Qué
está pasando en Washington, julio de 2005
Qué
está pasando en Washington
Como
respuesta a las numerosas solicitudes de la sociedad civil colombiana
en recibir información sobre las iniciativas legislativas en
los Estados Unidos, el Centro para las Políticas Internacionales
(CIP) ha decidido crear este boletín.
Julio
de 2005
El
debate continúa con respecto a la distribución del dinero que
recibirá Colombia de los Estados Unidos en el 2006. A finales
del mes de junio, la Cámara, fuertemente influenciada por la
mayoría republicana, aprobó un proyecto de ley que concede lo
que pidió la administración Bush en su totalidad. El Senado,
por su lado, gracias a las gestiones del senador demócrata Patrick
Leahy del estado de Vermont, aprobó las mismas cantidades pero
logró cambiar las proporciones entre ayuda militar y económica,
e incluyó una condicionalidad que logra condicionar la ayuda
con respeto a violaciones de derechos humanos y la controvertida
ley de justicia y paz.
En
febrero del presente año, el Presidente Bush solicitó como parte
del presupuesto de ayuda al exterior para el 2006, una suma de
$734.5 millones de dólares para la Iniciativa Antinarcóticos
Andina (ACI por sus siglas en inglés). Como su nombre lo indica,
este es un programa de ayuda para la región Andina (Colombia
y seis de sus países vecinos), no obstante la gran mayoría del
dinero esta dirigida a Colombia. De estos $734.5 millones, el
gobierno de Bush destinaría $484 millones para los programas
antinarcóticos en Colombia (monto parecido a años pasados).
De allí, $331.8 millones serían destinados para asistencia militar
(al menos $200 millones solo para el mantenimiento de aeronaves,
más dinero para las fumigaciones y otros programas), y los restantes
$152.2 para programas de desarrollo y ayuda humanitaria.
Por
medio de otros programas en el proyecto de ley de ayuda al exterior
vendrían otros $95.6 millones en ayuda militar y policiva. Además,
$150-200 millones adicionales en ayuda militar y policiva irían
a Colombia por medio del proyecto de ley del presupuesto de
defensa. Al final de cuentas, la cifra
podría alcanzar un total de más de $700 millones de ayuda para
el 2006, todo para las fuerzas de seguridad colombianas con
excepción de los $152.2 millones en ayuda económica (aproximadamente
20 por ciento).
Con
base a esta solicitud, el Senado y la Cámara de Representantes
han debatido desde junio. Se espera que el presupuesto final
sea aprobado por la legislativa antes del fin de septiembre.
Poca
oposición en la cámara baja
El
14 de junio, el sub-comité de Apropiaciones para Operaciones
en el Exterior de la Cámara se reunió para discutir y redactar
la terminología del proyecto de ley (H.R.
3057). El borrador, redactado por la mayoría republicana,
aprueba las cifras originalmente propuestas por la administración
y prácticamente aprueba el paquete completo sin deparar en asuntos
de inversión económica o social.
El
borrador reitera que sin la certificación de derechos humanos
provista por el Departamento de Estado, 25% de los fondos serán
congelados. Dicha certificación debe ser aprobada dos veces
al año, después de que el ejército Colombiano demuestre progreso
en su record bastante oscuro de violaciones a los derechos
humanos. De igual manera, el reembolso de dinero se ejecutaría
en dos etapas, descongelando 12.5% del dinero, es decir, $35-40
millones de ayuda militar (no policiva) cada vez.
Las
condiciones para obtener la certificación incluyen (1) que el
comandante general de las fuerzas armadas Colombianas suspenda
a los militares, independientemente de su cargo, que hayan estado
involucrados o a quienes se les aleguen violaciones de derechos
humanos, ejecuciones extrajudiciales y/o complicidad con los
paramilitares. (2) Que el gobierno colombiano no solo inicie
procesos judiciales, sino que también se asegure que las personas
acusadas de dichas infracciones reciban una sentencia proporcional
a sus crímenes y (3) que capture comandantes paramilitares con
el objetivo de destruir su liderazgo y redes financieras. (4)
Que las fuerzas armadas cooperen con la fiscalía y otras autoridades
en investigaciones, proveyendo información, documentos y acceso
a testigos, y finalmente, (5) que demuestre que está rompiendo
cualquier lazo que existe con los paramilitares.
El
21 de junio el comité completo de Apropiaciones se reunió para
debatir la redacción del mismo proyecto de ley, el cual se aprobó
sin mayores cambios. Sin embargo, el congresista Sam Farr (Demócrata
de California) introdujo una enmienda con el objetivo de establecer
niveles mas altos de ayuda económica para Colombia ($20 millones
por encima del presupuesto de la ACI 2005), con una reducción
paralela en asistencia militar. Desafortunadamente, la oposición
férrea del liderazgo republicano del comité tuvo más peso, obligando
a Farr a retirar su enmienda antes de ser sometida a votación.
