Discurso
de Barry R. McCaffrey, Director de la Oficina de Política Nacional
para el Control de Drogas, 20 de noviembre de 2000
Consecuencias
regionales del Plan Colombia
Palabras de Barry
R. McCaffrey
Director de la Oficina de Política Nacional para el Control de
Drogas
ante la Academia Diplomática de Colombia
20 de noviembre de 2000
Buenos días,
señoras y señores. Es un placer estar aquí. Agradezco
la oportunidad de compartir con ustedes las ideas de Estados Unidos sobre
el Plan Colombia y nuestro apoyo para la democracia y los esfuerzos antinarcóticos
de Colombia. Seguimos creyendo que la producción, el tráfico
y el abuso de drogas son problemas que afectan a todas las naciones del
Hemisferio y en el mundo. Por tal razón debemos colaborar para
que nuestras sociedades sean seguras y nuestros países fuertes.
En las últimas
dos décadas Latinoamérica ha logrado superar una gran variedad
de difíciles desafíos, desde disturbios políticos
y recesiones económicas hasta desplazamientos y desastres naturales.
Durante este mismo período, se solucionaron conflictos internos
de larga data, se iniciaron trasformaciones económicas, y la democracia
se extendió a 34 de los 35 países de la región. Aunque
estos logros han creado un marco para continuos avances en los próximos
años, todavía quedan varios obstáculos potenciales
en América Latina. Persisten desigualdades severas en la distribución
de ingresos y, la pobreza es el estilo de vida de más o menos una
tercera parte de la población. La corrupción bloquea el
progreso socioeconómico y debilita la confianza del pueblo en sus
autoridades e instituciones gubernamentales. La violencia y el crimen
le exigen muchísimo a la sociedad, tanto en costos humanos como
en requisitos para la asignación de recursos gubernamentales. Estos
problemas persistentes desafían de manera crítica a las
democracias nuevas y antiguas de América Latina.
Aunque una variedad
de condiciones se han conjurado para ahondar estos problemas, tal vez
ninguno ha sido más dañino que la amenaza del creciente
narcotráfico. La reducción de las barreras políticas
y comerciales así como la globalización del comercio internacional,
las finanzas y las tecnologías de la información han producido
vulnerabilidad en toda la región para convertirse en área
de tránsito o mercado de drogas ilícitas. Esta mayor vulnerabilidad
al narcotráfico también aumenta el riesgo de que la corrupción,
la mayor criminalidad y la extensión de problemas sociales y de
salud presionen y debiliten las bases democráticas. A medida que
del Gobierno de Colombia trata de solucionar la amenaza a su seguridad
nacional y bienestar, tiene la ayuda de Estados Unidos, de varios países
europeos y de Japón, así como el apoyo de sus vecinos regionales.
Al mismo tiempo los vecinos de Colombia están preocupados por la
probabilidad del aumento de la violencia, del flujo de refugiados y de
la producción de narcóticos, como resultado de las acciones
colombianas contra los narcotraficantes y los grupos alzados en armas
asociados al narcotráfico. El Presidente Clinton ha dicho que Estados
Unidos está listo para ayudar a los vecinos de Colombia a medida
que afronten la amenaza regional del narcotráfico y de los grupos
armados.
La Estrategia Nacional
de Seguridad de Estados Unidos reconoce la seriedad de las amenazas trasnacionales
como las creadas por el narcotráfico y el crimen internacional
para nuestro país. También identifica la amenaza del desgobierno
y destrucción ambiental como desafíos crecientes para los
intereses de Estados Unidos. El narcotráfico aumenta el riesgo
de desgobierno y graves problemas ambientales en un país. El narcotráfico
debilita las instituciones democráticas de un país, distorsiona
su economía, aumenta la corrupción y fomenta la falta de
respeto por los derechos humanos. Es del interés de Estados Unidos
asegurar que estos espantosos efectos no aparezcan en los países
vecinos de Colombia a medida que se pone en marcha el Plan Colombia. Se
necesita un compromiso a largo plazo por toda la región para fortalecer
las instituciones democráticas, estimular el desarrollo económico,
promover imperio de la ley y eliminar la producción y el tráfico
de drogas ilícitas.
