Texto
de la carta de Manuel Marulanda, 20 de noviembre de 2001
Señores:
Carlos Armando García
Orjuela, Presidente del Senado, Presidente de la Cámara de Representantes,
Presidente de la Corte Suprema de Justicia, Presidente del Consejo de
Estado, Presidente de la Corte Constitucional, Monseñor Alberto
Giraldo Jaramillo, Presidente de la Conferencia Episcopal colombiana,
Sabas Pretels de la Vega, Presidente del Consejo Gremial Nacional
Por medio de la presente
lo saludo cordialmente y a la vez aprovecho para exponerle los siguientes
planteamientos de interés nacional en aras de salvar el proceso
de Diálogo y Negociación, el cual entró en crisis
por la incomprensión e imposición de los gobernantes que
hasta hora no han logrado entender que somos dos partes sentados en La
Mesa, para buscarle una salida civilizada al conflicto interno.
Los negociadores
de ambas partes después de largos meses de análisis y discusión
sobre la Plataforma política de 10 puntos presentada por las Farc-Ep
al pueblo colombiano y al Gobierno Nacional, para discutir en La Mesa
y lograr ponerse de acuerdo en La Agenda Común, considerada como
un gran logro y éxito de ambas partes en su estrategia política
para adelantar Diálogos y Negociaciones, en busca de una salida
política al conflicto social y armado que afecta el conjunto del
pueblo colombiano en lo institucional, político, económico,
social, cultural, ambiental y soberanía, lo cual nos permite formular
la siguiente pregunta:
Siendo la Agenda
Común el Acuerdo más importante del actual proceso ya que
recoge los temas fundamentales a negociar para lograr así la paz
con justicia social en nuestro país, no entendemos entonces por
qué en reiteradas declaraciones de altos funcionarios del Gobierno
y del Estado se afirma, que no es negociable ninguno de los temas que
a continuación señalamos:
1. Plan Colombia,
de acuerdo a lo expresado por el Presidente y los Negociadores en La Mesa.
2. El plan de desarrollo,
como lo han expresado altos funcionarios del Estado.
3. La erradicación
de cultivos ilícitos por la vía de la aspersión aérea,
a pesar de los Acuerdos firmados entre el presidente Andrés Pastrana
y Manuel Marulanda en Los Pozos, para hacerlo manualmente y con inversión
social.
4. Afirman que las
instituciones del Estado no pueden ser modificadas, no importando la caducidad
de ellas que impide abrirle espacio a la democracia.
5. Los Acuerdos internacionales
contraídos por el Estado en materia económica, política,
judicial, militar y de extradición.
6. El calendario
electoral.
7. El canje de soldados
por guerrilleros porque viola la constitución y las leyes, argumento
esgrimido por el Estado y los partidos.
8. El Gobierno afirma
que la acción contra el paramilitarismo y contra las injusticias
sociales, las hace por convicción y no por exigencia de la insurgencia
guerrillera con la cual ha sostenido Diálogo y Negociación
por 3 años. Sustrayendo estos temas de La Mesa sin que tampoco
se vean resultados en la solución de estos problemas. Esta parte
es muy difícil que un colombiano desprevenido la entienda.
9. Visto lo anterior
pedimos de ustedes una amplia explicación, clara y concreta a través
de un gran encuentro nacional el 15 de enero en Los Pozos para que digan
que es lo negociable con el Estado. Y por qué solo la insurgencia
tiene que hacer gestos de paz y el Estado no. Ustedes deben comprender
que nos alzamos en armas por falta de garantías y porque nos cerraron
las puertas al proselitismo político para elegir y ser elegidos
por la vía legal.
Por ello, las últimas
declaraciones de Ministros, mandos militares y otras personalidades sindicándonos
no de ser revolucionarios sino terroristas y narcotraficantes, no corresponden
a la realidad. Porque fue el Estado en l964 quien acudió a la violencia
oficial contra 48 hombres en Marquetalia (Tolima), utilizando todos los
instrumentos del Estado a su servicio: l6 mil hombres del ejército,
la aviación, helicópteros artillados, dinero trasladado
de otros ministerios para sostener el operativo militar, más 300
millones de pesos aportados por los Estados Unidos, para el pago de agentes,
delatores e infiltrados, bloqueo económico, la confiscación
de bienes e inmuebles y su entrega a nuevos propietarios en forma oficial,
todo con el fin de aniquilarnos.
Hoy nuevamente el
Estado repite su estrategia de golpearnos con leyes represivas, entrena
y crea nuevas Brigadas de contraguerrilla, compra sofisticado armamento
de guerra, aviones y helicópteros, lanza operativos militares,
bombardean vastas zonas pobladas en forma indiscriminada, establece cordones
de bloqueo económico al campesinado, confiscan bienes y dinero,
queman casas, controlan la movilización de habitantes, e impide
y reprime paros cívicos sindicando a su líderes de terroristas.
Visto lo anterior
el Estado no puede seguir exigiéndole a la insurgencia, en forma
unilateral, buena conducta contra quienes financian la guerra, el paramilitarismo
de Estado, respeto a la infraestructura económica, que produce
dinero para financiar las actividades belicistas en detrimento de las
libertades democráticas y ciudadanas. Mientras en La Mesa no se
resuelva lo que no quiere negociar el Estado con la insurgencia, la situación
política, económica y social siempre será compleja
y difícil de resolver hasta tanto se mantenga la concepción
del más fuerte, como lo señalado aquí en este documento
y en otros.
No siendo otro el
motivo de la presente me suscribo de ustedes.
Atentamente,
Manuel Marulanda
Vélez
Montañas de
Colombia, noviembre 20 de 2001
As of November 28,
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