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14 de Agosto de 2005
Roberto Fonseca L.
COMUNIDAD DE LAS BANDERAS, Managua.— “Aquí
está mi hermano, pregúntenle a él”,
dice Carmen Adrián Úbeda Rivera, y nos volteamos.
De pie, atrás de nosotros, ha permanecido callado José
Maximino, siguiendo con interés la entrevista periodística,
que se ha desarrollado en algunos momentos bajo un ambiente
muy tenso.
Este hombre, de 43 años, de tez clara y ojos gatos,
es un gigantón que mide más de seis pies y medio
de estatura. En Karawala, cabecera municipal de la Desembocadura
del Río Grande, Región Autónoma del Atlántico
Sur (RAAS), “Max” Úbeda es una leyenda.
Allá se dice dos cosas sobre él: la primera,
que camina armado, provisto de un pistolón, y, la segunda,
que es el maderero más poderoso en esa zona del país,
donde según el Mapa de la Pobreza (2001), se ubica
el tercer municipio más pobre de Nicaragua, al registrar
al 43% de sus habitantes en pobreza extrema.
Sin embargo, es el quinto municipio del país con mayor
cobertura boscosa, donde los bosques latifoliados cubren el
90.9% de su extensión territorial. Tras esa riqueza
natural, precisamente, llegó “Max” Úbeda,
superando a sus competidores madereros. Su primera movida
del ajedrez forestal fue “comerse” una pieza vital,
al primer alfil. En este caso, al alcalde de la localidad,
Lesly Carlin Downs, del Frente Sandinista de Liberación
Nacional.
“De los siete madereros que había (extrayendo
madera en Karawala), entrevistamos a cada uno, y logramos
detectar al más fuerte de ellos, al señor Max
Úbeda, para que invirtiera en el municipio, instalara
un aserrío y procesara la madera. Esa empresita, en
el verano, nos genera a nosotros 125 empleos”, reveló
Lesly Carlin Downs.
El aserrío se llama San Roque y está ubicado
a tres kilómetros al norte de Karawala, la cabecera
municipal de la Desembocadura del Río Grande. Según
copia de la Matrícula Municipal de la Alcaldía,
el aserrío tiene capacidad para producir 10,000 pies
diarios (coníferas) y 5,000 pies diarios (latifoliadas).
La autorización se extendió el primero de abril
de 2005 y se vencía el 31 de marzo de 2006.
“Esta empresa (hermanos Úbeda) piensa trabajar
25,000 hectáreas de bosque en un plazo de diez años;
si las comunidades deciden que continúen, entonces,
se les prorrogaría por diez años más”,
señaló Carlyn Downs. Sin embargo, el Consejo
Regional Autónomo del Atlántico Sur, la instancia
máxima de autoridad del Gobierno Regional Autónomo,
puso fin a esas pretensiones en una histórica sesión.
El hecho se registró el 23 de mayo de 2006, en la
Segunda Sesión Ordinaria del nuevo Consejo Regional
Autónomo del Atlántico Sur (CRAAS). Ese día,
el plenario votó unánimemente por la suspensión
y anulación de la presunta concesión forestal,
de 22,000 hectáreas, a “Max” Úbeda
Rivera. Fue un virtual puñetazo al rostro del maderero,
que lo tiene tambaleando. Sin embargo, ese gigantón
no ha caído ni piensa hacerlo.
Amnesia sobre acuerdos
La historia de este caso forestal inicia el 19 de marzo de
2005, con el Acta de una sesión del Consejo de Ancianos
de la Desembocadura del Río Grande. El documento, firmado
por seis personas, entre las que está el alcalde de
la localidad, Lesly Carlin Downs, del FSLN, expresa la autorización
al Sr. Maximino Úbeda Rivera para “la instalación
de un aserrío estacionario en un área de 6 hectáreas,
para procesar madera latifoliada y conífera, con un
plazo de diez años”.
Días después, el 14 de abril de 2005, “Max”
Úbeda Rivera le escribió una carta al profesor
Randell Hebberth, Primer Secretario del Consejo Regional Autónomo
del Atlántico Sur, “para hacerle solicitud formal
de su visto bueno, para la instalación de un aserrío
en la comunidad de Karawala”. Semanas después,
el mismo Primer Secretario del Consejo Regional Autónomo
del Atlántico Sur, firmó la Resolución
de Junta Directiva del CRAAS, 90-28-06-05, la cual, “concede
el permiso de impacto ambiental para que se lleve a cabo la
construcción de la infraestructura para el proyecto
denominado Aserradero San Roque”.
El mismo día, 28 de mayo de 2005, a las 8 de la mañana,
se celebró una Sesión Ordinaria del Concejo
de la Desembocadura del Río Grande. Lo abordado quedó
plasmado en un acta, suscrita por el Secretario del Concejo,
y en la cual se indica que la reunión era para discutir
y aprobar el acuerdo entre líderes comunales y el empresario
Maximino Úbeda, “para la concesión del
permiso de Aprovechamiento Forestal y la instalación
de un aserrío estacionario-móvil en San Roque”.