La asistencia de EE.UU. para Colombia y la región
El papel de Estados
Unidos en Colombia es limitado pero importante. En febrero de 2000 el
Presidente Clinton presentó al Congreso un paquete urgente de financiación
por dos años para asistir a Colombia en su lucha contra el tráfico
de drogas, evitando la llegada de éstas a las calles estadounidenses,
y para ayudar a Colombia en la promoción de la paz, la prosperidad
y el crecimiento continuo de la democracia. El 13 de julio de 2000 el
Presidente Clinton promulgó la legislación aprobando el
paquete de asistencia. Es uno de los mayores esfuerzos que Estados Unidos
haya emprendido para ayudar a un aliado latinoamericano en una emergencia
nacional. Y estamos seguros que ésta es una grave emergencia nacional
para Colombia, como lo comprueban las muertes de 22.957 ciudadanos colombianos
en 1999, a causa narcotráfico.
El plan para eleminar
el narcotráfico en Colombia tiene un alto potencial de éxito
en su primera fasse porque la producción de drogas está
concentrada en el sur del país y es vulnerable a la erradicación.
A largo plazo, el Plan Colombia tendrá éxito porque funciona
a nivel de aldea y de cooperativa agrícola para introducir programas
que apoyen la evolución de la economía hacia cultivos alternativos.
Estos programas incluyen el desarrollo de la infraestructura para el mercadeo
de cultivos lícitos y la asistencia técnica para las organizaciones
campesinas que sean contratadas para llevar a cabo programas de verificación
de la erradicación voluntaria de cultivos de coca. Este enfoque
tuvo éxito en Perú y Bolivia cuando esos países pudieron
proporcionar la seguridad básica para los programas civiles y hubo
una amenaza de erradicación sin compensación para las organizaciones
que no cumplieran sus promesas de eliminar los cultivos ilícitos.
La seguridad es uno
de los mayores desafíos para Colombia, especialmente por las ganancias
de los grupos armados que controlan las áreas de producción
de drogas. Esa es la razón por la cual la asistencia estadounidense
tiene un fuerte componente militar. La lucha actual entre la guerrilla
y las AUC en el sur ha paralizado las operaciones antinarcóticos
en la región, incluyendo los urgentes programas de desarrollo económico
alternativo. La asistencia al Gobierno colombiano con entrenamiento y
equipo para lograr el control de las regiones de producción de
drogas le ayudará a proteger y servir a sus ciudadanos mientras
se reduce la producción de drogas ilegales.
Un proceso de paz
exitoso será la mejor esperanza de Colombia para lograr la paz
y detener la violencia que ya lleva 40 años. Creemos firmemente
que nuestro paquete de asistencia apoya tal proceso y hace posible una
paz justa en Colombia. El final de la inestabilidad en Colombia sería
de gran beneficio para los países vecinos, los cuales sufren en
diferentes formas por la inestabilidad y violencia en sus fronteras.
Consecuencias regionales
Los efectos de una
unificación defacto de los narcotraficantes y los grupos armados
que controlan amplios territorios para cultivos y producción ilícitos,
van mucho más allá de las fronteras de Colombia. El dinero
sucio que alimenta el conflicto interno en Colombia está causando
inestabilidad en toda la región andina. Por ejemplo, la violencia
asociada con este conflicto ha contribuido al desplazamiento de colombianos
a países vecinos como Venezuela, Ecuador y Panamá. En Estados
Unidos cad año las drogas ilícitas cuestan 52.000 vidas
y US$110 millones en accidentes, pérdida de productividad y daños
a propiedades. Aproximadamente el 90% de la cocaína que llega a
Estados Unidos se origina en Colombia o lo atraviesa y dos terceras partes
de la heroína que se confisca en Estados Unidos también
llega de Colombia. Ayudándole a Colombia a responder a esta situación
de emergencia, Estados Unidos ayuda a su propia causa nacional; extendiéndole
el apoyo a la región afectada, tratamos de mejorar nuestras propias
oportunidades de éxito y seguridad.