Una
semana más tarde, durante la reunión plenaria de la Cámara el
28 de junio, otra enmienda fue presentada por tres congresistas
demócratas: Jim McGovern de Massachussets, Betty McCollum de
Minessotta, y Dennis Moore de Kansas, la cual proponía recortar
$100 millones de dólares de la ayuda militar a Colombia. La
enmienda tuvo acogida entre los demócratas que han apoyado esta
clase de cambios en el pasado y también por parte de unos pocos
republicanos que apoyan cualquier iniciativa que reduzca la
asistencia financiera al extranjero. Aún así, la enmienda fue
rechazada con 189 votos
a favor y 234 en contra, con casi todos los Demócratas votando
a favor y casi todos los Republicanos en contra.
Como
era de esperarse, los republicanos se apoyaron en repetidas
ocasiones de las mismas cifras y como Tom Davis (Republicano
de Virgina) argumentaron: “como podemos recrotar el financimiento
cuando estamos viendo resultados tremendos en la erradicación
de cultivos ilegales? Los cultivos de coca en Colombia se han
reducido en un 33 por ciento desde el 2002, y los de opio en
un 52 por ciento solo en el 2004.” Mientras tanto, los demócratas,
poco persuadidos, se preguntaban sobre las fallas de las mismas
cifras, indicando que los cultivos de coca en Colombia sólo
se redujeron en un 7 por ciento desde 1999, el año antes del
Plan Colombia, y que no había ninguna reducción en el 2004.
Jan Schakowsky de Illinois aseguró, ”Si queremos un plan efectivo
a largo plazo, tiene que ser uno nuevo. No es suficiente enviar
reportes anuales a nuestros votantes con detalles sobre las
cantidades de dinero que invertimos en la lucha contra las
drogas. No es un éxito decir que logramos reducir coca en un
país, mientras se cultiva aún más en los otros. Necesitamos
mostrar resultados, y este programa no tiene ninguno.”
Las
cosas van mejor en el Senado
Mientras
tanto en el Senado, los resultados fueron más prometedores,
aunque no dejan de ser más que especulaciones hasta el momento.
Como en años anteriores, los senadores lograron un documento
con más precauciones que el de la cámara.
En
primera instancia, aunque la suma solicitada por la administración
para la ACI fue aceptada en su totalidad, dichos fondos se destinan
de forma distinta. Primero que todo, requiere que la suma designada
a la ayuda militar a Colombia por medio de la cuenta ACI no
supere los $278,450,000, lo cual reduciría
la petición de la administración en $53 millones. De igual manera
hace un incremento para programas de ayuda económica, estableciendo
un mínimo de $149,757,000 para los programas de desarrollo alternativo
y fotalecimiento de instituciones que administran la agencia
gubernamental Norteamerican de desarrollo USAID. Agregando otros
programas de ayuda económica, si la propuesta del Senado es
aprobada, la ayuda no-militar a Colombia podría alcanzar la
cifra de $177.15 millones, $25 millones por encima de lo solicitado
por el presidente Bush (y tal vez 25 por ciento, y no 20, del
paquete total para Colombia).
Segundo,
con respecto a la desmovilización de los paramilitares, el Senado
empieza a ponerle presión a Uribe, evidenciando fuertes dudas
sobre el proyecto de Justicia y Paz. A finales de junio el Comité
de Apropiaciones del Senado, en su borrador de la ley de ayuda
para 2006, incluyó varios delineamintos legales obligatorios
que el proceso de desmovilización de los paramilitares debe
satisfacer para lograr la ayuda financiera de los Estados Unidos.
Esta
condicionalidad llama a que el estado colombiano no adopte ninguna
ley que sea inconsistente con el tratado de extradición entre
los Estados Unidos y Colombia, y que se continúe extraditando
personas convictas en los Estados Unidos como los son muchos
de los ex-miembros de “organizaciones terroristas” (en este
caso las AUC). También requiere que el marco legal para la desmovilización
y reintegración de miembros de estos grupos cuente con un sistema
de investigación, prosecución y castigo proporcional a los crímenes
cometidos que violen la ley internacional, como lo es el tráfico
de drogas. Entre otras cosas, también requiere que toda provisión
para la reducción de sentencias esté ligada a la confesión de
información relacionada con la estructura, financiación y propiedades
del grupo, así como a la garantía de que los líderes desmonten
sus actividades y los grupos bajo su mando. En caso de que se
descubran combatientes en desmovilización mintiendo a las autoridades
con respecto a sus crímenes o que regresen a participar en actividades
semejantes, el estado debe negarles el derecho a recibir una
sentencia reducida, si espera recibir dinero estadounidense.
El
documento también pide que un grupo compuesto por representantes
de las agencias de la DEA, el departamento de Justicia, y los
Departamentos de Estado y de Defensa consulte con representantes
de la ONU, de la sociedad civil y de ONGs que hayan realizado
estudios y reportes independientes sobre el cese al fuego por
parte de los paramilitares. Se espera que el Comité de Apropiaciones
reciba un reporte confirmando que las AUC no han violado el
cese al fuego y que han cesado actividades ilegales como el
narcotráfico, la extorsión, la violación de los derechos humanos,
etc.; y que además la estructura del grupo terrorista se está
desmantelando, así previniendo la posibilidad de reconfiguración.