A continuación se señala que “beneficiaría
de forma directa a 80 cabezas de familia del municipio”,
que trabajarían en el aserrío en mención,
y que beneficiaría indirectamente a los comunitarios,
“con la donación de 10,000 (diez mil) pies tablares
de madera cada dos meses, para ser distribuidos entre las
familias con las viviendas más deterioradas”.
En la actualidad, este “acuerdo” no es reconocido
por los hermanos Úbeda, quienes argumentan que fue
mal redactado o malentendido. “Nosotros no tenemos ningún
acuerdo en ese sentido… por qué le íbamos
a dar madera, ¿acaso somos Santa Claus? Nosotros lo
que hacemos es prestarles el aserrío, se los prestamos
un sábado, para que trabajen su propia madera. Nosotros
les prestamos la maquinaria, ellos aserran la madera y se
la llevan para sus proyectos sociales”, comentó
Carmen Adrián Úbeda, el hermano mayor, durante
la entrevista periodística.
La recta final de la concesión
El 17 de agosto de 2005, ante el abogado Bernard Brown Medina,
en Bluefields, se suscribió la Escritura No. 158, sobre
una concesión forestal de 22,000 hectáreas,
por espacio de diez años renovables, en la zona de
Karawala, Desembocadura del Río Grande. Como testigos,
se ubican los nombres de Rendell Hebbert y Lesly Carlin Downs,
autoridades regionales y municipales, respectivamente. La
decisión, según el escrito jurídico,
obedece supuestamente al mandato de la Asamblea Comunal, celebrada
el 13 de junio del mismo año.
Además, en la escritura se concede a los hermanos
Úbeda, la concesión para la explotación
de varias especies de madera preciosa, entre éstas:
almendro, caoba, cedro macho, santamaría, coyote, granadillo,
níspero, pinos y otras. También acordaron la
tarifa que los hermanos Úbeda pagarían a las
comunidades por las especies en rollo. Por árbol de
madera roja, C$ 500.00 (US$ 29.60 al cambio oficial de esa
fecha), por árbol de madera blanca, C$ 200.00 (US$
11.87 al cambio oficial de esa fecha); y por la especie Pino
Caribea, US$ 4.00 por metro cúbico en rollo.
Después de eso, como dice el refrán popular:
a “Todo vino cuesta abajo y de rodada”. El Consejo
Regional del Atlántico Sur, en sesión ordinaria
del 23 al 25 de noviembre de 2005, aprobó “solicitud
de Permiso Ambiental presentada por Maximino Úbeda”,
consistente en la en construcción de un aserrío
en San Roque, a 3 kilómetros al norte de Karawala.
Al respecto, cabe señalar que la decisión fue
respaldada sólo por 24 votos (de un total de 47 representantes)
y que se llevó a cabo cuatro meses antes de los comicios
regionales, en los que se elegirían a los miembros
del nuevo Consejo Regional. Es decir, se estaba votando un
tema tan delicado, durante el período de transición.
El 28 del mismo mes, la Secretaría de Recursos Naturales
del Consejo Regional, denominada SERENA, se pronunció
favorablemente sobre la construcción de un aserrío
en un área total de 1,000 metros cuadrados. “Se
extiende exclusivamente para la construcción de un
aserrío con un área total de 1,000 metros cuadrados”,
insiste el Dictamen Técnico de SERENA No. 37-2005.
Finalmente, el 22 de diciembre de 2005, dos días antes
de celebrarse la Navidad y pese a que el Gobierno Central
y el Estado estaban de vacaciones, los funcionarios del CRAAS,
Sr. Rayfield Hodgson, Presidente; y Rendell Hebbert, Primer
Secretario, extendieron una Resolución a favor de Maximino
Úbeda, concediendo “Permiso Ambiental al Proyecto
denominado Aserradero San Roque”.
Negocio ultralucrativo
* Iniciaron operaciones años atrás, en la Región
Autónoma del Atlántico Norte, RAAN, entre Mulukukú
y Siuna.
* Entre 2000-2001, según cifras oficiales de la DGA,
se colocaron en cuarto lugar entre los exportadores de madera
aserrada, con un monto total de US$ 25.4 millones valor FOB.
* En 2005 fueron la industria forestal No. 1 en exportaciones,
con US$ 2.2 millones, según cifras de la DGA.
* Pagan a US$ 30 el árbol de madera preciosa (roja)
a las comunidades.
* Venden el metro cúbico de caoba certificada, calidad
FAST-Select, a un precio promedio de US$ 1,500.
* Poseen la certificación FSC, Código SCS-FM/COCO-00039N,
para 3,500 hectáreas de bosques. Fue extendida el primero
de enero de 2002 y vence el primero de enero de 2007.
* Además de Karawala, “Max” Úbeda
tiene aprobado dos permisos de tala de madera (0047 y 0049)
en la comunidad Anglo América II, de la Cruz de Río
Grande, RAAS, por un total de 1,015 metros cúbicos.