El enfoque primario
de este esfuerzo adicional del paquete de asistencia es proporcionar apoyo
al renovado esfuerzo antinarcóticos de Colombia. La política
de nuestro Gobierno es no apoyar esfuerzos contrainsurgentes y no apoyaremos
los de Colombia. Sin embargo, Estados Unidos sí proporcionará
apoyo al Gobierno de Colombia para protección de sus fuerzas armadas
y seguridad directamente relacionada con los esfuerzos antinarcóticos,
sin importar cuál sea la fuente de la amenaza.
En conjunto, el apoyo
estadounidense al Plan Colombia refleja preocupaciones colombianas y regionales;
se basa en iniciativas relacionadas con:
proporcionar asistencia antinarcóticos para ayudar a la policía
y las fuerzas armadas de Colombia a combatir la producción y el
tráfico de drogas en las extensas regiones de cultivo de coca en
el sur del país;
suplementar grandes
aumentos en programas colombianos de desarrollo económico alternativo;
fortalecer la gobernabilidad
y desarrollar mejores programas para aumentar el imperio de la ley y reforzar
el respeto por los derechos humanos;
respaldar la recuperación
económica de Colombia;
promover el progreso
del proceso de paz colombiano;
aumentar la capacidad
regional para interceptar las drogas ilícitas y los precursores
químicos;
apoyar los esfuerzos
exitosos en programas de desarrollo alternativo en Perú y Bolivia,
e iniciar programas en Ecuador.
Apoyo regional complementario
Estados Unidos reconoce
que el esfuerzo masivo para restaurar el imperio de la ley en Colombia
tendrá consecuencias en toda la región. Inclusive, el lenguaje
de la ley que aprueba el paquete de asistencia destaca esta necesidad
cuando dice este esfuerzo requiere un mayor énfasis regional
para que los problemas asociados con el cultivo, procesamiento y tráfico
de narcóticos no se trasladen a otro lugar de la región.
El paquete de asistencia, aunque enfocado en Colombia, contiene US$180
millones de apoyo a esfuerzos antinarcóticos en otros países
de la región y para combatir cualquier intento de los narcotraficantes
para trasladar sus empresas.
Estados Unidos y
sus aliados en la región tienen una oportunidad única para
lograr un impacto a largo plazo en el cultivo y tráfico de drogas
en América Latina ahora que la mayoría del cultivo y la
producción de coca están concentrados en un solo país.
Sin embargo, para lograr ese objetivo nuestros planes colectivos deben
reflejar la mejor lección aprendida después de tantos años
de esfuerzos antinarcóticos: los narcotraficantes tratarán
de adaptarse a los cambios ambientales como los proyectados en el Plan
Colombia. Si el precio de la coca continúa subiendo, Perú
y Bolivia podrían recaer hacia mayores cultivos de coca en regiones
que han sido erradicadas recientemente; a medida que se desbarata la infraestructura
del procesamiento en Colombia, podrían aparecer sus centros de
operaciones similares en Brasil, Ecuador, Panamá y Venezuela. Por
eso es imperativo que Estados Unidos y sus aliados preparen políticas
y programas para abordar las amenazas relacionadas que puedan aparecer
o expandirse por la región.
Los productores de
drogas ilícitas aparentemente ya están trasladando sus centros
de operaciones en Colombia. Las FARC y las AUC están luchando entre
sí por las plantaciones de coca en el departamento de Putumayo.
Esta interacción está desplazando a individuos de esa región
hacia otras de Colombia y causando refugiados que buscan seguridad temporal
en Ecuador. Los productores de drogas ilícitas también se
están trasladando tanto hacia el norte como hacie el oriente dentro
de Colombia y tal vez estén planeando trasladarse a Venezuela y
Brasil, aunque lo más fácil sería volver a Perú
y Bolivia.
En Perú los
traficantes han cambiado sus rutas y métodos para reducir la efectividad
de la ejecución de la ley y de las operaciones de interceptación.