Por
parte del estado colombiano se espera que lleve a cabo investigaciones
efectivas y que castigue a comandantes paramilitares por sus
crímenes, extraditándolos a los Estados Unidos cuando sea apropiado.
Se esperan procedimientos legales que logren la confiscación
inmediata de propiedad ilegal que esté bajo el nombre de terceros
y se esté usando para la producción y el transporte de narcóticos
ilegales. Finalmente que el gobierno imponga parámetros estrictos
de cumplimento al cese a fuego y que retire los beneficios de
la desmovilización a quienes no lo respeten.
Certificar
o no certificar...
Mientras
tanto, sigue congelado – hasta el momento – 12.5 por ciento
de la ayuda militar para 2004 y 25 por ciento de la ayuda militar
para el 2005, porque el Departamento de Estado no ha determinado
que existen evidencias de mejoramiento del desempeño en derechos
humanos de las fuerzas armadas colombianas – y por consiguiente
no ha emitido la “certificación” desde septiembre de 2004.
Corren
más y más rumores de que una certificación vendrá pronto. No
obstante, el 1 de julio un grupo de 22 senadores le dirigieron
una carta a la secretaria de Estado Condoleezza Rice pidiéndole
que no emita esta certificación por falta de evidencias de mejoría
en cuestiones de derechos humanos y de la lucha contra la impunidad.
Los
senadores resaltan el poco progreso que han hecho las investigaciones
de miembros de las fuerzas armadas involucrados en crímenes
o su complicidad en actividades paramilitares. “Ni siquiera
los casos de mayor perfil han avanzado como se puede comprobar
con la decisión del Fiscal General de la Nación, en marzo del
2004, de cancelar el caso contra el General Rito Alejo del Río,
acusado de formar grupos paramilitares mientras estaba a cargo
de la Brigada 17”.
La
carta también hace mención
de los informes emitidos por la oficina del Alto Comisionado
de las Naciones Unidas, los cuales reportan un incremento en
muertes extrajudiciales, persecución de líderes civiles y crímenes
sexuales a manos de las fuerzas armadas del estado. En particular,
la carta cuestiona el manejo poco transparente posterior a la
masacre de San José de Apartadó del 21 de febrero en la cual
ocho personas de la Comunidad de Paz, cuatro de ellos niños,
fueron asesinados. La decisión del Vicepresidente Santos de
declarar a las FARC culpable sin previa investigación, al igual
que la pasiva presencia del ejército en la zona mientras estos
hechos atroces ocurrían, dice la carta, ponen en tela de juicio
la responsabilidad y competencia de la justicia colombiana.
Los
senadores reiteran la necesidad de que el ejército colombiano
rompa lazos con grupos paramilitares y afirman que esta cooperación
continúa existiendo abiertamente como lo han reportado grupos
no-gubernamentales locales e internacionales. La carta termina
con la condena de las actividades atroces de la guerrilla, pero
señala que los “socios” de los Estados Unidos (refiriéndose
al gobierno y fuerzas armadas colombianas) deberían cumplir
con parámetros más altos.
Próximos
pasos
Una
decisión sobre la certificación es probable que se de muy pronto
a pesar de las protestas de los senadores. Seguramente, el Departamento
de Estado solo está esperando que unos de los casos de alto
perfil reciban una orden de arresto o sentencia, y eso les bastará
para seguir adelante.
El
Senado se reunirá a debatir el proyecto de ley la semana del
18 de julio, y no se esperan grandes cambios; luego el proyecto
de ley para financiamiento del 2006 se discutirá por representantes
de la Cámara y el Senado en un “Comité Conferencia” que reconciliará
las dos versiones del proyecto. Teniendo en cuenta que la Cámara
no incluyó ningún cambio con respecto a la distribución de dinero
o el condicionamiento de ayuda al proceso paramilitar, es de
esperarse que las condiciones propuestas por el Senado se debiliten,
ya que entre los dos deben llegar a un punto entre los dos extremos.
Mientras
tanto, el gobierno colombiano prepara su plan de “defensa” con
respecto a la ley de justicia y paz ya que necesita imperiosamente
asegurar ayuda financiera por parte de los Estados Unidos. El
Vicepresidente Santos y la Canciller Carolina Barco tienen programada
una visita a Washington la semana del 18 de julio, durante la
cual se reunirán con ONGs, miembros del Congreso y otros grupos
para intentar convencerlos de que la ley no es tan mala como
parece. La ofensiva a favor de la ley empezó el 12 de julio
con una carta que se envió a todo
el Congreso. (CIP,
WOLA y Human Rights Watch ya han respondido a tal carta.)
Por
su lado, el Presidente Uribe visitará a su homólogo George Bush
en el rancho de Crawford, Texas a principios de agosto. El periódico
Los Angeles Times reportó el 28 de junio que “Con la
visita de uno de los más grandes aliados de los Estados Unidos,
Alvaro Uribe, puede que el Presidente Bush presente un nuevo
paquete de financiamiento de varios años en su lucha contra
el narcotráfico.