estado va a otorgar para proteger la vida
de los dos miembros de la Comisión de Personalidades que fueron
amenazados por los paramilitares, motivo por el que se vieron obligados
a abandonar temporalmente el país.
Por todo lo anterior,
se hace necesario conocer las opiniones del Gobierno sobre los temas expuestos
para que el proceso de paz pueda avanzar sin sobresaltos.
Raúl Reyes
Joaquín Gómez
Simón Trinidad
Andrés París
Carlos Antonio Lozada
Montañas de
Colombia, octubre 15 de 2001
As of October 24,
2001, this document was also available online at http://www.farc-ep.org/dialogos/memorandum.html