Los precios de la coca peruana han estado subiendo desde marzo de 1998,
haciendo más difíciles el desarrollo alternativo y la erradicación.
Los agricultores están volviendo a sus campos abandonados y las
áreas centrales de cultivo se están remozando. Es claro
que los cultivos renacientes en Perú podrían convertirse
en un revés para los esfuerzos antinarcóticos regionales.
Además, la inestabilidad política actual podría obstaculizar
la erradicación que se está llevando a cabo en el Valle
Alto del Huallaga así como la expansión del desarrollo de
los cultivos alternativos.
En Bolivia, la Administración
Banzer continúa logrando reducciones dramáticas de los cultivos
ilícitos de coca, pero hay razón de preocupación
a largo plazo. La infraestructura de la industria de la cocaina está
intacta en su mayoría y los precios están subiendo. Trágicamente,
los agricultores desesperados han instigado muchos actos de violencia
(algunos el mes pasado) que han causado la muerte de varios ciudadanos
bolivianos. Además, la demanda de asistencia para desarrollo alternativo
en Bolivia actualmente sobrepasa la cantidad disponible. El progreso continúa
dependiendo de la voluntad de la Administración Banzer para arriesgarse
bastante políticamente a medida que trata de reducir los cultivos
de coca y aumentar las alternativas de ingresos lícitos. Será
necesario un mayor apoyo para abordar el tema del desarrollo alternativo
y facilitar las reformas institucionales y del sector justicia para asegurar
que lo ganado no se pierda.
Además de
su importancia creciente como sitio de trasbordo para la industria de
la coca, el terreno y la cercanía de Ecuador lo podrían
convertir en un sitio ideal para que los narcotraficantes del sur de Colombia
trasladaran su industria. Anteriormente Ecuador ha logrado frenar a los
cultivadores de coca que tratan de establecerse ahí, por medio
de una presencia gubernamental en la región. La voluntad de Ecuador
para continuar esa fuerza de disuasión es incuestionable. Sin embargo,
el desafío es mayor porque sucede en momentos en que Ecuador está
bajo la presión de una variedad de fuerzas. Estados Unidos y sus
aliados necesitan encontrar los medios para aumentar el apoyo para crear
un impacto positivo significativo en las áreas de reformas institucionales
y del sector justicia, en las capacidades de interdicción, desarrollo
alternativo y programas ambientales en Ecuador.
Panamá está
a prueba por las violentas incursiones de guerrilleros y paramilitares
colombianos a las regiones del Darién y San Blas, donde la policía
panameña tiene fuerzas inadecuadamente entrenadas y equipadas que
no son dignos rivales para los insurgentes. El esfuerzo total antinarcóticos
en Panamá se complica todavía más con el expansivo
lavado de dinero en sus centros financieros de ultramar y la incapacidad
de sus instituciones de aplicación de la ley para detectar y enjuiciar
estas violaciones adecuadamente. A medida que el Gobierno de Colombia
aumenta la presión sobre la guerrilla y los paramilitares, es lógico
esperar que estos grupos aumenten la frecuencia de sus incursiones en
terreno panameño.
Venezuela es una
ruta importante de trásito para las drogas ilícitas hacia
Estados Unidos y Europa, con estimados de más de 100 toneladas
métricas de cocaína atravesándolo anualmente. El
contrabando aéreo y marítimo también atraviesa por
Venezuela, debido a un volumen que sobrepasa muchísimo las capacidades
de sus fuerzas de interdicción. Además, algunas operaciones
de procesamiento se han trasladado recientemente desde Colombia, convirtiendo
a Venezuela en país fuente secundaria, con un potencial de crecimiento
adicional a medida que los narcotraficantes colombianos buscan trasladar
su base de producción. Recientes éxitos antinarcóticos
en Venezuela, como el decomiso en agosto de 2000 de 8,8 toneladas métricas
de cocaína por una operación internacional de ejecución
de la ley llamada Operación Orinoco, indican que al nivel operacional
hay oportunidades para lograr un impacto a través de esfuerzos
cooperativos.