* Exportan a los mercados de Costa Rica (madera aserrada
y puertas), República Dominicana, El Salvador, España,
Estados Unidos y México.
* El último embarque de los hermanos Úbeda,
en el primer semestre 2006, a los Estados Unidos, está
registrado el 21 de abril de 2006. Corresponde a ocho contenedores,
con un peso de 79.9 toneladas métricas y un valor de
US$ 59,745.
* Entre sus compradores en el exterior está Medley
Hardwood Inc., empresa establecida en Florida, que ha sido
mencionada por Greenpeace como importadora de caoba ilegal
que salía de Brasil.
Una concesión forestal con vicios y nulidades
* Nuevo Consejo Regional RAAS decidió por unanimidad
anular la concesión a los hermanos Úbeda
La presidenta del Consejo Regional Autónomo del Atlántico
Sur, Sra. María Lourdes Aguilar, se diferencia muchísimo
de su antecesor, el Sr. Rayfield Hodgson. Ella muestra aplomo,
hidalguía y fortaleza. Para esta mujer, líder
en la RAAS, la anulación de la supuesta concesión
a los Úbeda era el único camino que quedaba.
“Se encontraron anormalidades, se encontró que
(el proceso) estaba viciado, que no reunía los requisitos
ambientales para una concesión de esa magnitud de madera
preciosa en la región”, afirmó en una
entrevista, celebrada en un hotel capitalino.
La Presidenta del CRAAS insiste en que hubo engaño
por parte de los actores involucrados, las autoridades regionales
anteriores y los madereros. “La resolución 11822-2005,
que se aprueba por votos únicamente de una Junta Directiva,
no es una resolución de concesión de explotación
de madera, es una resolución donde se aprueba un permiso
ambiental de instalar un aserrío, precisamente, el
aserrío San Roque… El Sr. Max Úbeda se
basa y se aprovecha de esa resolución para instalar
un aserrío, y presentarlo ante la comunidad como que
era un permiso para concesión de madera”, afirmó.
“Él es muy hábil, engañó
a la comunidad, se instaló el aserrío, pero
a la par, él empezó a explotar madera irracionalmente
sin un permiso. La ley manda que toda concesión tiene
que ser aprobada por el pleno del Consejo Regional, no por
una Junta Directiva, entonces también hubo problemas
en el interior del Consejo Regional, porque fue una decisión
sólo de siete personas, no de 47, que es el pleno del
Consejo Regional”.
Aguilar reconoce que hay versiones aún no comprobadas
de que “hubo negociaciones debajo de la mesa”
(pagos) con las autoridades regionales que concluyeron su
mandato el pasado 4 de mayo, sin embargo, dijo que hay una
investigación en marcha.
Comunidades rechazan concesión
En el local del aserrío Las Banderas, a 47 kilómetros
de la capital, “Max” Úbeda negó
tajantemente que hubo anomalías o irregularidades en
la concesión y, al contrario de lo que señala
la presidenta Aguilar, del CRAAS, aseguró que tiene
el apoyo de las comunidades indígenas y de sus autoridades.
“A mí me dio la concesión la comunidad
y no el Consejo Regional, ellos no tienen autoridad para hacer
tal concesión… yo les puedo demostrar que tengo
más de mil firmas de las comunidades”. Sin embargo,
según sus opositores en Karawala, esas firmas se recolectan
en la oscuridad de la noche, falsificando firmas, por parte
de los allegados al alcalde Carlin Downs.
Consideran que el Consejo Regional de la RAAS debe echar
pie atrás en su decisión de revocar la concesión
de Karawala, ya que ellos cumplieron con las leyes y están
trabajando de forma sostenida el recurso forestal, basándose
en la certificación del Forest Stewardship Council
(FSC), que poseen como industria forestal.
El alcalde de Karawala, Lesly Carlin Downs, lo apoya y se
pronunció a favor de que el Consejo Regional de la
RAAS recapacite y le reanude la concesión forestal
a “Max” Úbeda Rivera, ya que los bosques
están certificados, el aserrío genera empleos,
además de ingresos a la municipalidad por la vía
de los impuestos, y porque la comunidad es la verdadera dueña
del recurso forestal.
Sin embargo, líderes comunitarios de Karawala respaldan
la decisión del gobierno regional de suspender la concesión
forestal, ya que destruye sus recursos y no les deja ningún
beneficio social.
"Nosotros estamos haciendo todo lo posible para defender
todos nuestros recursos, nuestras riquezas naturales, pero
el alcalde había firmado veinte años, para que
ese empresario destruyera todos nuestros recursos naturales",
dijo Roberto Chow Molina, líder mískito en la
RAAS.
"La alcaldía no ha consultado al pueblo, sólo
tres o cuatro síndicos han firmado, no respetan al
pueblo, y por eso estamos peleando. Ellos no piensan en el
pueblo", concluyó.
© EL NUEVO DIARIO 2005
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