Debido a su cercanía
a Colombia, Perú, Bolivia y Venezuela, Brasil se está convirtiendo
en país principal de tránsito de narcóticos hacia
Europa. Hasta ahora la frontera remota y despoblada de Brasil ha sufrido
poco por el desbordamiento del conflicto colombiano. Debido a preocupación
por recientes confrontaciones entre fuerzas de seguridad colombianas y
la guerrilla de las FARC cerca de la frontera, Brasil ha tomado medidas
adicionales para defender su soberanía. Pronto Brasil instalará
una red de vigilancia del tráfico aéreo nacional que podría
ayudar en la lucha contra los narcotraficantes, pero se cree que la mayoría
de las drogas ilícitas que atraviesan por Brasil actualmente van
por rutas terrestres o fluviales. La cuenca del Amazonas es otra área
lógica que los narcotraficantes podrían fijar como objetivo
para el desarrollo de infraestructura, al buscar territorios adicionales
que sean de difícil acceso para las autoridades de ejecución
de la ley.
Estados Unidos también
está comprometido con iniciativas regionales que aumenten la cooperación
entre países y que complementen nuestra capacidad de ofrecer apoyo
directo para los esfuerzos antinarcóticos de nuestros socios. Continuaremos
el desarrollo de estructura de las Bases de Operaciones de Avanzada (FOL),
posibilitando operaciones regionales antinarcóticos más
efectivas tanto en países fuente como en países de tránsito.
También ampliaremos nuestros programas regionales para entrenamiento
en el sector justicia, reducción de la demanda, desarrollo alternativo
y asistencia humanitaria a los refugiados. Esfuerzos no-programáticos
para apoyar el proceso de paz colombiano, para compartir información
sobre el propósito y el impacto del Plan Colombia (especialmente
con organizaciones no-gubernamentales) y para alentar mayor cooperación
regional en temas de seguridad fronteriza y de ejecución de la
ley, también serán factores importantes en el éxito
total de nuestros programas regionales.
La crisis en la región
andina ha precipitado la necesidad de un mayor esfuerzo estadounidense
para proteger los intereses nacionales al tratar de contener el flujo
de drogas ilícitas, apoyar la democracia y los derechos humanos
y fomentar el desarrollo económico libre al apoyar los esfuerzos
antinarcóticos de nuestros aliados regionales. Hay gran voluntad
política en Colombia, Perú y Bolivia para atacar el comercio
ilegal, erradicar la corrupción, terminar con la violencia y establecer
paz y seguridad en el marco de la democracia y el respeto por los derechos
humanos. También hay gran voluntad en los gobiernos de Ecuador,
Panamá, Venezuela y Brasil para contrarrestar el impacto negativo
del comercio de drogas ilícitas en sus propios territorios. Aunque
indudablemente habrá algún impacto en los países
vecinos a medida que el Gobierno de Colombia avanza para restaurar el
imperio de la ley en las regiones de producción de drogas, el impacto
de mayor actividad criminal, conflicto interno e inestabilidad tendría
mayores consecuencias peores para todos nosotros. Nosotros colaboraremos
con todos los países de la región para reducir cualquier
consecuencia negativa que pueda ocurrir como resultado del aumento de
los esfuerzos antinarcóticos en Colombia.
El Presidente Pastrana
está bien encaminado. Con la solidaridad y el apoyo internacional
para su amplia estrategia a largo plazo, los narcotraficantes y los grupos
terroristas pueden ser despojados de sus ingresos, la producción
de drogas ilícitas puede inutilizarse, y los sufridos ciudadanos
de Colombia pueden lograr su derecho básico a ganarse la vida legítimamente
sin que sus vidas peligren. El Plan Colombia funcionará. No será
un proceso rápido ni fácil, pero es un proceso que llevará
a la recuperación económica, la seguridad interna y el respeto
por los derechos humanos, un compromiso más fuerte con la democracia
y el imperio de la ley, y mayor estabilidad en la región. Todos
nos beneficiaremos con el éxito del Plan Colombia.
As of May 17, 2001,
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